El hombre tenía en su casa un potente y prohibido fitosanitario en cantidad suficiente para acabar con la vida de 160 personas.
Durante varias semanas, los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil recibieron denuncias por la muerte de animales en los alrededores de Zafarraya. Ante la sospecha de que hubieran podido perecer envenenados, montaron un dispositivo de búsqueda en la que participaron los agentes de Medio Ambiente. Aquel rastreo, en el que participó la unidad canina especializada en detectar venenos, se encontraron restos de un animal muerto. El análisis de la muestra dio positivo en carbofurano, un fitosanitario prohibido por la Unión Europea desde 2007. Aquella evidencia hizo que se abriera una investigación policial.
Los agentes del Seprona contactaron entonces con cazadores y ganaderos de los alrededores, y las entrevistas le llevaron a un pastor al que siguieron durante semanas. Los cadáveres de animales aparecían en las mismas zonas en las que él sacaba a pastar a su rebaño de ovejas.
Cuando hubieron recogido suficientes indicios contactaron con el hombre, de unos 50 años, que admitió los hechos. Colocaba cebos envenenados para alejar a zorros y perros salvajes de su ganado. Entre sus pertenencias tenía una garrafa con una cantidad de carbofurano suficiente para acabar con la vida de 160 personas, según el análisis al que fue sometida posteriormente la sustancia.