'Comacón. Cacín forever', es un libro de 30 relatos «para tratar de entender nuestra contradictoria e irrefutable realidad»
La presentación de 'Comacón. Cacín Forever' de Miguel Ángel Pérez Abad, en el salón de plenos del consistorio caciñeno fue todo un acontecimiento. Centenar y medio de asistentes, cerca de 50 libros dedicados y otros tantos encargados dan idea del poder de convocatoria de este hijo de Cacín que ha decidido poner en el mapa a su pueblo y qué mejor que hacerlo fijando en el papel sus vivencias al tiempo que recuperando la memoria de muchos personajes locales.
Antonio Arenas - Juan Vanveros | CACÍN
Para que se hagan una idea de quién estamos hablando les contamos que el curriculum abreviado de Miguel Ángel ocupa 16 páginas pero nosotros solo diremos que estuvo seis años en Melbourne (Australia), de 1997 a 2003 de Asesor Técnico docente de la Embajada de España en Camberra. A su regreso estuvo casi 5 en la Delegación de Educación como asesor jurídico, (del 2003 al 2007) tras lo que decidió volver a marchar al extranjero concretamente a EE UU estuve como Agregado de Educación, diplomático, de la embajada de España, con sede en Los Ángeles, con el título de Cónsul de Educación (de 2007 a 2012). A su regreso se incorporó como catedrático de inglés al IES Padre Suárez donde ha impartido esta materia hasta su jubilación en 2018.
Con todo no está dicho aún lo mejor de Miguel Ángel y es su talante personal y humano que le ha granjeado grandes amistades allá por donde ha ido, sin perder las de su infancia y juventud. La prueba se hizo palpable el día de la presentación presidida por la alcaldesa en funciones del municipio, Pepi Ramírez, a la que, pese a ser una tarde tormentosa, muchas amistades y familiares se dieron cita en Cacín. También en la constitución de la propia mesa en la que contó con otros caciñeños como el prologuista, profesor e historiador, Eusebio Pérez Gómez; el artista y cantaor, José Cervera Fernández, 'El Cuchillas' y el catedrático de Lengua y Literatura española y escritor, Juan Naveros Sánchez a quien podremos conocer en Alhama, el próximo 14 de julio, pues presentará su novela ''La bruma que apacigua la memoria' (Ed. Nazarí) ' (20 h). Juan nos ha facilitado el texto de su presentación que por su calidad e interés como aproximación al libro de Pérez Abad, reproducimos a continuación:
Presentación de “COMACÓN, Cacín forever” de Miguel Ángel Pérez Abad
Juan Naveros Sánchez
Catedrático de Lengua y Literatura
Buenas tardes y bienvenidos a un acto tan gratificante y entrañable como es la presentación de un libro que, como si se tratara de un hijo, es portador de los recuerdos, ilusiones y fantasías de quien lo ha concebido y hecho posible.
Y en el caso que hoy nos ocupa, se trata de Miguel Ángel Pérez Abad, querido amigo desde la infancia, antiguo compañero de colegio, a quien he seguido en su brillante trayectoria profesional y con el que me honro en colaborar en día tan señalado para él.
Pero importante es también para la intrahistoria del pueblo homenajeado, Cacín, insignificante en los avatares históricos del país, sin hechos destacables, ni referencias legendarias en sus cercanías y por lo tanto, del que nunca se esperaría que pasara a las crónicas oficiales de la nación.
Pero por casualidades de la vida y especialmente por el profundo amor de un hijo agradecido, hoy se ve encumbrado a la categoría de pueblo mítico por esta valiosa narración que hoy presentamos.
Perpetuar pequeñas vivencias
Como todos los buenos textos escritos servirá para perpetuar las pequeñas vivencias de una población de escasos recursos y ninguna distracción, pero con mucho coraje para sobrevivir hasta hoy.
A partir de este momento, Cacín quedará ennoblecido por los recuerdos, envuelto en un halo mágico por la acción benéfica de una memoria apacible, e impecablemente ensalzado por una prosa, en algunos momentos prosa poética, rica en recursos lingüísticos y también literarios, que cualquiera degustará en ese momento cumbre de su lectura, cuando comienza la verdadera andadura de un libro.
Porque la potencialidad de ese diálogo silencioso no comienza hasta que el lector, ocasional o interesado, lo abre y lo lee. En ese momento es cuando el libro adquiere su razón de ser e inicia su función como inigualable elemento de transmisión de conocimientos y emociones. Y éste, advierto, está cargado de ambos.
Ese será el maravilloso momento en que el lector averiguará la razón de su insólito e ingenioso título, tras las resonancias inmediatas e ineludibles de la Comala de Juan Rulfo y del Macondo de García Márquez sincopadas y las de la ensoñación exótica y casi cinematográfica de forever: Comacón, Cacín forever.
Entre Comala y Macondo
Descubrirá que, como en la Comala de Juan Rulfo, este Comacón arrebujado entre lomas y barrancos, impasible, a veces vaporoso como un limbo, vive el silencio y en sus entrañas pareciera que el mundo entró en pausa, con esa sensación de todo momento germinal. Como el pueblo de Rulfo, Comacón agudiza la broma de sus habitantes para renombrarse con apodos, cuenta con una totémica montaña, aunque no volcán, a la que llama Pingurucho y con las ruinas fantásticas de un palacio o Cortijo del Amo, vigilante siempre, aun en ruinas, con la autoridad de un poder extinguido.
Como el Macondo de García Márquez, una aldea pequeña de casas humildes entreteje las vidas de su vecindario en la cercanía de un río de aguas cristalinas, pero del que todos recelan desde antaño por haberse convertido en un monstruo omnipresente en los sueños, amenazante en noches de crudo invierno y lluvias torrenciales. En más de una ocasión avivó el miedo y alimentó de magia las mentes de los niños, como en los cuentos, por transmisión oral y fue siempre testigo y génesis de estas historias de lo real maravilloso, lo real y lo onírico enredados, o de realismo mágico al que nos acerca alguna de las notables historias recogidas en esta sugestiva publicación. Como Macondo, es un sitio en el corazón y con palabras del propio García Márquez, podríamos decir que Comacón no es lugar, sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver y verlo como quiere.
Y con los ecos de Comala y Macondo, Comacón, con sus pasiones humanas, el paso de la vida, el olvido, la soledad, las divagaciones de la realidad, la magia de los recuerdos y el escozor del abandono.
Como en García Márquez y Juan Rulfo, la visión imaginativa de los relatos de Miguel Ángel trasciende la realidad y los carga de tal fuerza literaria, que reconcilia al lector con su mundo, con su porción de historia, con sus protagonistas y con la bulliciosa, vitalista y fundamental infancia.
Porque para añadir más pesadumbre y desasosiego a los acontecimientos pasados están los historiadores y la búsqueda incesante de sus grandes talismanes, los documentos. Y si estos no aparecen o se eliminaron, el silencio quejoso y sin respuesta, porque no tienen nada que decir. Y ahí entra en juego la narrativa histórica, o testimonial, o la historia novelada, o la literatura intuitiva, filtrándolo todo con los sentimientos de quien la revive para congraciarse con ella. Por eso son tan importantes y necesarias estas recreaciones, para suplir a la historia y para dotarla de los sentimientos de los que aquella ha sido desposeída.
La infatigable labor pacificadora de la memoria y la fuerza de la buena literatura son necesarias para dulcificar la existencia y los recuerdos. A falta de iglesias barrocas, restos de atalayas o tumbas ilustres, un libro como éste, cargado de afecto, sensibilidad, gracejo, pundonor y respeto para todo y para todos.
Ficción de la realidad
Porque para vivir no basta la vida, es necesaria la ficción de la realidad a través de la literatura oral o escrita, para ayudar a comprenderla. Eso es lo que nos aporta Miguel Ángel en estos relatos, además de un magnífico ejercicio de buen hacer y de esmerada escritura.
Las bellas descripciones del paisaje y la intensidad de la emoción, apenas refrenada en sus páginas, se conjugan con las evocaciones de un pasado persistentemente azaroso pero radiante, para impresionar y sobrecoger el ánimo del lector, quien podrá disfrutar así de una esmerada elaboración, una escritura profunda, auténtica, armoniosa, así como de fascinantes matices de observación.
Y todo eso me hace afirmar una vez más que no hay nada más útil que la auténtica literatura, porque nos propicia la oportunidad de desconectar de tanta realidad imbuida por los medios de comunicación, del agobiante trajín de la vida y de las pequeñas y diarias derrotas que mortifican el ánimo. Ningún otro arte enseña que el mundo en el que vivimos está por debajo de lo que somos capaces de soñar.
Quien escribe literatura, debe tener algo que decir y saber cómo decirlo. Lo primero nace de las vivencias de cada uno, de su capacidad de observación y sobre todo, de la continua y profunda reflexión sobre la condición humana y las viejas verdades universales, las realidades del corazón y el valor del amor, del honor, de la esperanza, de la compasión, de la honestidad; lo segundo, el saber cómo decirlo, surge de la lectura, del aprendizaje teórico, de la práctica, del esfuerzo, del tesón y no del abuso o tergiversación de ideas. Y esta dualidad literaria y fundamental, condimentada con un profundo amor a su pueblo, están presentes en este breve pero encomiable libro.
Con una mirada atinada, justa y amable narra anécdotas tan hilarantes como la calefacción de la zahúrda de Mangafuego y el escrupuloso ceremonial de una Cencerrá. Reproduce las coplillas de los cronistas más reputados del pueblo en versos llenos de chispa, ironía y espontaneidad. Rememora las travesuras del imborrable pescadero “Alhendín”, los avatares de la Alsina, sus afanosos viajes, los crudos inviernos y la lluvia torrencial de aquella noche de 1963, de vigilia y terror por el posible desbordamiento del pantano, que todos los que la vivimos, llevamos incrustada en el subconsciente. Reivindica la memoria de las llamadas “almas blancas” (esas personas bondadosas, desinteresadas, de buenas intenciones y un poco perdidas en los meandros de la realidad) con exquisita sensibilidad, afecto y convicción: existieron, fueron, son y ocupan un lugar eminente en nuestros corazones.
Compendio de vivencias
Un libro, en fin, de treinta relatos que compendian vivencias como caminos recorridos en la vida. Literatura a pequeños sorbos. Una apuesta idónea contra la velocidad y la ausencia de tiempo para el ocio cultural que caracteriza a nuestra utilitarista época y la existencia del hombre occidental.
Las buenas lecturas son como el café, hay quienes lo prefieren largo y quienes lo disfrutan más en corto y tan difícil es escribir uno de esos libros largos para los que se necesitan muchos meses y años, como encapsular un mundo narrativo y de sensaciones en un expreso.
Comacón es, en conclusión, un conjunto de historias de extensión variada que nos recuerdan que necesitamos de los relatos para contarnos lo que somos, para tratar de entender nuestra contradictoria e irrefutable realidad.
Y ya acabo, pero antes de ceder la palabra, permitidme dar los parabienes a Miguel Ángel y tres veces las gracias: una por el magnífico regalo que me ha supuesto su lectura; otra, por incluirme inmerecidamente en el capítulo de hijos ilustres del pueblo; y finalmente, por el honor de participar en su presentación.
Muchas gracias y enhorabuena.
Juan Naveros Sánchez,
Cacín, 2 de junio de 2023
La alcaldesa da la bienvenida |
Inicio del acto |
Pérez Abad y el Cuchillas en los ensayos previos |
El autor junto a la alcaldesa y a Juan Naveros |
Juan Naveros y Eusebio Pérez |
Pérez Abad y El Cuchillas |
Pérez Abad y Juan Naveros |
Pérez Abad y El Cuchillas |
El Cuchillas acompañado a la guitarra por M.A. González |
Al final del acto el autor agradece la asistencia al publico |
Obsequio que le entrega la alcaldesa |
Público
Firma de libros