La obra de teatro ‘El hombre que ató a Billy El Niño’ inició el ciclo de ‘la semana del teatro’ que se celebró esto últimos días.
La alcaldesa de Santa Cruz del Comercio, Ángeles Jiménez, presentaba el pasado jueves, 16 de julio, lo que serían las cuatro obras de teatro que se representarían desde ese día y hasta el domingo 19 de julio, en lo que han denominado ‘La semana del teatro’, y en la que destacó tanto las obras que se representaría como a los que participaban en las mismas, destacando el esfuerzo que se había realizado tanto por el centro de día, que iniciaba el ciclo, como por los más jóvenes, que lo cerraban.
Valoró igualmente el tiempo en que había tenido que montarse todo, ya que si bien se cuenta con el grupo de teatro que representa la obra en el mes de agosto, había tenido que acelerarlo todo para iniciar la representación en este me de julio, teniendo en cuenta que algunos de los integrantes del repertorio tienen más de ochenta años, aunque en ningún caso esto había sido obstáculo para tenerlo todo a tiempo.
Acompañada por la directora del centro, María Valenzuela, que intervino en similares términos, agradecieron la participación de las personas asistentes en esta primera obra, así como a los que participaban de fuera, augurando que pasaría unos buenos momentos con las obras que se habían preparado.
Las palabras de Ángeles y de María dieron paso a esta primera representación, que no fue otra cosa que una parodia de la película de ‘El hombre que mató a Billy El Niño’, aunque en esta ocasión se adaptó a ‘El hombre que ató a Billy El Niño’, que lejos de los disparos con balas de esta una película española del año 1967, dirigida por el director español Julio Buchs, aquí los disparos eran de risas en esta adaptación que preparó y dirigió Mercedes Cerezo.
En la plaza del ayuntamiento, con una agradable noche, mucho público y ganas de pasar un buen rato, el sólo acto que duró la representación transcurrió en un salón del lejano oeste, donde los actores del centro de día demostraron su buen hacer e hicieron que el tiempo transcurriera sin darnos cuenta, entre la admiración del público por la representación y simpatía con que se desenvolvían sus paisanos actores y el arte que le pusieron en sus respectivos papeles, y todo ello salpicado de canciones populares fáciles de tatarear por los asistentes.
Un buen comienzo de inauguración al que siguieron en días sucesivos las otras obras programadas.