Nuestra colaborada María Jesús Pérez Ortiz pregonó las fiestas de Ventas de Huelma

“Nací en Málaga, mi madre de Alhama, mi padre de Ventas de Huelma, ¡menuda conjunción y mezcla de culturas…! Esta malagueña de sangre huelmeña y alhameña lleva Ventas en su corazón”.



 María Jesús, dispuesta donde la haya, con vocación literaria hasta la médula, incansable estudiosa de tradiciones y costumbres populares, cuando le propusieron pregonar las fiestas de uno de “sus otros pueblos” ni tan siquiera se lo pensó, cogió sus bártulos y allí estaba, el pasado 27 de julio, en el Temple, pregonando las fiestas de Ventas de Huelma, iniciando la alegría de un pueblo ávido de divertirse en su feria y de pasarlo bien.

Para los que no conozcan a María Jesús, le hacemos un breve resumen de su extensa biografía. Filóloga, catedrática, escritora e investigadora. Ha desarrollado una muy variada y fecunda actividad creadora como poeta, narradora, crítica literaria y articulista tanto en medios de comunicación regionales como nacionales y es colaboradora del Diario Sur de Málaga, publicando también en la Opinión de Málaga, ABC de Sevilla, IDEAL de Granada y en Alhama Comunicación con “Palabra en el tiempo”, así como en otros medios.

 De su faceta investigadora y crítico literaria destacan títulos como “Enfermedad de lo infinito y anhelo de totalidad en la poesía de Juan Ramón Jiménez” (1990), “De lo inefable místico a la creación poética: el lenguaje de los símbolos” (1991), “Cristianismo interior y humanismo en la novelística de Miguel Delibes” (1991), “Aproximación a la vida y obra de San Juan de la Cruz” (1992), la monografía “Fernando de Herrera: el Petrarca andaluz del 2º Renacimiento” (1996), “La poesía de Fray Luis de León” (2001), “Léxico marginal en Francisco de Quevedo” (2001), Técnicas narrativas y sociedad en la 2ª mitad del siglo XIX español: Doña Emilia Pardo Bazán” (2001) e “Influencias europeas en la novela de Ángel Ganivet (La conquista del reino de Maya)” (2011). Entre sus poemarios figuran “Rincones del alma” (1983), “Entre la espuma y las estrellas” (1989) y “Cancionero del mar” (2003). Otros títulos de su autoría son: “Curso de didáctica de la literatura” (1991), el ensayo “Palabra en el tiempo. Crónica de tres décadas de esperanza” (2004), las biografías “Juanita Reina, un estilo una época” (2006) y “Dr. Pedro Ortiz Ramos. Aproximación histórica a su vida y obra” (2010) y la edición “Testimonios y Evocaciones. En el XV Aniversario de la muerte de Juanita Reina” (2014), con ilustraciones de Antonio Montiel y prólogo de Carlos Herrera. “Antonio Montiel, el pintor del alma” (2017) es su tercera biografía”, género que define como apasionante.



 Ha pronunciado numerosas conferencias y comunicaciones en diversos congresos nacionales e internacionales. Está en posesión de diversos premios y ha publicado más de setecientos artículos.

 Pertenece al grupo de investigación y estudios literarios: Las tradiciones críticas del Hispanismo HUM 824 de la Universidad de Málaga.

 En la actualidad tiene pendiente la publicación de su segundo recopilatorio de artículos literarios, “Hoy es siempre todavía”, en homenaje al poeta Antonio Machado, uno de sus ídolos literarios y realiza una importante investigación sobre las estructuras simbólicas de la colectividad, con especial interés por los textos del teatro popular, por lo que es estudiosa y conocedora de muchas de las tradiciones de nuestros pueblos y ciudades.

 
Pregón feria Ventas de Huelma 2017

por María Jesús Pérez Ortiz



Señor alcalde, amigos, paisanos, Ventas de Huelma: muy buenas noches.

 Dedico este pregón a mi padre, José Pérez Martínez, a mis tíos y primos, a toda mi familia y, especialmente, a mi abuelo paterno, José Pérez Romero, ese ser generoso, al que no conocí.

 Recuerdo cómo mi sobrino, Luis Carlos Rodríguez me proponía ser la pregonera de la Feria de “Las Ventas”. La verdad, estaba tan sorprendida que no sabía qué decir. Titubeé, no sé, ¿no puedo, tal vez…? Entonces más que una proposición fue una sugerencia, un modo de tantearme a ver como yo respondía…La verdad es que me sorprendió. Estaba rodeada de papeles, como es en mí habitual y siempre acuciada por las prisas, un libro pendiente de terminar, artículos semanales, alguna conferencia…, y a punto de enclaustrarme en mi despacho, ese reducto donde intento cada día encontrarme más a mí misma…Y terminé diciendo ¿Y por qué no? Estoy acostumbrada a hablar en Congresos a largas distancias, y me hacía ilusión hacerlo así de frente, ante vosotros, y a distancias cortas. Al fin y al cabo mi abuelo y mi padre eran de Ventas, y yo, al fin y al cabo soy una venteña más, una de tantas, sin más pena, ni más gloria, pero sí hija, nieta o biznieta, no sé…del pueblo, de lo cual me siento orgullosa. Así que ya veis estoy aquí hoy delante de vosotros con el infinito deseo de no defraudaros. ¡Volver a las raíces siempre es bueno! ¡Volver a Las Ventas siempre es bonito! ¡Saberse perteneciente a una familia y a un pueblo siempre es reconfortante! Por eso os digo, me quedé pensando que en nuestra vida nada es puro azar. Pienso que este contacto telefónico llegó en el momento que tenía que llegar.

 La preparación de este Pregón me ha brindado la ocasión de rememorar muchas vivencias de mi infancia y adolescencia; quisiera, sirviéndome de las palabras del escritor francés Anatole France, “no perder nada del pasado, pues sólo con el pasado se forma el porvenir”. Por ello permitidme que gran parte de este pregón sea un recuerdo, un recuerdo agradecido de todo lo vivido en “Las Ventas”.



 ¡Qué emoción estar aquí…! No puedo evitar sentir un respeto absoluto viendo algunos de los nombres de los pregoneros de años anteriores. Espero estar a la altura. Pero lo que sí os puedo decir es que lo he hecho de la manera más honesta posible y que para mí es todo un orgullo y un privilegio estar con vosotros aquí esta noche y que este 27 de julio de 2017 quedará grabado en mi memoria como un día inolvidable.

 Quiero agradecer al Alcalde, Luis Miguel Ortiz Arévalo y a toda la Corporación por haber pensado en mí, su amabilidad y sus palabras, a través de Isabel Ortiz y en primicia de mi sobrino Luis Carlos Rodríguez como he dicho anteriormente. Y lo que son las cosas, el azar la casualidad, no sé, tal vez la nostalgia, días antes había estado refiriéndole a un grupo de amigas sobre aquellos largos y felices veranos de mi infancia pasados en Alhama, el pueblo donde nació mi madre y también les hablé de este pequeño y hermoso pueblo de Ventas de Huelma de veranos inolvidables, donde naciera mi padre, y de tantas vivencias, era como si una película viva, real, pasara por mi mente. En una ocasión oí una frase, creo que fue a Serrat que decía: “Cuando se habla de felicidad, siempre nos trasladamos a la niñez” y si me lo permitís me voy a trasladar a los años 60 ¿ o tal vez antes?, cuando yo solía venir por aquí, en el tórrido agosto. Hasta tal punto que incluso les hablé de la posibilidad de darnos un paseo-tal vez la nostalgia de aquellos años maravillosos de la infancia-por estas tierras del temple tan gratas a mi corazón. ¡Cómo afloran con el paso del tiempo los recuerdos…! Les hablé de este pueblecito de calles sin asfaltar, pero que ni falta que hacía… Era casi la naturaleza en estado puro, plena, auténtica, sin ningún tipo de contaminaciones… ¡Qué maravilla…! Se oía-recuerdo- el canto del gallo al amanecer, en esos amaneceres tan limpios, fresquitos y maravillosos… El olor a rastrojos quemados en el atardecer; sus gentes, sus parajes, las eras, la trilla, el zarzal, las ristras de moras, aquellos cacahuetes salados del bar de Manolo… ¡Y si me lo permiten, aquel grillito que me regalaron en una jaulita que yo creía pajarillo…! Y aquel lenguaje particular y maravilloso que hacía las delicias de esta malagueña: el tranco, el barde, el pipo, el “joyo”, sí, el de aceite, pero “¿joyo”?, ¡noooo…! Hoyo, hueco, agujero, bujero… ¿Cómo? , pues por aquello de la “h” aspirada,”joyo” y va que chuta… y qué rico estaba…!, y el “encalao” de sus casas y el miriñaque, pero ¡puñeta! ¡perdón!, si es hasta bonita, miriñaque…, casi nos transporta a un París versallesco, y aquellas tardes, perdonen que insista en mis recuerdos, pero si es que ya no son míos, son vuestros, o al menos de algunos de los que están aquí esta noche, sí, aquellas tardes en que levantando la cortinilla de la puerta de la calle entra un individuo y dice: “Ahí vengo de quemar unos rastrojillos…! “ Y ese diminutivo bailón y sandunguero, bonico, cestica, y aquello de ¡Qué primooor…! ¿Y ponte el saquito?, saco, ¿saco?, ¿saquito? Saben qué era, ¿no? Otra joya del lenguaje de Las Ventas eran unas coplillas que en aquel entonces se cantaban-hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad- ¿Saben cuáles eran?, aquellas que decían: “Las Ventas ya no son Ventas/ que es un segundo Madrid/fábrica de gaseosa/ y también Guardia Civil.”



 ¡Y los días de teatro infantil, en casa de mi tío Enrique, en el patio, una sábana telonera y hale, ¡a real la entrada! , si querían ver ese cuadro de “artistas”. ¡Cuánta felicidad…! ¿Cómo no me voy a sentir de Las Ventas?, ¿Cómo puede serme ajeno ese nombre si está sellado en mi corazón desde esos años dorados de la infancia…? ¡Cuánta belleza y cuánta nostalgia…! Y sabéis lo que me decían cuando llegaba de Málaga esas “titas” universales porque eran las titas, sí, las titas de todos: “Hola, primor, ya está aquí la “boqueroncilla”… ¡Cuánto cariño…!

 Son tantas las anécdotas que tal vez un día, ya no me quedan tantos, los recoja en un libro… Recuerdo una, cuando subí-inocente- monte arriba con unas chanclitas de goma y me las dejé en el camino…Bueno, ¿y cómo dirán ustedes? Es que no saben de lo que era el monte: una montaña de trigo que vi en una gran habitación dedicada a eso, a guardar el grano y ni corta ni perezosa me ilusionó escalarlo y ya saben el final, las zapatillas quedaron enterradas en la semilla apiñada y a continuación: ¡mis zapatillas, ay, mis zapatillas…! Y más pequeña aún, de eso no me acuerdo, se me antojó subirme en la Parrala, no, no, no es la copla de la Piquer, era una especie de tartana que hacía el recorrido por los pueblos vecinos y caminos vecinales. Y yo, ¡quiero subirme en la Parrala, una y otra vez…y por tal de no oírme, el conductor, me dio una vuelta por el pueblo, y tan feliz, tendría unos 3 ó 4 años…
 
De calles y parajes qué puedo decir, quién no ha paseado las calles de día y sobretodo de noche, en esas noches fresquitas de verano, esas puertas abiertas y esas mecedoras de eterno vaivén y esas charlas interminables con el pipo de agua fresquita como testigo, y esos corros de vecinos, ¿en dónde parar y charlar un momento? ¡Buenas tardes, buenas tardes… ¡Dios mío cuánta cercanía…! ¡Cuánto encuentro…! Y quien en verano no paseaba con la rebequita?, rebequita? O el “saquito”, sí, el saquito en mano, esos paseos interminables de silencios y risas infinitas, con el canto del grillo como concierto mágico…Dios mío, cuánta belleza, sí, queridos amigos, así lo digo y así lo siento, ¡cuánta verdad!, ¡cuánta belleza…! ¡Y cuánta inocencia…!



 ¿Quién no se ha parado a respirar, al subir la calle de la iglesia? ¿Cómo voy a olvidar esos lugares, y a esos amigos y amigas? Eso está clavado en mi alma. Eso no lo voy a olvidar nunca. Y tantos nombres que me vienen a la cabeza pero la enumeración sería interminable, de primas y amigas queridas…¿Queréis que los nombre? ¡No!, vaya que me deje atrás alguno. Pero sí digo que todos estáis en mi corazón.

 Me encantaba venir a Las Ventas, a este Paraíso abierto para muchos y sobre todo para los más pequeños que veníamos de la ciudad. Podía jugar en la calle, al escondite, a la pata coja, al guiso, a la comba, a la gallinita ciega, a la rueda…Subidas y más subidas a la trilla, era una de mis aficiones preferidas. Volvía llena de sudor, con las manos sucias y las piernas con arañazos, porque entraba a coger moras, nada más y nada menos que con un impoluto vestidito blanco, porque por la tarde había que arreglarse después de la siesta.

 ¡Qué generación aquella, la nuestra, la de aquellos años 50 ó 60…No había ordenadores ni móviles, ni gimnasios, ni play stations…! ¡Y para qué puñeta los queríamos…! Teníamos el saltador, el charco para meternos, la zarza, la alberca…Son esas pequeñas cosas que te llegan, que te marcan, que te emocionan y que forman parte de ese equipaje de tu vida que no quieres perder.



 Pienso que lo poco que sé lo aprendí de mi padre, de mi abuelo-aunque no lo conociera-de mis tíos, de mi familia, en Las Ventas y de sus gentes. Amistad, trabajo, humildad, honradez o dicho en una palabra, solidaridad. ¿Cómo iba a decir que no pregonaba esta Feria? Aunque no viví en Las Ventas, mi sensibilidad de niña, inconsciente aún, supo sembrar la semilla del cariño, de la amistad. Yo ya sentía, desde mi corta edad, que la gente se conocía, se saludaba, se besaba, se quería…Sentía que todo el pueblo era como una gran familia, que se ayudaba, que se sentía arropada ante cualquier necesidad o desgracia.

 Noches de verano inolvidables donde saltábamos de una puerta a otra, contando chascarrillos, historias, anécdotas, a veces, hasta quedarnos dormidos en el suelo. Las puertas abiertas, algunas ni cerraban… ¡Qué forma de vida más guapa…!

 Y cómo trabajaban esas gentes de sol a sol con verdaderas ganas en huertas, en el campo durante la siega y la trilla, abriendo hoyos…trabajos muy duros. Era curioso, pero casi todos cantaban o tarareaban algo cuando iban y venían del trabajo o trabajando, señal de que el trabajo alegra. La mayoría eran pequeñas empresas familiares, que hacían un gran esfuerzo para mantenerse…Carpinteros, panaderos, herreros, tenderos, albañiles y un largo etc. de los que este pueblo puede sentirse orgulloso.



 Ventas, “Las Ventas” de mis recuerdos infantiles, una ciudad abierta y tolerante, llena de luces… -recuerdo-, de luces muy especiales, sí, aquellos fuegos fatuos en el cementerio, tras los que corríamos asustados, entre risas, sí, entre risas; la muerte estaba aún tan lejos… Y aquella mágica carretera de paseos infinitos, de idas y venidas interminables… Éramos tan felices…

 Ventas, “Las Ventas”, una ciudad generosa y culturalmente inquieta, llena de luces y de olores de esos que roban el alma y hacen que siempre quieras volver. Una ciudad de gente noble y alegre, hospitalaria y luchadora. Ya digo, yo invitaba hacía poco a unas amigas a que vinieran a conocer estos rincones de mi niñez, desvelándole algunas de sus maravillas gastronómicas: su ajo blanco, sus exquisitas morcillas y chorizos, ese choto riquísimo, el vinillo de la tierra y su oro líquido, ese exquisito y afamado aceite que hace las delicias de propios y extraños…

 Les hablaba a mis amigas del barrio de aquellas cuevas-ya desaparecido-, tan humilde como grande, tan auténtico como mágico, y de aquellas casas blancas carismáticas a pesar de los años de escaseces económicas –el famoso estraperlo, la leche en polvo, el queso del cura-lo recuerdo amarillento, tal vez un poco anaranjado; y aquellas puertas regadas y fresquitas al caer la tarde que invitaban a la charla con el balanceo ininterrumpido de aquellas mecedoras que invitaban a la confidencia, a conversaciones interminables que duraban hasta la madrugada y a las que mi curiosidad infantil nunca permaneció impasible.



 ¿Saben? Lo mío no es dar pregones, lo mío parece ser que es escribir y contar historias pero es que Ventas, “Las Ventas” es para mí como la narración de un cuento que viví intensamente en los años más felices de mi existencia, y todos, aun sin saberlo estáis en mis escritos porque formáis pare de mi biografía emocional.

 Ventas- “Las Ventas”-, huele diferente y sabe diferente, sabe a Ventas, cuna de pintores, también de poetas, de políticos que quisieron mejorar su historia, seguro que también de periodistas y artistas que la cantan y la cuentan, de médicos, abogados, maestros, pensadores, universitarios, investigadores, de científicos y también de panaderos, y qué horno aquél de mis recuerdos con esas tortas de aceite únicas; de electricistas, labradores, posaderos, taberneros, jornaleros, vendedores u operarios, porque a Ventas la forma su gente, la gente que la ama, haya nacido aquí o no, como en mi caso; es un pueblo mezcla de culturas, hoy abierto por y para el mundo, un slogan muy adecuado sería: “Ventas, calidad de vida”.

 Vámonos a Las Ventas, cómplice de mi infancia, sentémonos y tomemos algo tranquilamente, ojalá pudiéramos transportarnos a otra época, muy lejana, me imagino a principios de 1900, en que vivía mi abuelo paterno, José Pérez Romero, al que no conocí, un hombre bueno, magnánimo y generoso que repartía a manos llenas cuanto poseía entre los más necesitados, ganándose el respeto y el cariño de todos. ¡Yo rebobinaría la película de la vida y me quedaría con él para comentar sus inquietudes, sus anhelos…Qué corto el largometraje de la vida…!



 Nací en Málaga, mi madre de Alhama, mi padre de Ventas, ¡menuda conjunción y mezcla de culturas… Esta malagueña de sangre huelmeña y alhameña lleva Ventas en su corazón; estudié en la Universidad de Granada; mi primer amor, Granada; mi primer adiós, Granada. Esa Granada estudiantil, semillero de amores que nunca se olvidan, los primeros, los de lejos, los que, con una mirada o unas palabras, te hacían tocar el cielo con las manos. Son tantos los recuerdos… Me he criado junto al mar con olor a brea y a salitre pero me gusta la tierra, esa tierra auténtica de estepas doradas infinitas, esa tierra bendita que glosara en sus versos Antonio Machado, uno de mis ídolos literarios.

 Y antes de despedirnos quisiera romper una lanza por las mujeres venteñas, esas que supieron estar a las duras y a las maduras, esas que han trabajado dentro y fuera de casa y no pisaban un bar, esas que han tirado de maridos e hijos y las más comprometidas hoy día con Las Ventas y encima, han sido siempre muy buena gente, muy competente y, ¡qué caray!, muy guapas. Se me ocurre una coplilla para todas vosotras, mujeres de Las Ventas: “En el pueblo de las Ventas/ hubo siempre una laguna/donde se miran las guapas/porque feas, no hay ninguna. Y esto no es una copla…Es la pura verdad.

 Estos días de feria que comienza en pocos minutos-pronto se dará el pistoletazo de salida-, que llenarán de sana alegría los corazones de estas gentes generosas y hospitalarias e iluminarán la noche y las miradas de los amantes, tienen que vivirse como recompensa, como una auténtica recompensa, como una auténtica explosión de alegría y de reencuentros, sí y de reencuentros y por supuesto que reine por encima de todo el respeto.

 Es necesario festejar y celebrar la vida, el esfuerzo, ensalzar el pueblo, la tierra donde uno vive y quererla bonita, recorrer sus calles y cuando llegue la exaltación de la amistad con 4 copitas de vino del terruño está asegurada; llegue un cante bueno con una guitarra destemplada, en el cortijo de los Frailes o en de Fatimbuya, o donde ustedes quieran, con un plato de jamón, un ajo blanco fresquito, unas berenjenas con miel y un vinito de la tierra… De las Ventas al cielo…



 Tenemos un pueblo- me incluyo si me lo permitís- tenemos un pueblo que brilla con ganas, creemos en una tierra, en una Andalucía y un mundo mejor, aunque en estos momentos convulsos por los que estamos pasando parece desquebrajarse y no podemos, no debemos darle de lado.

 Y es que yo a Ventas la entiendo sin fronteras, abierta y generosa, tendiéndole la mano a quien lo necesita, la siento hospitalaria, “disfrutona”, “trabajadora”, “empalmando” la obligación con el ocio, valiente, “cantaora” y en continuo crecimiento natural de una ciudadanía que aunque algunos vivan en Granada, vuelven al terruño, vuelven a Las Ventas como un continuo ir y venir, como un puente tendido entre Granada y Ventas y si me lo permitís, también, Málaga; gentes que aunque no estén censadas vuelven a este bello reducto que quiere aún así más oportunidades.

 A más viajo y más conozco por ahí, más me enorgullezco decir a boca llena que aunque nací en Málaga, algo muy importante de mí está en esta tierra de mis mayores.



 A más gente que conozco, más me gustáis vosotros; la ironía, la nobleza y las ganas de vivir se te meten dentro nada más vienes subiendo por Las Pedrizas hacia Granada. Y no digamos cuando tomas el camino de Chimeneas, ya huele a Ventas, Ácula, Noniles, entre olivos y llanos… ¡se te encoge el corazón…! ¡Cuánta belleza…! Esa belleza que es un puñado de sensaciones…

 Esta feria también es, y por eso quiero dirigirme a ellos, de los que desearían estar aquí esta noche y por diferentes causas no han podido, aquellos que esperan que pase el tiempo veloz desde algún hospital o alguna residencia.

 Aprovecho para reivindicar la importancia de la ciudad sin barreras, que permite la accesibilidad a todos y todos puedan disfrutar de sus encantos. Y La Ventas es un pequeño pueblo con un Alcalde joven y una Corporación, llena de ilusiones aunque quede por hacer.

 Y nada más, queridos “paisanos”, que disfruten de la feria, de los amigos, de la charla, que la bailen y la canten hasta quedar afónicos, que el alcohol no sea motivo de enfrentamiento sino más bien de compartir buenos ratos, momentos y risas, que eso nos llevamos en la vida. Y si queréis algún exceso, estos son baratos: excesos de alegría, bailar, reír, escuchar música, abrazos a los amigos, que además es muy sano…y entre saludo y saludo…Un cubata…Una cerveza o…bueno si llega el bolsillo.



 Disfruten de nuestro folclore, de nuestra idiosincrasia, de la magia y la verdad que Ventas de Huelma desprende y vivan esta feria de julio, como si fuera el último verano…, que todavía, para las tardes de puchero calentito, manta y sofá quedan unos meses.

 Venteños, y venteñas, seamos más conscientes que nunca de lo que somos, de lo que tenemos y hacia donde nos dirigimos.

 Siempre es necesario volver a casa, sentir tus raíces fuertes como yo las estoy sintiendo esta noche, respirar en Las Ventas. Porque cuando uno se siente de las Ventas, ya la siente para siempre.



 Ahí va una coplilla final: “allá va la despedida/que, aunque ya pasó el tapeo/ son las… (miro el reloj) “Que comience ya el jaleo”.
 
¿Gritáis conmigo?:
- ¡Viva Las Ventas!
- ¡Viva la Feria de Las Ventas!
- ¡Viva la gente bonita de Las Ventas!
- Y que cada uno viva como quiera…
 
 Perdón por la extensión…pero es que hablar de Las Ventas me pierde. Muchas gracias…y aquí tenéis una amiga, o una “paisana”, ¿por qué no?

 ¡Buenas noches, Ventas de Huelma!

 

El pregón en vídeo





En otro orden de cosas
En agosto también fue noticia en Ventas…

Diputación finaliza las obras de mejora del acceso a Ventas de Huelma



La actuación, que ha supuesto una inversión de 60.000 euros, aumenta la seguridad en los enlaces de la carretera que une dicha localidad con Cacín y con Chimeneas

23-agosto-201 - La Diputación de Granada ha finalizado las obras de mejora del acceso a la población de Ventas de Huelma, donde ha construido una glorieta que aumenta la seguridad en la zona. Esta actuación, incluida en el Plan provincial de Carreteras 2016, ha supuesto una inversión de 60.000 euros.

 La nueva rotonda mejora la seguridad en los enlaces de la carretera que va desde Ventas de Huelma a Cacín y a Chimeneas, pasando por Ácula. Así lo ha afirmado hoy el diputado de Obras Públicas y Vivienda, José María Villegas, quien ha asistido esta mañana a la recepción de la obra, un acto al que también ha asistido el alcalde de Ventas de Huelma, Luis Miguel Ortiz.



 Según el diputado de Obras Públicas y Vivienda, la construcción de la glorieta responde a una demanda histórica del alcalde de Ventas de Huelma, que reivindicaba la ejecución de la rotunda para mejorar la seguridad viaria en la zona.

 Para el alcalde de Ventas de Huelma, la nueva rotonda supone “un alivio porque resuelve los problemas de seguridad que presentaba la intersección”. “Era una demanda que veníamos planteando desde hace años y se ha ejecutado ahora, muy bien y muy rápido”, ha señalado.

 La rotonda construida se sitúa en la entrada de la población, en una intersección que es zona urbana, con edificaciones, parada de autobús y espacio ajardinado. Se trata de una zona muy concurrida de peatones y con una elevada intensidad de tráfico, que requería actuaciones para dotarla de mayor seguridad. Por ello, la Diputación de Granada ha sustituido la intersección de las carreteras provinciales GR-3310 y GR-3402 por una glorieta de 30 metros de diámetro exterior que mejora la seguridad vial en la zona.