Muy a su pesar, Santa Cruz del Comercio tuvo que celebrar la Nochevieja como las de antes por la falta de luz eléctrica
Día 31 de diciembre, alrededor de las ocho de la tarde. La borrasca que en estos días está pasando por nuestra provincia provoca que se hayan levantado unas fuertes rachas de viento que en el pueblo de Santa Cruz del Comercio hacen que sus vecinos se teman que la cosa se va a poner negra, en el sentido más estricto de la expresión. Y es que para los “panciverdes”, que haga un poco de aire anuncia que pronto van a quedarse sin luz en sus casas, tal y como sucedió en la tarde del día de Nochevieja. Unas rápidas idas y venidas de la luz dieron paso a la total oscuridad, que se prolongaría hasta cerca de las once de la noche, cuando unos veinte minutos de suministro eléctrico devolvieron a la gente de Santa Cruz la alegría propia de una fecha tan señalada. Eso sí, con más nervios aún si cabe porque todo lo de la cena estaba aún esperando a poder ser cocinado y el tiempo para ello se había acortado notablemente. Los que habían empezado a cenar, lo hacían como nuestros abuelos en sus tiempos mozos, a la luz de unas velas o de una lámpara de gas, y por fin la luz había vuelto y les traía rápidamente de nuevo a la época moderna, con sus luces de colores adornando el árbol, con la tele puesta a todo volumen sin nadie que le preste atención, con los niños en la otra tele jugando con la “pley”… pero como si de una pesada broma se tratara, esas comodidades que en cualquier pueblo se pueden disfrutar, volvieron a desaparecer a golpe de apagón, dado que el viento seguía soplando, como hace cualquier viento, sin ser consciente de que, en Santa Cruz del Comercio, no sienta nada bien a su tendido eléctrico, frágil como la cáscara de las gambas que algunos en sus casas degustaron mejor que ningún año, debido a que el sentido de la vista, forzosamente inutilizado, permitió reforzar los demás sentidos, como el gusto…
Once y veinte, doce menos veinticinco, doce menos diez… Todo el mundo busca soluciones a la situación, se cumplen 100 años de la tradición de las uvas y estaría muy feo no celebrarlo como siempre se ha hecho. No se pueden tomar las uvas con el reloj de la iglesia porque las campanas usan un sistema eléctrico, tele y radio no funcionan, los relojes de pared ya casi no se llevan, y además dan las campanadas demasiado rápido… Quedan treinta segundos para las doce de la noche y las esperanzas de tomarse este año las uvas viendo a la renovada Belén Esteban se desvanecen. Unos improvisan unas campanadas dando con una cuchara golpes a la copa de champán, otros van tomándolas a su ritmo, y otros, simplemente, no se las toman de coraje. Entrada al nuevo año, el 2010 nada más y nada menos, con fracaso y con deficiencias impropias de los tiempos en los que andamos. Y todo gracias a que un poco de viento, inconsciente viento, en Santa Cruz del Comercio y desde hace ya años, deja sin suministro eléctrico a casi 500 habitantes dando al traste con su jornada laboral, con su tiempo de descanso o, incluso, con sus ilusiones y reuniones familiares de celebración.
¿Será la solución celebrar esta entrada truncada al 2010 el próximo verano como a lo hacen en algún pueblo de nuestra provincia? Pues no, la solución es que los ciudadanos reciban unos servicios, por los que religiosamente pagan sus impuestos, con la calidad que se merecen, con la calidad que exige estar en el recién estrenado año 2010, con la calidad que nos permiten todos los avances que el hombre ha hecho hasta llegar al siglo veintiuno, ni más ni menos.
A la mañana siguiente, unas horas después de que la corriente haya vuelto solo a algunas viviendas, comentando lo sucedido con familiares que viven en otros pueblos de la provincia nos dicen: “Sí, aquí antiguamente cuando hacía aire pasaba eso también…”. En efecto. Y es que en Santa Cruz, en muchos casos y en demasiadas situaciones, aún es “antiguamente”.