En Alhama ya se ha precintado un local, el conocido como TBO o “Monkhana copas”, y sobre otros hay vigilancia policial
Hace unos días el conocido bar de copas TBO (o Monkhana) aparecía precintado, el motivo son las denuncias acumuladas de los vecinos por los ruidos y las molestias de estos establecimientos, o por música alta y funcionado en horas de madrugada.
No es la primera vez que ocurre, ya ha habido otros establecimiento precintados, o que han tenido que desistir de seguir en esta actividad, como ocurrió el pasado año con el ´”Ángelo”, y al parecer otros podrían correr la misma suerte, el precintado del establecimiento durante varios meses y la correspondiente multa que suele ser elevada, ya que sigue habiendo quejas y denuncias de los vecinos, por lo que varios de estos establecimientos están advertidos.
Los jueces no se lo toman a broma
Las autoridades municipales no quieren ser los que al final sean los encausados por no aplicar la ley, sobre todo después de que algunos ayuntamientos hayan sido los denunciados, y después de que se den sentencias como la que este mismo mes de abril se daba a conocer en la prensa de que "El dueño de un bar de Santa Fe acata una condena de prisión por el ruido de su local"
Juan Anguita, conocido como 'Juani', el que fuera durante tres décadas -entre los setenta y noventa-, quizás el empresario de hostelería de Santa Fe más popular en el ambiente de una decena de bares, restaurantes, discotecas y casetas de feria y carpas en las fiestas locales, acudió ayer por primera vez en su vida a la Audiencia Provincial de Granada a juicio. Lo ha hecho a sus 63 años cumplidos, jubilado por enfermedad y aquejado del corazón, al haber sido denunciado por su vecino por ruidos.
El juicio contra Juan Anguita quedó visto para sentencia y, aunque le condenaban por un delito de ruidos a un año y once meses de prisión, de los cinco que pedía el Ministerio Fiscal, no cumplirá la condena al aceptar el cambio por una multa de 25.000 euros.
No obstante, asegura que abrirá al día siguiente de recibir la sentencia porque se ha gastado la friolera cantidad de 70.000 euros en insonorizar todo el local con la última tecnología, «para acabar con la pesadilla», que no sabe cómo no le ha provocado un segundo infarto.
Siete años de lucha
Juan estaba denunciado desde hace siete años por el vecino del piso de encima de su cafetería de la calle Pintor Velázquez de Santa Fe. Desde hace más de quince años abrió su local con licencia de apertura y durante nueve, no tuvo problemas de ruidos ni de ningún otro, fundamentalmente, porque en el local no había más que una cafetera y dos arcones frigoríficos.
Pero su pesadilla comenzó cuando realizó una ampliación de la cocina, incluyendo en su negocio un bajo anexo que ya tenía una cámara frigorífica que utilizó para guardar la bebida y productos frescos. Fue entonces cuando el vecino de encima de su local, uno de los cuatro con los que linda su techo, comenzó a escuchar ruidos que no le dejaban dormir. Como el motor de la cámara estaba en un hueco en la fachada, varios vecinos le dijeron que daba ruidos. Anguita realizó obras y lo metió dentro de su local y colocó aislante. Desde este momento los vecinos del bloque dejaron de quejarse aunque uno seguía escuchándolos. Era concretamente el de encima y fue a poner varias denuncias en el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Santa Fe, cuyos técnicos lo midieron y dio positivo.
Buscar soluciones
Juan argumentaba a IDEAL que nunca ha habido mala intención en los hechos y que siempre ha querido que se subsanasen los problemas. Incluso dice que apagaba la cámara de madrugada, porque la mayoría de los días cerraba a las once de la noche «y como ya no había clientes, excepto en verano, probaba a ver si no había quejas». Sin embargo, con la cámara apagada y los arcones y cafetera desenchufadas, también las recibió en alguna ocasión, afirma. «Y en éstos caos ya no comprendía que era lo que verdaderamente estaba pasando. Incluso he llegado a apagar todo el sistema eléctrico sacando los productos perecederos y también las hubo».
Del negocio come la familia y ya lleva cerrado más de once meses. Ahora, aclara este empresario local, los ruidos son «inexistentes» y lo único que desea es volver a su vida normal sin tener problemas con nadie, pues dice que nunca ha sido hombre de buscarlos y «ahora, con mis años, mucho menos». Manifiesta, por tanto, que acatará la sentencia judicial «al dedillo» y, mirando al cielo, asegura que hará todo lo posible por seguir «haciendo amigos».
La noticia de IDEAL la pueden consultar aquí.
En la imagen: El TBO precintado por orden municipal y el precinto que aparece en su puerta.