Giró la vista atrás y una telaraña de recuerdos anegó su memoria hasta ese instante dormida. Avistó sus recuerdos considerando que cualquier tiempo pasado tal vez pudo ser mejor, que antes todo era más sencillo, más fácil, más tolerable, o así le parecía. Oteó hacia aquel tiempo ya vivido, perdiéndose entre recuerdos vagos y extraviados.
Sintió un extraño resquemor lastimero y dulce que le acarició la mirada, con un tacto amable y tierno, como una brisa fresca colándose entre sus dedos en una rojiza tarde de otoño. Y Pensó que en la vida a veces es necesario volver la vista atrás, sin necesidad de excusa, y pararse a contemplar como el camino de la vida te lleva por lugares inesperados a veces dulces y otras amargos. Este podría ser el comienzo de cualquier historia de cualquier libro...
Hoy hemos sentido la mano de la nostalgia que nos abrazaba lánguida, y mustia, y hemos decidido que no queremos negarla, sino que queremos escrutarla y, sumergirnos en ese agridulce letargo. Enriquecer el presente con lo vivido y aprendido. Es por ello que nace esta sección de Jayena en el Retrovisor, donde semana a semana iremos desgranando en imágenes momentos de la vida diaria de Jayena, que en su día marcaron la actualidad del pueblo.
Nuestro pasado, como el retrovisor de nuestro coche, es absolutamente necesario en la carretera de la vida. Y como debemos de mirar el retrovisor en ciertas ocasiones, en determinadas maniobras para tener una apropiada conducción, de la misma manera debemos mirar el pasado como un apoyo en el presente.
Es cierto que el retrovisor distorsiona la imagen que refleja, a veces la hace mucho más pequeña y otras veces distorsiona la forma o la velocidad. Igual ocurre con la memoria que deforma el recuerdo, debe quedar a criterio de cada cual su propia interpretación.
La memoria de la vida, y de las cosas, es tan importante que incluso, a nivel popular se dice que alguien no muere mientras se le recuerda. En la sociedad actual, marcada por la prisa y la presión laboral, pocos tienen tiempo para la memoria, y todo parece pasar tan deprisa, tan virtual y rápido que no vivimos realmente, y todo toma forma de olvido. Se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, esperando que las que iremos trayendo a esta sección hagan presentes muchos recuerdos y momentos que se creían olvidados, y como propósito, practicar el carpe diem, todo lo que no se haga hoy no se podrá hacer mañana y no podrá ser por tanto recordado. En síntesis, mirar de vez en cuando por el retrovisor, y recordarse siempre como un buen recuerdo, con el valor de quien posee corazón y la fuerza de quien conoce la esperanza.
Aquel año de 1994 el curso escolar se inició en Jayena el 14 de septiembre, traía como novedad, la implantación del primer curso del tercer ciclo de primaria cuya equivalencia con la antigua EGB era el curso de 5º. En preescolar de cuatro años entraban 29 niños cuatro más que en el curso anterior de 1993. José Luis Godoy se estrenaba como director y Miguel Calles, como Jefe de Estudios, siendo secretario Manuel Villena. Daba comienzo uno de los periodos más prestigiosos de la comunidad educativa del CP Virgen del Rosario de Jayena. La semilla la había sembrado María Dolores Ruiz Gómez, la que hasta ese momento había sido la directora, del centro y que en ese curso 94-95 ya no estaría. 227 alumnos cursarían estudios ese año en el Colegio Público de Jayena. El año siguiente en el curso 95-96 los alumnos pasarían a ser 223. El atletismo jayenero comenzaba a despuntar de la mano de Miguel Calles. Y los jóvenes y adolescentes animaban la vida social con diferentes actividades. Ya estaba dando sus frutos el trabajo de Katy Valenzuela con el grupo de bailes regionales Azahara, la banda de trompetas y tambores, o la escuela de majorettes que funcionaban desde septiembre de 1993.
Fotos del archivo de Alhama Comarcal (alhama.com)