El pasado día 7 de agosto tuvo lugar la tradicional subida nocturna a la Mesa de Fornes que organiza cada año la Entidad Local Autónoma de Fornes y la colaboración del Centro Guadalinfo.
Se trata de una ruta muy asequible para casi todos los públicos, con un recorrido de unos 12 kilómetros y de dificultad media-baja, que permite a los senderistas conocer la pequeña Villa de Fornes y su entorno.
El inicio de su recorrido partió desde la puerta del ayuntamiento, y, callejeando por el interior de este alcanzamos la conocida cuesta del Portichuelo, para dejarnos discurrir por el camino hacia los molinos disfrutando de las maravillosas vistas que ofrece el valle de la Vega de Armas y a lo lejos el extremo sureste del pantano de Los Bermejales.
Continuamos el sendero por el camino que conduce hacia los Chapiteles, honrando durante la conversación la memoria de personas que perdieron su vida en aquellas tierras y que ha petrificado su recuerdo en las diversas cruces que hallamos por el camino en forma de diferentes hitos. Así como recordando historias y anécdotas pasadas de tiempos de los Maquis que tuvieron una fuerte presencia en esta zona.
Todo ello acompañados en todo momento por el sinuoso y vibrante recorrido que realiza el agua por el trazado de la acequia, lo cual nos permitió acercarnos a esta para hacer un pequeño alto y refrescarse los brazos en la árida tarde de agosto protegidos por el cañaveral que deja crecer.
Una vez que ya comenzamos a adentrarnos en el corazón de la Resinera, descubrimos un pintoresco y espectacular rincón en el que divisamos las estructuras de la antigua Fábrica de resinas con los escarpados picos al fondo del Lucero, El Cerro de los Machos, y La Cadena; un poco más cercano a nosotros, a nuestra izquierda, se alza el Talayón. Aquí ya comenzamos a apreciar los aromas del romero y sonidos del agua junto a pajarillos y diferentes colores de las plantas tan característicos de nuestra sierra.
Al final de este tramo, quizá el que presenta mayor dificultad, en grupo nos ayudamos para salvar la acequia, y cruzar el río Cebollón para comenzar el ascenso tomando la pista de tierra que sube hasta la singular Mesa de Fornes rodeados de pinares, y protegidos por un espectacular telón de fondo formado por las montañas de Sierra Tejeda y Almijara.
Éstas establecen la línea divisoria entre la provincia de Granada y Málaga en esta área, dejando la costa malagueña al otro lado de sus vertientes. Esta panorámica nos hace experimentar la sensación de inmensidad que ofrece la naturaleza y que tanto amaron los románticos decimonónicos.
En la subida hasta la Mesa nos deleitamos en nuestro esfuerzo bajo la atenta mirada del águila, la huidiza escapatoria de la culebra de río, o los evocadores vestigios de una antigua calera que hablan de los quehaceres tradicionales de nuestro pasado más inmediato. Junto a un sinfín más de sensaciones que acarician nuestro ánimo al igual que la brisa oxigenada de entre los pinos que nos permiten una libre desconexión del quehacer y la actividad cotidiana en un ambiente súper agradable.
Cuando llegas a la Mesa encuentras un cúmulo de piedras que son fiel testimonio de la antigua muralla del Opidum de la Mesa de Fornes. Si seguimos el sendero que hay señalizado con cuidadoso mimo, llegas hasta el precipicio de la elevación amesetada donde encontramos las vistas de aquellos atardeceres remotos que también debieron presenciar los vetustos pobladores de este asentamiento hoy ya transformadas, y que no tiene parangón.
La puesta de sol que nos brindó este día quedará en la retina del recuerdo de muchos de nosotros y más cuando es compartida con los seres queridos, con nuestra gente de toda la vida, que siempre derrocha ese cariño y amabilidad particular que te hace sentir como en casa.
Este espacio es un sitio que hay que visitar y conocer para comprender su singular belleza y las sensaciones tan especiales que te hace experimentar y disfrutar, y con ese significado tan especial para los que hemos crecido allí por sus buenos recuerdos.
Para todos los que aún no conozcáis la actividad os invitamos a que nos acompañéis para el próximo. ¡No os la debéis perder!
Texto y fotos: Rita Fernández Moles.
Todo ello acompañados en todo momento por el sinuoso y vibrante recorrido que realiza el agua por el trazado de la acequia, lo cual nos permitió acercarnos a esta para hacer un pequeño alto y refrescarse los brazos en la árida tarde de agosto protegidos por el cañaveral que deja crecer.
Una vez que ya comenzamos a adentrarnos en el corazón de la Resinera, descubrimos un pintoresco y espectacular rincón en el que divisamos las estructuras de la antigua Fábrica de resinas con los escarpados picos al fondo del Lucero, El Cerro de los Machos, y La Cadena; un poco más cercano a nosotros, a nuestra izquierda, se alza el Talayón. Aquí ya comenzamos a apreciar los aromas del romero y sonidos del agua junto a pajarillos y diferentes colores de las plantas tan característicos de nuestra sierra.
Al final de este tramo, quizá el que presenta mayor dificultad, en grupo nos ayudamos para salvar la acequia, y cruzar el río Cebollón para comenzar el ascenso tomando la pista de tierra que sube hasta la singular Mesa de Fornes rodeados de pinares, y protegidos por un espectacular telón de fondo formado por las montañas de Sierra Tejeda y Almijara.
Éstas establecen la línea divisoria entre la provincia de Granada y Málaga en esta área, dejando la costa malagueña al otro lado de sus vertientes. Esta panorámica nos hace experimentar la sensación de inmensidad que ofrece la naturaleza y que tanto amaron los románticos decimonónicos.
En la subida hasta la Mesa nos deleitamos en nuestro esfuerzo bajo la atenta mirada del águila, la huidiza escapatoria de la culebra de río, o los evocadores vestigios de una antigua calera que hablan de los quehaceres tradicionales de nuestro pasado más inmediato. Junto a un sinfín más de sensaciones que acarician nuestro ánimo al igual que la brisa oxigenada de entre los pinos que nos permiten una libre desconexión del quehacer y la actividad cotidiana en un ambiente súper agradable.
Cuando llegas a la Mesa encuentras un cúmulo de piedras que son fiel testimonio de la antigua muralla del Opidum de la Mesa de Fornes. Si seguimos el sendero que hay señalizado con cuidadoso mimo, llegas hasta el precipicio de la elevación amesetada donde encontramos las vistas de aquellos atardeceres remotos que también debieron presenciar los vetustos pobladores de este asentamiento hoy ya transformadas, y que no tiene parangón.
La puesta de sol que nos brindó este día quedará en la retina del recuerdo de muchos de nosotros y más cuando es compartida con los seres queridos, con nuestra gente de toda la vida, que siempre derrocha ese cariño y amabilidad particular que te hace sentir como en casa.
Este espacio es un sitio que hay que visitar y conocer para comprender su singular belleza y las sensaciones tan especiales que te hace experimentar y disfrutar, y con ese significado tan especial para los que hemos crecido allí por sus buenos recuerdos.
Para todos los que aún no conozcáis la actividad os invitamos a que nos acompañéis para el próximo. ¡No os la debéis perder!
Texto y fotos: Rita Fernández Moles.