En Murchas, cada Navidad y Nochevieja los varones lo cantan por las calles en acción de gracias por la ausencia de víctimas en el terremoto de 1884
26/12/2007.- En Murchas, desde hace 123 años, cada 25 y 31 de diciembre, los varones salen a la calle al anochecer para cantar el santo rosario por todo el pueblo y por el paraje rural de Las Cruces, escoltado de naranjos, olivos y limoneros, en acción de gracias por la ausencia de victimas en el terremoto acaecido en la Navidad de 1884.
Aunque hubo más temblores de tierra, la fecha más trágica, dolorosa y catastrófica fue el 25 de diciembre de 1.884. A eso de las nueve y diez minutos de la noche se produjo un terremoto cuyo epicentro se situó entre Ventas de Zafarraya y Arenas de Rey. Pueblos como Las Albuñuelas, Alhama de Granada, Arenas del Rey, Játar, Santa Cruz del Comercio, Ventas de Zafarraya o Zafarraya, sufrieron muchas pérdidas humanas y de ganado y derrumbamiento de edificios.
Grandes pérdidas
En otros pueblos, como por ejemplo, Murchas, Fornes y Cacín, no hubo víctimas pero sí muchas pérdidas. En total las víctimas fueron 828, los heridos 1.164, las casas hundidas 3.287 y los edificios públicos 63, las mujeres que quedaron viudas fueron 55, los que quedaron huérfanos fueron 101. Además, quedaron 817 moradas en estado ruinoso. En El Padul se instaló un hospital de sangre para atender a las victimas de Las Albuñuelas.
En enero de 1885, a pesar de su mal estado de salud, el Rey Alfonso XII recorrió las zonas afectadas de Alhama de Granada, Arenas del Rey y Fornes. Las pérdidas en ganado, casas, grano y otras pertenencias se estimaron en 10.406.872 pesetas de las de antaño.
En Murchas cantan los hombres el santo rosario por las calles y el paraje de Las Cruces, al son de la banda de música y de múltiples disparos de fogueo. Lo hacen cada 25 y 31 de diciembre. Como consecuencia del terremoto de 1.884, la localidad de Murchas fue destruida y por milagro no hubo muerte alguna. Una mujer invidente llamada Lucía Valero, que vivía sola, se refugió debajo de la escalera de su casa cuando comenzó a temblar la tierra.
Lucía, según dijo después, se puso muy nerviosa por el ruido del terremoto. Pero de pronto se consoló al escuchar unas palabras de una mujer que le decía con mucha dulzura que no tuviese miedo, que no le pasaría nada a ella y a los demás vecinos de Murchas. Y así sucedió, por lo que se consideró un milagro de la Virgen.
Tras el terremoto, los habitantes de Murchas tuvieron que desplazarse a vivir en chozas en el paraje de Las Cruces. Y desde entonces viene la tradición de las salvas de disparos cuando se cantan el rosario. Porque mientras se reconstruía el pueblo, de vez en cuando se realizaban disparos al aire para asustar a los saqueadores. (IDEAL Digital)