Suspiros de futuro

 

Antaño, la arraigada tradición de encalar las casas (encalar o blanquear, se dice popularmente), para proteger las fachadas de las casas, y paredes de las viviendas, era una práctica habitual en Jayena.

 La cal preservaba las casas de contagios y enfermedades, sirviendo como desinfectante y ayudando además como barrera para combatir los calores del verano. ¡El calero, el calero!, pregonaban por las calles con sus burros y mulos cargados. “¡Cal en terrón! No hace falta desempolvar mucho la memoria, para recordar que Jayena contó en su tiempo con abundancia de caleras, de las que hoy quedan multitud de restos esparcidos por su término, llegando este oficio a ser toda una forma de vida que sustentaba a muchos vecinos del municipio.

 Aquel año de 1968 a Antonio de Cara Moreno le había tocado realizar el servicio militar en Badajoz. Eso que antes se llamaba hacer la mili. Porque en aquel tiempo realizar el servicio militar era obligatorio en España. La jura de bandera la había hecho en Ovejo (Córdoba). Aquel fue el año del mayo francés o mayo del 68. En España cogía fuerza aquel lema del “(Spain is different)”, corrían aires libertarios de lucha, y los grises despachurraban todo lo que corría delante de ellos. Eran los tiempos de los estudiantes contra la dictadura. Mientras tanto Antonio como un españolito más, acataba su servicio a la patria, que duraría trece meses, desde enero de 1968 a abril de 1969.

 La práctica de la caza mayor, sobre todo, ya a finales de los sesenta, era una costumbre entre los pobladores de la sierra, la decadencia de la producción resinera daba espacio a otras formas de sustento económico, que se estaba normalizando, aunque oficialmente no estaba al alcance de todos. En los setenta muchos casamientos que tenían lugar en Jayena celebraban el convite de boda en el salón de Antonio “Pelambustes”. Era un clásico por aquel tiempo.

 Ya en la década de los 90, el obispo de Granada asistía aquel 18 de marzo de 1995 a la confirmación de 15 jóvenes de Jayena. Era todo un acontecimiento en la villa. En el mes de febrero de ese mismo año habían finalizado las obras de remodelación de la iglesia parroquial. Hacia 15 años que el templo no sufría obras de restauración cuando se había actuado sobre el deterioro del suelo del templo, cambiándolo por uno nuevo. En esta nueva obra de renovación, se modernizaba la instalación eléctrica pasando el voltaje de 110 w a 220 w, además se cambió el suelo de la sacristía, se construyó un nuevo cuarto de baño, y se acometieron otras obras. Pero lo más significativo fue que se descubrieron y recuperaron los portales y hornacinas de piedra de sillería ocultados en las obras de reconstrucción que tuvieron lugar tras la guerra civil. El trabajo de restauración de las puertas y la hornacina fue llevado a cabo por José Ciruela Raya. Se restituyeron ambas puertas y una hornacina a su estado original. La iniciativa fue del párroco Fernando Almansa, que contó con el apoyo de gran parte de los vecinos del pueblo.

 El colegio Virgen del Rosario de Jayena iniciaba sus convivencias en la zona recreativa del “Bacal”, las actividades lúdico culturales iban viento en popa. La majorettes de Jayena cosechaban éxitos allá donde participaban. Y los deportistas más jóvenes ponían el nombre de Jayena en lo más alto en los juegos provinciales.