María de Alhama, la Fátima musulmana que se hizo cristiana



 “…La respuesta que me han dado / es que mi hija es cristina / y por nombre le habían puesto / doña María de Alhama. / El nombre que ella tenía / mora Fátima se llama”.

María de Alhama, la Fátima musulmana que se hizo cristiana
“Alhama, histórica”
Andrés García Maldonado



 En estos mismos momentos en los que se sube a esta página de “Alhama Comunicación” este artículo sobre “María de Alhama”, personaje de emoción y leyenda en el romance “Moro alcaide, moro alcaide”, otra mujer, nacida en México y que en estos últimos años se ha hecho alhameña, Aliana Strong, exalta nuestros romances y tierra, en lo que fue plaza central de la población musulmana y, desde aquel día primero de marzo de 1482, cristiana, la de los Presos en la actualidad, la que conserva legalmente su nombre de tanto siglos, el de Real.

 Dos mujeres más, también excelentes personas, en estos diecinueve años de las Veladas “Alhama, Ciudad de los Romances”, han sido “Invitadas de Honor” e igualmente, con su sensibilidad e inteligencia han cantado magníficamente a nuestros romances, la catedrática y destacada escritora María Jesús Pérez Ortiz y la gran periodista Encarna Ximénez de Cisneros. Por todo ello hoy es momento de hablar del personaje femenino más importante de los romances dedicados a Alhama, María de Alhama, la hija del último alcaide moro de la fortaleza-ciudad alhameña.



 Al igual que sucede con su padre, los datos históricos sobre Fátima, como mahometana, ó María de Alhama, ya cristiana, la protagonista femenina del romance “Moro alcaide, moro alcaide”, son muy escasos por no decir que prácticamente nulos, perteneciendo ello a la leyenda y a la poesía antes que a una contrastada realidad histórica.

 No obstante, la belleza del romance y de la historia del mismo, nos hace, al menos en un sentido emotivo, dar cierta vida a los hechos que nos narra, aunque los pocos apuntes históricos que poseemos al respecto se vienen a contradecir en algunos puntos.

 Lucio Marineo Sículo, en su “Sumario”, hablándonos del moro que fue muerto inmediatamente que Ortega de Prado o Martín Galindo pusieron pie en la fortaleza, nos dice: “Así como fue herido, no habló palabra, ni dio voz alguna, o porque no pudo, por la herida que fue bajo de la tetilla izquierda, junto al corazón, o porque no osó dar voces por la traición que hacía, que fue opinión que en aquella torre tenía que hacer escondidamente con una hija del alcaide de la fortaleza. Por lo cual, asimismo, la moza, que estaba escondida, temiendo la ira del padre, calló”.



 La versión que da Irving, ya más cercana a su interpretación poética que a la historia, es que estando recorriendo la fortaleza el marqués de Cádiz encuentra en un rico aposento, el que estaba alumbrado con una bella lámpara de plata, a la mujer del alcaide de Alhama, una bellísima musulmana. Entonces ésta, al ver al cristiano se atemoriza e intenta huir, pero se enreda los pies en las ropas de la cama y cae junto a don Rodrigo Ponce de León, al que implora su piedad y protección.

 El marqués de Cádiz, caballeroso, ampara a ésta y a sus doncellas, las que entran en la misma estancia perseguidas por soldados cristianos, a los que don Rodrigo reprende su actitud.

 De la Rada y Delgado, el que buscaba plantear el hecho exaltando la caballerosidad de los castellanos, nos lo ofrece de la siguiente forma:” En medio de aquella durísima refriega tuvo lugar un rasgo caballeresco que demostró una vez más la fina galantería y el respeto hacia el bello sexo, que tanto honraban siempre a los guerreros castellanos.

 Los alcaides y escaladores que discurrían con sus espadas teñidas en sangre por todas las estancias de la fortaleza, llegaron a un voluptuoso camarín, donde encontraron anegada en lágrimas y transida de miedo a una mora hermosísima, hija del alcaide de la villa, ausente a la sazón en Vélez-Málaga en un convite de bodas. a la vista de los cristianos armados quiso huir la doncella, pero enredada con sus velos y tocas cayó en tierra implorando piedad.

 Los alcaides alzaron del suelo a la noble señora con mucha afabilidad y cortesía; calmaron sus temores, y como en el mismo instante oyeran gritos de mujeres y vieran entrar medrosas a las esclavas y doncellas perseguidas por la soldadesca, salieron indignados los caballeros, reprendieron tan villana conducta, y volvieron a ofrecer sus respetos a la dama, la inspiraron confianza y colocaron una guardia, que pusiese a aquellas mujeres indefensas al abrigo de ultrajes bárbaros. Conducta que produjo tan profunda impresión en la mora, que abjuró la religión mahometana y recibió con el bautismo el nombre de doña María de Alhama”.


Los moros saliendo de la fortaleza

 Los alcaides cristianos que participaron en la toma de Alhama fueron los de Jerez, Carmona, Marchena, Arcos, Morón, Archidona y Antequera. De ser cierto que el alcaide musulmán de Alhama se encontraba en una bodas en Antequera, por así permitirlo el alcaide cristiano de ésta, hubo de ser muy curioso el encuentro de la familia del alcaide de Alhama con éste, pero, como hemos expuesto, se trata tan sólo de una hipótesis que históricamente tiene poco fundamento para sustentarse.

 Refiriéndose a este hecho, Lafuente Alcántara, fuente de la transcripción anterior, a mediados del siglo XIX, afirmaba que todavía circulaban por Granada los romances alusivos al mismo, comentando: “Según cuentan los romances, quedó la mora tan prendada de la galantería y magnanimidad de los castellanos, que abjuró la religión mahometana y recibió con el bautismo el nombre de doña María de Alhama”.

 Concretamente, en relación a María de Alhama, el romance “Moro alcaide, moro alcaide”, el último alcaide musulmán de Alhama se lamenta en el mismo, cuando ya el rey Muley Hacén ha ordenado que le corten la cabeza achacándole la pérdida de Alhama por no encontrarse en ella en el momento del ataque cristiano, de la siguiente forma:
    
…El rey medio la licencia,
que yo no me la tomara,
pedidla por quince días,
diómela por tres semanas,

De haberse Alhama perdido
A mi me pesa en el alma,
que si el rey perdió su tierra,
yo perdí mi honra y fama.

Perdí hijos y mujer,
as cosas que más amaba;
perdí una hija doncella
que era la flor de Granada;

El que la tiene cautiva
Marqués de Cádiz se llama,
cien doblas le doy por ella,
no me las estima en nada.

La respuesta que me ha dado
es que mi hija es cristiana
y por nombre le habían puesto
doña María de Alhama.

El nombre que ella tenía
Mora Fátima se llama”.