Inquieto y polifacético, natural de Arenas del Rey, José Arrabal, el cincuenta por ciento de Arrabal&Cía, fallecía ayer en Granada. La muerte le sobrevino de forma repentina mientras preparaba la apertura de la última muestra de la emblemática galería, que inauguró finalmente el sábado por la tarde tal y como estaba previsto (y tal y como hubiese sido su deseo).
El artista y galerista nació "en un pentagrama de boleros, andarín como el cartero -no de Neruda aunque sí de Kandinsky- audaz soñador desde su templo abierto para casi todos del Callejón del Señor, celoso del papel y las tintas, organizador de figuras insospechadas, autodidacta como un niño que intenta con las piezas de madera de su arquitectura organizar un edificio, un cuerpo o un mundo". Con estas palabras Juan de Loxa describía su andadura vital con motivo de la inauguración de su exposición Caledoscopía en 2008.
Además de su faceta de creador, Arrabal abrió, allá por el año 2006, un espacio dedicado al arte en el céntrico barrio del Realejo al que llevaba trabajos de diferentes disciplinas que filtraba con un gran estilo para "garantizar" una buena oferta cultural.
Pintor autodidacta, eligió una vertiente que no suelen escoger los naif: dibujo geométrico casi cinético, detallado, minucioso e influenciado por su socio, el pintor Alejandro Gorafe.
Esa es la parte de su trayectoria por la que es recordado recientemente en Granada, pero a esta ciudad regresó tras una intensa vida en Barcelona donde fue funcionario de Correos muchos años al tiempo que colaboró como figurante en el Teatro del Liceo. También fue asesor cultural de algunas ONG para las que hacía decorados que se usaban en funciones teatrales. Además actuó como cantante de boleros en muchos y pequeños locales en la Barcelona de los años 70 y 80.
Jubilado de Correos, se instaló en el Realejo y puso en marcha junto a Gorafe Arrabal&Cía, un espacio sin ánimo de lucro en el que tuvieran cabida los artistas más de vanguardia, un lugar de experimentación abierto a los jóvenes que logró convertirse en un referente en el arte local además de en uno de los espacios más resistentes de todas las galerías de la ciudad a pesar de la crisis.
Cristiano convencido y generoso hasta la exageración, tal y como lo describen sus amigos, además de en la programación de la galería de cara a este invierno trabajaba en una muestra que se le había encargado recientemente para ser expuesta en la Casa de los Tiros y con la que cuentan que estaba muy ilusionado.