Juliana, el amor de 'Al Sur de Granada'. Antonio Ramos se entrevistó con Isabel, la hermana del amor alpujarreño de Brenan, y le relató como Juliana convirtió en un verdadero calvario la búsqueda de su hija. «Ella murió con la pena de no haberla visto más», le comentó Isabel a Antonio Ramos.
Imagen superior: La niña. Gerald Brenan junto a Gamel Woolsey y Miranda Helen.
El joven Gerald Brenan tenía 34 años cuando se enamoró en Yegen de Juliana, una adolescente de quince. 'Don Geraldo', años después, describió en su 'Memoria personal' el primer encuentro de un romance desigual: «Hacia medianoche fui a su habitación y me metí en la cama con ella. Estaba, o parecía estar, profundamente dormida. Traté de despertarla sacudiéndola pero no lo conseguí. Hice entonces lo que había venido a hacer -es decir, el amor- y durante todo el tiempo fingió dormir». De aquel amor profundo y apasionado, que duró varios años, según el testimonio del autor de 'Al Sur de Granada', nacería una niña y en la relación comenzó el drama. Brenan accedió, «pero con la condición de que cuando lo detestes (al bebé) me lo darás para que lo eduque en Inglaterra. Y ya me ocuparé para que no resultes perjudicada por ello. Y hasta que no sepamos con seguridad que estás encinta no saldrás de casa de noche si no es acompañada y no hablarás con ningún hombre joven». Este triste episodio de desprenderse de una niña recién nacida fue descrito por Isabel, la hermana de Juliana: «Juliana, ¿para qué la das, mujer? ¿no te da lástima? Y ella, la pobre... ¿Y qué remedio tengo?, me decía. Cuando no se la dé, no me mirará más y ni se acordará de la niña».
La niña nació en 1931. Brenan se había marchado un poco antes a Inglaterra. En ese mismo año el escritor se casó en Roma con Gamel Woolsey. El matrimonio Brenan regresó a Yegen en 1934 y reclamó la devolución de la niña. La pequeña ingresó en un colegio de Farnham y allá pasó los años de la Guerra Civil. Fue en ese tiempo cuando Elena pasó a convertirse en Miranda Helen. Mientras tanto Juliana paseaba por Yegen la amargura de haberse quedado sin hija y se disponía a unirse sentimentalmente con un joven del pueblo que años después moriría en la Guerra Civil.
La búsqueda
En este punto comienza 'Ciega en Granada' (Ed. Centro Andaluz del Libro), una reedición del título del periodista granadino Antonio Ramos Espejo. El escritor relata la búsqueda desesperada de una madre con episodios que rozan el estilo de las mejores páginas del naturalismo francés.
Juliana cada vez que baja a Granada se la verá vagando por sus calles, donde en cada niña extranjera se le aparecerá la cara de su hija. La madre recordará el detalle físico, la marca de su niña, los dos dedos de uno de los pies unidos. De este modo, indagará en todas las zapaterías de aquella capital andaluza de los años cuarenta y cincuenta y preguntará por una extranjera rubia que muestre dos dedos unidos.
Antonio Ramos se entrevistó con Isabel, la hermana del amor alpujarreño de Brenan, y le relató como Juliana convirtió en un verdadero calvario la búsqueda de su hija. «Ella murió con la pena de no haberla visto más», le comentó Isabel a Antonio Ramos.
Aunque, al parecer, hubo una vez en la que encontró a 'Cenicienta'. «Yo estaba entonces en Granada con ella y cuando llegó a la casa venía sofocada, y me contó que había visto a su hija», cuenta Isabel en el libro. «'Era ella, era ella...' Estaba mi Juliana en una zapatería, en la puerta, cuando vio entrar a una muchacha que le pareció que era su Elena... '¡Ay si esta parece que es mi hija, su misma cara...!'», rememoró la hermana de Juliana. Entró en la tienda y comprobó que aquella joven tenía los dedos del pie como ella. «La esperó a que saliera porque allí le daba cosa de decirle algo, la siguió por la calle, la niña iba con su marido, y mi Juliana quería llegar hasta el hotel donde estaban parando, pero antes de llegar una mujer empezó a decir '¡Juliana, Juliana...!', que la entretuvo, empezó a hablarle y cuando se acordó se le había perdido».
Manuel Juliana, primo de la joven, le narró a Ramos como aquella madre coraje se encontró finalmente con Elena. «Estaban la hija y el yerno de Brenan en el Hotel Palace de Granada. 'Don Geraldo' buscó a Juliana y le dijo que se si comprometía a no decir nada le presentaría a la hija. Ella le dijo que sí. Entonces la llevó al Hotel Palace y le dijo a la hija: 'Aquí te presento a esta mujer que estuvo de criada conmigo'».
El posadero Manuel le preguntó sobre el encuentro a lo que Juliana contestó: «He visto a mi hija y no he podido decirle que yo soy su madre». «Mujer, ¿y por qué no se lo has dicho?», le preguntó Manuel. «Por no darle un sufrimiento no le he dicho nada», le replicó. Y Juliana se fue llorando. Sin embargo, Enrique Martín, el hermano de las criadas del escritor en Yegen, María y Rosario, niega que existiera ese encuentro en Granada.
Miranda Helen se casó en Londres durante el otoño de 1950 con un médico francés y se trasladó a vivir a la capital gala. Juliana, tras la Guerra Civil y la muerte de su marido, se marchó a Granada con sus hijos y contrajo nuevamente matrimonio.
Ciega no
Juliana estaba relativamente al día de la vida de 'don Geraldo' y también tenía algunas noticias de su hija. En sus últimos años, ciega y enferma como estaba, siempre hablaba de su hija. «'Si será un castigo, Dios mío...' 'No mujer', le decía yo, 'si tu has cumplido, si su padre se la ha llevado...», rememoró Isabel. La hermana se trasladó junto a Juliana en sus últimos meses de vida. Isabel le confesó a Ramos Espejo: «Cuando no estaba su marido, me decía 'mira que la acción de don Geraldo, venir casado... 'Mujer', le repetía yo, 'no te acuerdes más... Si tienes a tu familia, tu marido, tus hijos... Sí, pero mi hija, mi hija... No te acuerdes más, déjalo, déjalo...'». Poco antes de morirse sus hijos quisieron llevarla a ver a su hija, pero Juliana, decía: «Ciega no, ciega no... para no poderla ver».
El autor de esta verdadera historia del amor alpujarreño de Brenan se manifiesta muy crítico con la historia de Juliana relatada en el filme de Colomo 'Al Sur de Granada', «porque convirtió en una comedia lo que para Juliana y su familia era una tragedia». Antonio Ramos, «por más que Brenan lo intentara maquillar», considera que Juliana fue la víctima de aquella historia, «porque Juliana tuvo que soportar todo el peso de esa situación de debilidad».
Juan Luis Tapia para IDEAL, 17/07/2010
El diario Granada Hoy, en su edición del 20/07/2010 publica:
Ramos Espejo rescata la historia de la amante granadina de Brenan
El escritor obligó a la mujer, que era su criada y tenía 15 años cuando él tenía 34, a tener una hija con él, que luego se llevaría a Inglaterra sin dejar que su madre la volviera a ver nunca más en toda su vida
Él recordaría la escena muchos años después. Tenía entonces 34 años y ella, 15. Era su sirvienta en la casa. Una noche quedaron los dos solos y ella se fue a dormir, como de costumbre. "Hacia medianoche fui a su habitación y me metí en la cama con ella", escribiría él. "Estaba, o parecía estar, profundamente dormida. Traté de despertarla sacudiéndola pero no lo conseguí. Hice entonces lo que había venido a hacer -es decir, el amor- y durante todo el tiempo fingió dormir..."
Él era Gerald Brenan. Ella, Juliana Pelegrina. El escritor se había encaprichado de ella y, desde el momento en que la poseyó por primera vez -hoy habría sido juzgado y detenido por violación y corrupción de menores- quiso tener un hijo con ella. La obligaba a acostarse con él con la promesa de que, ya que la había desvirgado, se casaría con ella. Pero los planes del escritor eran distintos:
"Tendrás un hijo", le dijo Brenan, tal y como el recordaba en sus memorias. "Aquí y ahora. Pero con la condición de que cuando lo destetes me lo darás para que lo eduque en Inglaterra y ya me ocuparé de que no resultes perjudicada por ello. Y hasta que no sepamos con seguridad que estás encinta no saldrás de casa de noche si no es acompañada y no hablarás con ningún hombre".
Todo aquello sucedió en Yegen, en la Alpujarra granadina, en 1931. La niña, Julia, quedó finalmente embarazada y dio a luz a una niña, Elena, cuyo nombre sería posteriormente cambiado por Brenan por el de Miranda Helen. Una vez que el escritor tuvo el bebé en sus manos, se marchó a Gran Bretaña con él para casarse con otra mujer. La chica jamás volvería a ver a su hija.
Ésa es la historia que ahora recupera el periodista Antonio Ramos Espejo (Alhama de Granada, 1943) en el libro Ciega en Granada (Murió buscando a su hija. La hija de Brenan), publicado por primera vez en 1990 y ahora reeditado y ampliado, con prólogo de Alejandro Víctor García. Ramos Espejo siguió durante años el rastro de Juliana Pelegrina hasta que consiguió completar la historia de la mujer, víctima de una sociedad rural y pobre en la que las criadas estaban sometidas a los caprichos sexuales de sus señores. Y más sin eran ricos ingleses.
"Toda la historia surgió a raíz de Isabel Pelegrina, la hermana de Juliana, que me contó su historia y me impactó mucho", dice el periodista ahora. "Me impactó luego mucho más cuando leí las memorias de Brenan en los que cuenta fríamente la historia".
El escritor se marchó a Inglaterra con la niña y se casó por interés con Gamell Woosley, una mujer enfermiza que estaba enamorada de otro. Regresarían en varias ocasiones a España, pero nunca permitió que Juliana viera a su hija.
Años después, la mujer se trasladaría a Granada y se fijaría en todas las niñas inglesas que llegaban a la ciudad, obsesionada por encontrar a Miranda Helen. "La niña había nacido con una marca peculiar", relata Ramos Espejo. "Tenía dos dedos de los pies unidos. Juliana, que fue quedándose ciega con el tiempo, iba buscando por todas las zapaterías para ver si encontraba a una niña inglesa con dos dedos de los pies unidos. Una especie de La cenicienta".
El director Fernando Colomo hizo la película Al sur de Granada basándose en los recuerdos de Brenan y tratando aquella historia como una comedia. "Pero para aquella mujer fue una tragedia. Fue entonces cuando me reafirmé en la idea de sacar una segunda edición del libro ampliada. No me explico cómo las feministas no pusieron el grito en el cielo ante esa historia. De hecho, algunos familiares me contaron que Juliana se refería a la primera noche con Brenan como una violación".
En aquellos años, y para una muchacha con la cultura de Juliana, era habitual sentirse como una posesión más de los terratenientes y los señoritos y no oponer resistencia alguna a los ataques sexuales de los grandes propietarios, a quienes debían una suerte de obediencia ciega. Más que de Brenan, Juliana fue una víctima de su tiempo, de un momento histórico en el que no había una conciencia exacta sobre el valor de la propia vida y el propio cuerpo.
Ciega en Granada reconstruye el mundo rural de Yegen en los años treinta, la relación, muy buena y bondadosa, del escritor con todos los habitantes del pueblo, que aún lo recuerdan. Nunca se portó mal con Juliana tampoco. Curiosamente, tanto Juliana como Miranda Helen, su hija, morirían en el mismo año, 1979. El libro es un homenaje a una mujer víctima de la servidumbre de su tiempo.