Organizado por la Biblioteca Municipal Inocente García Carrillo, como cada verano, dio a conocer a nuevos valores de la poesía española y alhameña.
- Inés Guerrero Espejo, profesora de literatura de la universidad de Granada
- Juan Larios Larios, doctor en Historia del Arte
- Andrés Cuevas Navas, Catedrático de Historia
- Secretaria: Mari Paz García Prados, bibliotecaria.
Premio de poesía:
- Manuel Luque Tapia que participó con el seudónimo de Galio y con el poema “Gavillas de soledad”. Diploma de honor y 500 euros.
Tema Alhameño:
- José Ignacio Molina Benítez que presentó el poema “Un paseo por Alhama” bajo el seudónimo de Don quijote. Diploma de honor y 250 euros.
Local infantil del CEIP Cervantes:
- Brígida Guerrero Peula de 6º curso con el relato “La serenata de Alhama”. Diploma de Honor y un cheque de 50 euros para material educativo.
Local infantil del CEIP Conde de Tendilla:
- Diego Rivera Molina, con el poema “El sueño”. Diploma de Honor y cheque de 50 euros para material educativo.
Premio de poesía: Manuel Luque Tapia que participó con el seudónimo de Galio y con el poema “Gavillas de soledad”. Diploma de honor y 500 euros.
Premio Tema Alhameño: José Ignacio Molina Benítez que presentó el poema “Un paseo por Alhama” bajo el seudónimo de Don quijote. Diploma de honor y 250 euros.
Premio local infantil del CEIP Cervantes: Brígida Guerrero Peula de 6º curso con el relato “La serenata de Alhama”. Diploma de Honor y un cheque de 50 euros para material educativo (recogido por su tía).
Premio local infantil del CEIP Conde de Tendilla: Diego Rivera Molina, con el poema “El sueño”. Diploma de Honor y cheque de 50 euros para material educativo.
El premio de poesía: Manuel Luque Tapia con su familia.
El premio Tema Alhameño: José Ignacio Molina Benítez con sus padres.
El premio local infantil del CEIP Conde de Tendilla: Diego Rivera Molina, con familiares.
Los premiados con miembros del jurado y autoridades.
Los trabajos premiados:
Gavillas de soledad
Anciano hecho de tiempo,
noble, viejo, nudoso, Ascua que fuera de un fuego que hoy es ceniza, frágil fábula de un sueño marchito, va y viene del ayer al presente al compás de la vieja mecedora, morriña de un tiempo pasado que redime la espera. Solo y sin rencores
solo y sin palabras, templado y sin prisa, las manos frías llenas de tristeza, cuarteadas las palmas, su piel asemeja la corteza de un árbol. Arrugada y seca como sus propias entrañas, pero donde se puede leer -tal que si fuese un libro- la historia de una vida dura gastada en oficios que mataran el hambre. Cierra los ojos y piensa en su vida
como quien recuerda un poema, rumorosa nostalgia que abriga el alma de sempiterna tristeza, dolorosa morfina para sobrevivir, éxtasis para uno solo, enredadera de recuerdos celosamente ocultos en la achacosa abstracción del jardín de la memoria. Pero ha llegado el invierno
con su leprosa angustia y mientras sobre él se desploman gavillas de soledad, sus ojos profundos y vidriosos por quién sabe qué recuerdos, parpadean encendidos dejando una lágrima al borde del abismo. ¿Qué vientos te trajeron,
anciano tallado de años, a esta orilla de luna partida, con las cabañuelas apuntando gélido frío en tu costado y un cielo ciego de estrellas? Y mientras habita
el exilio de su propia sombra, los ojos puestos en el infinito, el chirriante balanceo de su aposento difumina lentamente la plástica hermosura de una vida hecha añicos por el acoso inclemente del tiempo, verdugo cruel que nunca perdona. Se mira las manos
como si de sus dedos, sarmentosas ramas, chorrearan recuerdos, hojas ya secas, días sin regreso sobre un futuro que no existe, y se pregunta ¿hasta cuándo? El silencio anuda su lengua,
tan solo de vez en cuando un hondo suspiro muerde la afonía de un tiempo que bebe a lentos sorbos, asilado en los recuerdos de una vida tan dichosa como hoy ajena. Se mira de nuevo las manos,
rastrea sus huellas y sigue trenzando tiempo y recuerdos desde un limbo de hielo que gota a gota se derrite en la espera, porque sentado en su vieja mecedora hoy se va muy despacio a la muerte como antaño con brío a la siega. Manuel Luque Tapia. Seudónimo: Galio.
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Un recorrido temporal por Alhama
Tan señora y derramada como su grieta
Su chimenea tan maroma tan visceral Humeando vuelan sudores de la tierra Inclinada y firme en puerto Marchán Que blanca desayuna tacita plata
Tras ríos de bolsas ahorcadas en viral ‘Merceores’ en ocaso entusiasmados Apeando gatos voladores en recital, Alhama fuente de oliva y prestigio forjado
Amante de nobles, hidalgos y caballeros A los que brinda sus almas y sus ajuares Para su caminante que ya es heredero. Sureña de fachada blanca y sayo verde Purísimas las vísceras veredas de harina Donde trotan sosegados los menesteres Forjada y ansiada por reinos y coronas
De árabe almohada tras infancia romana Encarnándose alta, orgullosa y cristiana Inocentes mascarones cantan florido Caricaturas de pitorreos en vendaval Brotan ideas del ingenioso ensimismado Apuntalando las críticas como aval, Asoma Angustias lagrimada por la ‘boega’
Uvas de colores peregrinan en tertulia ritual, Despolvan otros fe y creencias trajeadas Es dios aclamado la sabrosa sangre frutal De paraíso terrenal y por la virgen elevada Moreno y pálido son también fiesta nacional Es nómada y de siete pisos su cueva,
Bipolar es la actitud de san Juan estival Descaro de camisas azules, su ojo chilla Piratas sacuden noches de fresco cristal. Andrés libera versos en Plaza los Presos ¡Ay de mi Alhama! llora el eco del robledal Se fue Augusto por la puerta de Granada Nacen lechos de hojas de álamos y nogal Ángeles por el camino del conde de Tendilla Divisan entristecidos a los chopos en cenital La luz fatigada vuelve antes al zaguán
Retornan alegres candelas y braseros Nacen sopas cocinadas con esmero Alborotos ponen al maestro el delantal Las agujas cambiaron de compás,
Adarve de Remedios y zapateros Ni Alfonso XII evita la soledad Las estaciones ya no son multitud
el ojo chillón no quiere ser viandante prefiere tardes de caminos romanceros, olvidando a las otras dos amantes Más que digna forjando su identidad con cantos, memorias y simpatía, por el cementerio los burros nevando la pascua llega sonando punto y final. José Ignacio Molina Benítez, seudónimo 'Don Quijote'.
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La serenata de Alhama
Claudia era una niña que vino a vivir a Alhama, su familia era riquísima y estaba rodeada de multitud de sirvientes. Ella era un poco inútil con las tareas de la casa y de la vida cotidiana, no sabía atarse los zapatos. Sin embargo, era toda una artista tocando la guitarra y componiendo serenatas.
En el colegio lo pasaba mal, sus compañeros se burlaban de ella: no sabía recortar, ni nadar, ...un día en clase de natación, ¡se tragó media piscina!
Con sus padres no quería hablar de cómo le había ido el día.
Así día tras día…
Una noche Claudia estaba muy disgustada, tanto como para fugarse de casa, se llevó su guitarra y su libro de componer canciones. Pensaba vivir del dinero que consiguiese. Diseñado su plan, se sentó en un banco de la plaza del Rey. Se acercó su amiga Sara y le preguntó: -” ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en casa?”-.
-” Sí, pero me he fugado, soy un desastre en el colegio y no quiero hablar de ello”- le respondió Claudia.
Sara dijo: -” ¿Quieres venir a mi casa?, se lo explicaremos a mis padres, ellos seguro que te ayudan a ponerte al día”.
-” Gracias”. Respondió Claudia.
En casa de Sara, se lo explican a sus padres, ellos comprenden la situación, se ofrecen para hablar con los padres de Claudia y enseñarle a ella todo lo que debería de saber.
Después de idear un plan, encuentran la solución a sus problemas con un Campamento de Verano Musical.
Todos están de acuerdo, padres e hijas.
Un mes para disfrutar y ser autónoma.
Llegó el día del campamento, Sara y Claudia prepararon sus mochilas, lo que nunca podía faltar para el Robledal era su libreta de componer canciones y la guitarra. Sara y Claudia siempre estaban juntas. Claudia aprendió a ser autosuficiente.
Todas las noches hacían una velada: cantaban, leían historias… La última noche todos estaban muy tristes. Se quedaron en sus tiendas. Sara y Claudia, muy emocionadas, compusieron su mejor serenata.
“La serenata alhameña”, todos la oyeron y se maravillaron de tanto talento.
Ahora cada vez que hay luna llena las dos se juntan en el paseo del Cisne y cantan su serenata:
“En las noches de luna
de luna llena, cuando Alhama se siente lozana y se engalana, se mira en su río y su cara queda reflejada...” Y todo esto acompañado de una bonita melodía de guitarra.
Brígida Guerrero Peula. CEIP Cervantes (Leído por su tía).
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El sueño
Había una vez
un niño risueño que estaba dormido y tenía un dulce sueño. El niño soñaba
que estaba en la luna saltando, gritando desde la cuna. De repente aparece un león
con cola larga y ojos como limón. ¡Qué subidón! Diego Rivera Molina. CEIP Conde de Tendilla.
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Redacción gráfica: Pablo Ruiz.