Fue para la conservación de Alhama, a ver si nos enteramos ya de una vez. No fue para la expedición de Colón.
No puedo evitarlo, ni quiero. Sí, cierto. Y más aún cuando vuelvo a escuchar la creencia de que fue por la expedición de Colón. Llevo desde los años setenta del siglo pasado hablando de Isabel la Católica en las más variadas revistas y periódicos. Así como lo hice en “Alhama Comarcal”, en los años noventa, y en “Alhama Comunicación”, desde hace tantos años. Siendo la primera vez ampliamente en febrero de 1967 en mi primera conferencia “Alhama, Histórica”. Ahora vienen unas semanas que seguiré haciéndolo y redobladamente. Recordando antiguos artículos y enviando unos nuevos. Especialmente en todo cuanto tenga que ver con nuestra Alhama. Entre otras cuestiones, por ejemplo, el tema de por quién o por qué empeño sus joyas. Por Alhama y no por el proyecto de Cristóbal Colón, quede esto ya claro de una vez.
Isabel la Católica, la persona que más ha hecho por Alhama en toda la historia de nuestra ciudad -seguiremos demostrándolo ello correspondiente y constantemente-, no empeñó sus joyas para la empresa de Colón, como durante siglos se ha dicho y, aún hoy en día, se mantiene y cree por millones de personas. Los alhameños debemos colaborar en deshacer el entuerto histórico y, por supuesto, dejar la realidad histórica bien clara. Hoy en día tenemos cada uno un medio extraordinario para difundir la verdad y desbaratar uno más de los errores que sobre ella se aferran injustamente como si fueran realidad indestructible cuando en más de un caso son verdaderas patrañas.
No, no fue una santa que en todo acertó. Aunque cuando la iban a canonizar a finales del pasado siglo, el odio del cardenal arzobispo de París entonces Jean-Marie Lustiger (1926-2007) -judío hasta los catorce años con el nombre de Aarón, hijo de judíos polacos que emigraron a Francia en 1940- se interpuso y convenció a Juan Pablo II, que no se hiciese. Lo de la expulsión de los judíos seguía pesando, y con lo de la Inquisición, y una pragmática dedicada a los gitanos, igualmente, hechos evidentes e indiscutibles, pero del siglo XV y XVI, que se planteaban a la luz de nuestro tiempo, sin la más mínima posibilidad de analizarlos teniendo en cuanta cuándo, por qué y cómo acontecieron, le siguen afectando de lleno, aunque en este último año reconocidos historiadores la han calificado y reconocido como la figura universal que es.
Se quiera o no, y no es cuestión de ideologías o planteamientos políticos, Isabel I de Castilla e igualmente de España, tiene bastante más, muchísimo más, a su favor que en su contra, como persona y reina. Y, en lo que se refiere a Alhama, ahí están los datos y la documentación, que dejan bien claro la cierta predilección por ella desde aquella madrugada, creo que la del 10 de marzo de 1482, cuando recibe la noticia de su conquista, en las Casas Reales de Medina del Campo donde se encontraban los reyes.
“LA LEYENDA NEGRA” QUE PROMOCIONAMOS
Por favor, los ingleses, bien aprovechado por los franceses, holandeses y los de otros países que nos odiaban, supieron endosarnos la “Leyenda Negra” que, increíblemente, tanto ayudamos -lo seguimos haciendo en alguna media- a propagar y proyectar con excelente acierto durante siglos los mismos españoles. De tiempo en tiempo se produce algún hecho o ataque desde la mismísima ignorancia cargada de miserable propósito de dañar a España, ahí tenemos todo lo sucedido con la toma de posesión de la nueva presidente de un país tan querido por los españoles como México, precisamente donde más español me he sentido en uno de mis viajes. Así, el gran historiador Luis Suárez, como tantos otros que han profundizado en toda esta historia, lo mismo españoles como nacidos en diversos países, expresan que darle a Isabel la Católica la consideración y el trato denigratorio que se le da, es ante todo cuestión de supina ignorancia o del decidido propósito de atacar a España, desde hace cuarenta y seis años un país democrático y antes, durante otros cuarenta años, una dictadura que utilizó para su beneficio a los mismísimos Reyes Católicos y sus símbolos. Como si éstos se los hubiesen cedido tras sus muertes en 1504 y 1516.
Como he escrito en tantas ocasiones y ahora ratifico: gracias al decidido apoyo y a las posibilidades tan excelentes que nos ofrece a todas las personas de nuestra comarca, estemos en el lugar de este planeta que estemos -Australia está ya a unos segundos-, "Alhama Comunicación”, lo que hace posible que no existan las distancias y, sobre todo, que en temas y cuestiones de nuestra Alhama estemos no ya al día, más bien a la hora y al minuto.
Hoy concretamente, ante la efemérides del Día de la Hispanidad y el Descubrimiento de América que gracias a tan inigualable reina fue produjo, sin olvidar el gran afecto de la misma por Alhama, me permito ofrecer el artículo, como digo el más publicado y difundido de los cientos y cientos que he escrito relacionados con nuestra ciudad y comarca, publicados en distintos medios de toda España -especialmente en periódicos y revistas- este por vez primera en 1989, y al que, lógicamente, le tengo un enorme aprecio por que fue para mí una inmensa satisfacción descubrir que Isabel la Católica no empeño sus joyas, como se decía hasta en los libros de texto de nuestro Bachillerato, para hacer posible la propuesta de Colón: lo hizo para mantener Alhama en la Corona de Castilla.
LA IMPRONTA DE LOS REYES CATÓLICOS
Creo que, más que oportuno periodísticamente es conveniente histórica y moralmente ir tratando estos temas que algunos historiadores han tergiversado a placer, en la mayoría de los casos, más que para hacerle daño a ella -que se lo han hecho- a toda España, país que es por igual de todos los españoles que nos sintamos como tales, pensemos como pensemos y tengamos la ideología que tengamos, y no de unos cuantos que tenga espíritus de salvadores de patrias.
Sintetizando y dejando constancia, de este modo, única y limpiamente creemos muy oportuno acercar lo más posible la realidad histórica a todos. En mi caso, aportar en la medida de mis posibilidades el interés y aprecio demostrado a Alhama por tan singular reina y persona, probablemente la mujer más destacable de toda la Historia Universal, la que tan mezquinamente ha sido tratada por enemigos, de su tiempo y posteriores, de Castilla, España y otros países, así como por malintencionados o ignorantes -repito- de estos últimos cinco siglos hasta nuestros mismos días.
Y por si todo ello era poco, como acabo de adelantar, falangistas y franquistas acabaron de completar el panorama histórico del asunto al valerse de los Reyes Católicos, especialmente de Isabel, para hacerse de símbolos y proyección histórica en su búsqueda de la nueva España Imperial. Por favor, no olvidemos que el levantamiento contra la República fue en 1936 e Isabel la Católica hacia ya 432 años que había dejado este mundo. Así, no nos sorprende que en 1979, aún hubiese alguien que creyese que la impronta -escudo y emblemas- de los Reyes Católicos existente en nuestra iglesia de Santa María de la Encarnación, templo que se construyó gracias a la decisión de la reina, había sido colocada ahí tras la Guerra Civil Española.
EL EMPEÑO DE SUS JOYAS PARA
LA CONSERVACIÓN DE ALHAMA
“Por eso no quede -contesta la Reina Isabel al decírsele que el tesoro está agotado por la Guerra de Granada- yo tomaré esta empresa a cargo exclusivamente de mi corona de Castilla. Y si alcanzare y preciso fuere, empeñaré mis joyas para atender a los gastos de este asunto, que considero fundamental para España”.
Isabel no empeñó sus joyas para la empresa de Colón, como en ocasiones se ha dicho y aún de algún modo se comenta, aunque sí hizo más, mucho más, por su Dios y por España, ceder a las condiciones leoninas, judaicas, del prácticamente desconocido entonces Cristovam Colom, ambicioso donde los hubiese.
Ahora bien, si las empeñó auténticamente, dejándolas como fianza, para obtener un préstamo para la Guerra de Granada y, más concretamente, para la conservación y abastecimiento de la fortaleza y ciudad de Alhama.
La toma de Alhama, el 28 de febrero de 1482, como bien sabido es, tuvo una enorme repercusión, tanto en Castilla, como en el resto de la Cristiandad. El mismo pontífice romano, Sixto IV, al recibir la noticia de la toma de Alhama, se emocionó y, poco después, concedía las indulgencias de Cruzada para la guerra contra los musulmanes de Granada, apoyando con esto el mantenimiento y culminación de la misma, lo que él no vería ya que moriría en 1484.
Esta bula pontificia, dada antes de que pasase medio año de la toma de Alhama, exactamente el 10 de agosto de 1482, fue, además respaldada con la gracia de un apoyo económico especial de cien mil florines de oro sobre los clérigos, iglesias y obras pías, que debería hacerse efectivo en la Cuaresma del año siguiente, el de 1483, prácticamente al año justo de la conquista de Alhama y, con ello, del inicio de la guerra contra Granada.
El plazo establecido para este subsidio especial venía dado porque, en esa próxima primavera de 1483, sería el tiempo en el que se volverían a necesitar más recursos económicos para reiniciar las campañas de la guerra contra los musulmanes.
Como bien nos narra Carriazo, la recaudación de este subsidio especial originó grandes dificultades, y aunque pasó una parte del mismo a la curia romana, supuso una importante colaboración económica para el mantenimiento de la guerra contra los granadinos.
Además de esto y con el expreso fin de ser destinadas a la defensa y mantenimiento de la ciudad de Alhama, los reyes de Castilla establecieron otra serie de contribuciones especiales.
Como recoge el mismo Carriazo del libro "Los Reyes Católicos y la ciudad de Burgos" del padre Luciano Serrano, esta ciudad castellana, que quedó dispensada de esta contribución general, sostuvo doscientos peones, con un gasto de medio millón de maravedíes y, además, se le solicitó una colaboración especial de otros ochocientos mil más. Cumplida esta importante colaboración, se pidió un préstamo a esta ciudad de dieciocho mil castellanos o, lo que era lo mismo al cambio de la época, un millón seiscientos mil maravedís.
Los representantes de la ciudad de Burgos, en un principio, manifestaron que no podían facilitar ese préstamo. Entonces la reina Isabel, con esa tenacidad e insistencia que le caracterizaba, y que tan ampliamente puso de manifiesto en su decidido y decisivo empeño en favor de que se conservase la ciudad de Alhama, envió varias misivas, así como a distintos emisarios de su mayor confianza y eficacia para convencer y hacer posible el que la ciudad de Burgos diese el préstamo solicitado.
La reina Isabel, en todo momento, destacó la gran trascendencia que tenía Alhama y como, fuese como fuese, había que conservarla y abastecerla, “haciendo ver la importancia de esta ciudad fortaleza, lo caro de su sostenimiento y la imposibilidad por aquel momento de que la Corona de Castilla mantuviese los gastos de la guerra sólo con las rentas reales”.
Observando los burgaleses que iba a ser imposible resistirse a las presiones de la misma reina de obtener este empréstito, consiguieron reunir un millón seiscientos mil maravedíes recaudándose esta cantidad exigiendo aportaciones tanto a las familias más acaudaladas de toda la ciudad así como a los ricos comerciantes, a unos y a otros “se les fue apremiando individualmente”.
La misma reina Isabel, como fianza de este préstamo, dejó a la ciudad de Burgos, siendo depositadas en el Monasterio de San Juan, varios de sus más hermosos rubíes color carmesí, así como otras joyas de gran valor económico y sentimental.
Como nos narra el mismo Luciano Serrano: “a fines de este mismo año de 1483 devolviolas la ciudad a su dueña, después de haber condonado graciosamente toda la cantidad prestada”, lo que quiere decir que la ciudad de Burgos, ya en el primer año y poco más de la duración de la guerra de Granada y por causas del decidido sostenimiento de Alhama, aportó casi tres millones de maravedís, exactamente y al menos, dos millones de maravedís, lo que para la época, como el lector imaginará, era una elevadísima cantidad.
A pesar de estas grandes colaboraciones económicas, así como de las aportaciones de las rentas de numerosos lugares de León y Castilla que concretamente estaban asignadas para mantener Alhama, el dinero escaseó y se hubo de dar, como bien sabido es, hechos como el del legendario conde de Tendilla que tuvo que improvisar unos pagarés -quizás el primer papel moneda de España y hasta de Europa- para las soldadas y, así, evitar la grave situación de descontento en la que se encontraban las tropas que defendían las ciudad, por el largo tiempo que llevaban sin percibir sus soldadas.
Volviendo a la cuestión de este artículo y concluyendo, sólo hemos de reafirmar el histórico hecho de que la reina Isabel si empeñó auténticamente sus joyas para la conservación y abastecimiento de la ciudad-fortaleza de Alhama, lo mismo que estamos seguros que lo hubiese hecho, como así lo dijo, cuando indicó que si era necesario las empeñaría para que se llevase a cabo la empresa de Colón: la insólita entrega y generosidad que le caracterizó, en primer lugar, y el mismo gesto de Alhama, después, lo avalan plenamente. Pero la realidad es que no las empeñó para la empresa de Colón, ésta la financió con otros medios y créditos que gestionó ella misma.
Isabel la Católica y Alhama