IDEAL entrevistó a Jesús Ubiña, alcalde de Alhama



 Dentro de la sección HABLA EL ALCALDE, en las que se entrevista a los alcaldes de la provincia, realizada por Paco Álvarez, se publicó en la página 14 de dicho diario el pasado lunes 14 de noviembre de 2016.
 
 Alhama de Granada tiene ese porte de ciudad señorial y floreciente que fue, en el siglo XII y sucesivos, donde las rutas comerciales atravesaban Granada, desde Jaén en dirección a la Axarquía. Más adelante todo eso cambió, el epicentro económico de la zona se trasladó a Loja y Alhama de Granada cayó en el olvido. Jesús Ubiña Olmos, (alcalde de Alhama de Granada), sueña con devolver a la ciudad ese esplendor que antaño tuvo y reclama a las administraciones públicas «menos centralismo» y más inversión en las zonas rurales, ya que son, a su juicio, las que pueden cohesionar el territorio porque «no se sostiene, que todo el mundo tenga que irse a vivir a las grandes ciudades». Jesús encabezó la lista del PP en las pasadas elecciones como independiente, tras varias legislaturas como concejal al lado de Pepe Molina.

¿Qué es lo que más detesta de su vida como alcalde?
– La rutina de todos los días, ver como tus hijos crecen y no te da tiempo a estar todo lo que quisieras con tu familia. Pero sobre todo, cansa las malas formas de la política y los desaires de algunas personas que entienden la política como una batalla. Cuando salí de alcalde me pusieron una denuncia en la Fiscalía, no entiendo muy bien por qué, relacionada con cuestiones que he realizado en vida profesional. Es de muy mal gusto que envíen un whatsapp a mi niña diciéndole que a su padre lo van a meter en la cárcel. Esto quema y es muy desagradable.

¿En qué sectores se asienta la economía local?
– La principal actividad ha sido siempre la agricultura con leguminosas y almendro, pero en los últimos años el olivo ha ganado protagonismo. En Ventas de Zafarraya hay una importante agricultura intensiva de hortalizas, pero requiere mucha agua, que es uno de los grandes problemas del pueblo porque nuestro municipio, recoge agua pero la manda al río Alhama y al pantano de los Bermejales, y desde allí se distribuye a los pueblos vecinos y nosotros prácticamente nos quedamos sin nada.

Uno de los ejes de su programa es precisamente el agua. ¿Qué medidas tienen previstas para solucionar este problema?
– El agua es sin duda nuestra principal preocupación. Nos gustaría poner en regadío 3.000 ó 4.000 hectáreas de olivar que, aunque pueda parecer una bestialidad, en comparación con el gasto que se produce en la campiña de Sevilla o Córdoba, aquí sería menor. No tenemos concesiones de agua suficientes porque el Plan Hidrológico Nacional no lo permite. Hoy en día, si metes una solicitud en Confederación diciendo que quieres 40.000 metros cúbicos para poner 80 hectáreas de regadío, automáticamente te la deniegan. Por eso queremos reorganizar la distribución del agua en nuestra cuenca para que todos podamos tener agua. No unos mucha y otros nada.

Y el agua termal, ¿podría utilizarse para otros usos?
– En eso estamos. Queremos negociar con el balneario para aprovechar el agua sobrante que ellos no necesitan, pero de momento no ha habido mucha colaboración. El último aforo de agua termal que se hizo dio 80 litros por segundo. De esos 80 litros, el balneario utiliza aproximadamente 10 y el resto se tira al río. Por eso, queremos utilizar el agua termal que no utiliza el balneario para darle un uso recreativo creando una piscina. Nuestro proyecto consistiría en bombear el agua y crear una piscina cuya agua ya estaría caliente y por tanto la inversión iría encaminada solo a los gastos del bombeo y a la construcción de la infraestructura. Para nosotros, esto es una forma de revertir al pueblo lo que es del pueblo.

De la conversación que estoy teniendo con usted deduzco que es un ferviente defensor de las zonas rurales.
– En efecto. Los grandes núcleos de población atraen continuamente a la gente, el dinero siempre se invierte allí y las administraciones se olvidan de los pueblos. Nosotros tenemos que tener un nivel impositivo bajo para que la gente no se vaya y además hacer frente a las inversiones urgentes. En Alhama de Granada hay una cantidad enorme de caminos rurales que cuesta mucho dinero mantenerlos. Ya me dirás tú si no cuesta mantenerlo con asfaltados y arreglos periódicos de zahorra. Y todos esos gastos siempre caen sobre las espaldas del ayuntamiento. Yo muchas veces digo que si el reparto de los fondos se hiciera sobre el territorio, no sobre la población, nosotros saldríamos ganando.

¿Qué tiene el carnaval de Alhama de Granada que no tengan otros carnavales?
– Personalmente es la fiesta que más me gusta. El carnaval aquí se fraguó en la época de la represión, cuando la gente se disfrazaba y corrían de la Guardia Civil. Las nuevas generaciones vivimos el carnaval de otra manera. Yo me acuerdo cuando los chavales salíamos del colegio e íbamos en busca de la ropa más desastrosa que tuviéramos para disfrazarnos lo máximo posible. Consiste básicamente en eso, en disfrazarte tanto que ni tu hermano, ni tu mujer te reconozcan y dar la tabarra toda la noche por el pueblo. Me encanta el carnaval.

Foto y texto de IDEAL.