Lo trajo la empresa OCISA desde Norteamérica hasta Alhama de Granada en el otoño de 1968 para realizar el túnel trasvase a los Bermejales. Tardó 282 días en abrir los siete kilómetros de túnel, a razón de 72 m. lineales con una sección de 3,80 metros de diámetro. (Imagen de la rozadora publicada en la portada del ABC de Madrid del 10 de noviembre de 1968)
En estos días la ausencia de lluvia hace que el túnel-trasvase del río Alhama a los Bermejales permanezca seco como la mojama. No obstante, los visitantes del entorno de la presa de este río, situada a un par de kilómetros de la población en la carretera que le une con Játar, pueden disfrutar de este pequeño lago artificial bordeado de vegetación de hoja caduca que va tomando su habitual tono otoñal, y que numerosas aves acuáticas lo han convertido en su hogar permanente. Pero cuando las lluvias generosas caen sobre las montañas cercanas y el caudal del río se incrementa el agua sobrante se conduce a la enorme boca para conducirla por su garganta pétrea, tal y como viene haciéndolo, siempre que así ocurre, desde su entrada en servicio en febrero de 1974, especialmente entre los meses de octubre a mayo.
Por delante, a este preciado líquido le esperan 9,5 kilómetros, la mayoría en la más completa oscuridad hasta que de nuevo el hilillo de luz va aumentando de tamaño hasta que convertirse en la salida del trasvase, y tras una sucesión de escalones, se fundirán definitivamente con las aguas embalsadas de los Bermejales. Todo ello, gracias a la ingeniería humana y a la utilización de moderna maquinaria como una perforadora gigante que por primera vez se utilizó en España. Tal fue la novedad que el diario ABC de Madrid le dedicó la portada del 10 de noviembre de 1968 y, antes el 3 de octubre, la página 30 completa, repartida entre la foto de la singular maquinaria y un pequeño texto en el que se resumía su procedencia y características, bajo el expresivo titular: “¡Ya está en la obra!”.
65 toneladas
Gracias a esta información podemos saber que la sorprendente rozadora encargada por Obras y Construcciones Industriales, S. A (OCISA) llegó “después de recorrer 18.000 kilómetros desde Seattle (USA) a Alhama de Granada, vía Canal de Panamá, Estrecho de Gibraltar, Barcelona, Madrid y Sevilla”. También sus 65 toneladas de peso y su impreciso valor que ascendió a “varias decenas de millones de pesetas” pese a lo cual se daban por bien empleados pues permitía “avanzar cinco veces más de de prisa (sic) en la perforación de túneles, haciendo innecesario el empleo de explosivos y produciendo en la roca un recorte perfecto”. Más adelante se le catalogaba como “la primera máquina de este género que va a emplearse en España, y una de las primeras de Europa”.
Todas las informaciones a las que hemos tenido acceso destacaban su funcionamiento ayudada por un rayo láser para conseguir una perfecta alineación. El tiempo total empleado en la apertura de los siete kilómetros del tercer tramo fue de 282 días, alcanzando un avance máximo diario de 72 metros lineales a sección de 3,80 metros de diámetro avance que en su día supuso un récord europeo. El corresponsal en Granada de La Vanguardia (21/11/1968), Agustín Cañate, informaba que este tipo de maquinaria se había utilizado en Norteamérica en la construcción del metro.
Con este túnel, cuya construcción se iniciaba en esas fechas a instancias de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, se pretendía y se pretende el aprovechamiento de las aguas sobrantes del río Alhama para su aprovechamiento en la zona de riego del Canal de Cacín. Su longitud es de 9,5 kilómetros repartidos en cinco tramos. El primero, de 282 metros, es casi todo a cielo abierto, excepto un túnel de 25 metros y un depósito desarenador, el segundo de 1589 discurre desde este punto hasta el paraje conocido como las Chorreras, donde se produce una caída de 13 metros al descubierto. Tras 49 metros de nuevo el agua penetra en cuatro tramo, considerada la parte más sobresaliente de esta obra, con una longitud de 7.243 metros en la que se cruza la divisoria entre los valles del río Alhama y el Cacín. El último tramo a cielo abierto, junto al aliviadero del embalse, corresponde a los 285 metros escalonados para evitar la erosión, en los que se produce la entrega de las aguas.