Detalle de la Toma de Alhama en la sillería del coro de la catedral de Toledo
Las crónicas hablan de un tal Ortega de Prado por su heroico asalto en la Toma de Alhama (1482)
Las crónicas hablan de un tal Ortega de Prado por su heroico asalto en la Toma de Alhama (1482)
El diario Granada Hoy se hace eco de este personaje histórico tan relacionado con Alhama
Una calle de Málaga lleva su nombre recordando que allí murió en 1487
Están de moda los asaltos a las instituciones democráticas, pero este de Alhama fue en el siglo XV. Nada que ver. La Guerra de Granada (1482-1492) fue calificada como la primera guerra del Estado Moderno; en ella jugaron un importante papel la intendencia y la sanidad militar (hospitales reales), las tropas de artillería utilizando la pólvora, la infantería con los zapadores y pontoneros abriendo pasos, allanando caminos, talando bosques, asaltando torreones para facilitar los asedios finales. Dada la desproporción de los ejércitos entre cristianos y musulmanes, sólo le cabía a estos renunciar al combate en campo abierto y refugiarse intramuros de sus fortalezas. En los ejércitos cristianos disminuye la caballería y aumentan la infantería y la artillería (lanceros, ballesteros y espingarderos con armas de fuego y carros de guerra), pero resultan imprescindibles los zapadores especialmente adiestrados.
Llegados los asaltantes a las puertas de las ciudades había que escalar murallas, trepar hasta las almenas con el enemigo sobre las cabezas tirando piedras, lanzando flechas y cortando escalas. Los escaladores eran soldados de élite y muy seleccionados por practicar técnicas especiales y estar sometidos a enormes riesgos. Por eso algunos han pasado a la historia y de ellos nos hablan los cronistas. Eran los primeros en entrar en los recintos amurallados y a ellos correspondía abrir desde dentro las puertas al resto de la tropa; utilizaban estudiadas técnicas de sigilo, asaltos de noche y extremadas medidas de precaución.
Escudo de Alhama con las escalas sobre la muralla
Recogen las crónicas el nombre de un hábil escalador especialmente nombrado en el asalto a la inexpugnable ciudad de Alhama, dada su estratégica y escarpada situación geográfica; corría el mes de febrero de 1482; se llamaba Juan Ortega de Prado, nació en Cuenca, aunque de origen leonés, y por su habilidad no hubiera desentonado hoy compitiendo con las mejores cordadas de los Cahorros de Monachil.
El cronista Alonso de Palencia cuenta con detalle el arriesgado asalto a Alhama: "se adelantaron 200 hombres, unos en pos de otros y todos siguiendo al escalador que iba delante llevando las escalas". Otro cronista, Diego de Valera, dice exactamente que el primero que subió fue el escalador Ortega de Prado y tras él, siguiendo sus pasos, pudieron traspasar la barbacana quince compañeros, después de matar a dos centinelas. Una vez abierto el recinto desde dentro pudo entrar el resto de la tropa. Caía Alhama para los granadinos musulmanes. ¡Ay de mi Alhama! Recordará machaconamente el anónimo romance.
En los relieves que el escultor Rodrigo Alemán nos dejó en la sillería del coro de la Catedral de Toledo se observa cómo un soldado sube la muralla por la escala allí adosada. Curiosamente en el escudo de Alhama aparecen las tres escalas, dos apoyadas en la torre, como recuerdo a las dificultades de su asalto. Interesante descripción del escudo, si seguimos al erudito académico alhameño García Maldonado.
De nuevo encontramos el nombre de Ortega de Prado en la recuperación de Zahara que había sido retomada por los musulmanes; participa, entre otras empresas, en el asalto de Mijas y alcanza su cumplida fama en el cerco de Málaga (1487) donde murió alcanzado por una flecha, según el cronista Alonso de Palencia. Una calle malagueña lleva su nombre. Sin embargo en Granada es poco conocido, siendo que somos tierra de buenos rocódromos naturales y habilidosos escaladores.
Sirva este recuerdo histórico como simpático guiño a nuestros actuales esforzados y adiestrados montañeros, aquellos que, como los componentes de la mítica cordada Rabadá y Navarro, cambian la "ocupación bélica" de asaltar murallas y escalar almenas por la noble y pacífica afición de subir a la montaña con celo para estar más cerca del cielo, aunque les fuere la vida en ello.
Origen: JOSÉ LUIS DELGADO, Granada Hoy, el 11 de enero de 2021.
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