En La Alpujarra granadina con Ilusiónate travel



La belleza agreste del paisaje alpujarreño y la hermosura de sus pueblos es una buena razón para visitar el que fue el último reducto nazarí.



La historia de esta tierra de cañones, barrancos y pueblos blancos conservados en toda su pureza arquitectónica, es una buena razón, para conocer parte de esa historia, que es nuestra historia, de boca de alguien de la zona es otra. Pero también la gastronomía, con esos productos del cerdo en una zona en la cual no se crían cerdos, pero que tiene jamones con denominación de origen, puede ser otra razón.

O, simplemente, viajar por el puro placer de viajar, de conocer tierras y gentes nuevas. Cualquier razón es buena para viajar a esta tierra granadina tan distinta a nuestra Comarca de Alhama. Y en nuestro caso además de todas esas razones, también el hecho de estar organizado el viaje por Ilusiónate travel fue un incentivo más para sumarnos a ese grupo de gente de la Comarca de Alhama y de Granada que el pasado basado 28 de noviembre salía de la parada de autobuses, “de las banderas” con destino a tierras de la Alpujarra granadina, a Lanjarón como primer destino. Un vehículo de Viajes Ainhoa, conducido por Víctor, fue el encargado de llevarnos.

Allí, en Lanjarón recogimos a Jesús, nuestro guía que nos acompañó durante todo el recorrido a la zona y tuvimos una pequeña y grata sorpresa en el bar donde desayunamos. Al pedir un vaso de agua, dije al camarero que nos atendía que el agua del grifo de Lanjarón es la mejor de Andalucía y la segunda la de Alhama, mi pueblo. Al escuchar Alhama me dijo que eramos paisanos, nacido y criado en Alhama, a los 16 años marchó a Lanjarón. Su nombre, Pepe Escobedo y se crió en un cortijo de “Las piedras blancas”. También en Lanjarón tuvimos tiempo de hacernos una foto al lado de un cañón, creo que antiaéreo, puesto que en el pueblo hay tres cañones de artillería como recuerdo de la lucha contra los franceses, por lo cual la gente de Lanjarón es conocida como “los cañoneros.”


El Barranco de Poqueira y la localidad de Pitres, fue la segunda etapa del viaje, en Pitres visitamos una fábrica de chocolate y pudimos degustar una muy amplia variedad de productos elaborados con chocolate y comprar algo, también. De este pueblo es conocida la leyenda de que un político en elecciones preguntó :

“Bárbaros de Pitres, ¿Que queréis?, dos cosechas al año, concedido, a partir de ahora el año tiene veinticuatro meses, ¿Que más?, puerto de mar, contestaron, ¡Concedido lo tenéis! Y, ciertamente, nosotros atravesamos el Paseo Marítimo de Pitres mientras Jesús, el guía nos contaba que el agua de mar la van a subir con herpiles. Tal como nos lo contaron, lo contamos.
Subiendo carretera arriba, dejábamos paisajes bellísimos, barrancos y cañones y, llegamos a Trevélez, 1.486 metros sobre el nivel del mar. Allí nos esperaban en el secadero de jamones de Jamones González, donde pudimos ver gran cantidad de jamones, algunos de ellos de gran tamaño, un vídeo sobre el curado de jamones y catar embutidos y jamón, así como comprar cada cual lo que quiso para proveer la despensa con vistas a las fiestas de invierno, ya cercanas.


El apetito estaba más que dispuesto para llegarnos al restaurante González donde en un ambiente de lo más agradable, dimos cuenta de la sopa de picadillo, el plato alpujarreño, poco apto para dietas, compuesto de patatas, pimientos, huevo, chorizo , morcilla y jamón y un postre popular del pueblo, soplillo de la Alpujarra, a base de azúcar, clara de huevo y almendra. Muy buena elección la de Laura y Silvia, de Ilusiónate Travel, para la hora de la comida.

Después del café vuelta al autobús para hacer una paradita en la Fuente Agria, nombre que debe a la enorme cantidad de hierro que llevan sus aguas. De allí una corta visita a Pampaneira, hermoso pueblo que, como todos los de la zona, ha sabido ser fiel a su esencia, arquitectura tradicional y costumbres, sabedores de que eso es, precisamente, lo que le da su encanto.


La puesta de sol, nos sorprendió caminando por ese pueblo hacia el autocar que nos iba a llevar, nuevamente a Lanjarón, donde despedimos a nuestro guía y aprovechamos para una corta visita al pueblo y para tomar algo antes de iniciar el regreso a Alhama.

Pero de esta sencilla crónica de viajes falta lo esencial, lo que no puede ser reflejado con palabras, y es la cordialidad de la gente con la cual hicimos el viaje y el excelente trato dado por las propietarias de IlusiónateTravel a todos y cada uno de los viajeros. Con gente así, todos los destinos de viaje son buenos, muy buenos.

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