Vamos a aprender a mirar de otra forma porque lo que veíamos antes a nuestro alrededor nos tenía cegados de inmediatez y de iluminaciones fantásticas pero que no sabíamos que eran tan frágiles, que éramos tan frágiles.
No hay generación en nuestra historia que no haya sido marcada por algún tipo de catástrofe o tragedia. Parecía que nosotros, los que ya vamos atardeciendo, nos íbamos a salvar y de una tacada hemos caído junto con los jóvenes, con los más viejos que nosotros, - que algunos ya vivieron también las suyas-, con los niños, que recordarán esto como un juego y días sin colegio.
Este corto pero intenso tiempo nos ha envejecido a todos de repente y nos ha mostrado el precipicio de una tierra que a pesar de ser redonda tiene sus abismos, que están ahí como una gran sima en la que puede caer nuestro modelo de vida confortable y segura de forma estrepitosa. Recuerdo aquí “El mundo de ayer” de Stephan Zweig, donde describía una Europa feliz, estable, pacífica, culta... antes de la II Guerra Mundial.
Se han ido al traste las seguridades de un mundo en el que creíamos que todo lo que teníamos nos pertenecía y nada ni nadie podía arrebatárnoslo. Y se nos ha ido inesperadamente mucha gente a la que no le correspondía marcharse tan pronto y otros que vivían con sus pequeñas o grandes dolencias pero que estaban cuidados, reservados, disfrutando de sus hijos, de sus nietos, del fruto de una vida de esfuerzos y de sufrimientos para luego irse rápidamente sin un beso, sin un abrazo, sin un duelo. Personas anónimas, sencillas, con vidas humildes, que tardarán tiempo en tener una lápida en la que depositar un ramillete de flores o un poema. Por eso le llamamos guerra a esto, porque es un momento de desconsuelos y de ausencias violentas.
Vamos a aprender a mirar de otra forma porque lo que veíamos antes a nuestro alrededor nos tenía cegados de inmediatez y de iluminaciones fantásticas pero que no sabíamos que eran tan frágiles, que éramos tan frágiles. El peligro acechaba invisible en cualquier esquina, pero no sabíamos ni supimos verlo. Era nuestra aventura en el barco pequeño de Alcántara que hacía su travesía por un charco que cuando alguien lo ha pisado un poco más fuerte de la cuenta nos ha salpicado a todos.
Ya el futuro es un recuerdo. Aquel porvenir que se ha detenido en el presente para convertirse en olvido. Toda la vida esperando el día de mañana y el día de mañana al final era esto. Se han acabado los tiempos de vino y rosas porque los que vengan serán de otra forma, de otras hechuras que, probablemente, no tendrán mucho que ver con esto, con esta guerra que va a dejar intacta las infraestructuras, pero deshechas las estructuras sociales y económicas, porque ahora se paga más por un abrazo que por un kilo de cigalas. Son las energías de ausencias de las que habla Vila Matas en su novela “Esa bruma insensata”.
Nos merecíamos un escarmiento de la Naturaleza y ésta nos lo está administrando, porque esa frivolidad y banalidad que hemos derrochado con las cosas que nos dan la vida, se pagan más tarde o más temprano. Ahora, en este corto tiempo que llevamos dejando tranquilos a los mares, los cielos y las tierras, hay más oxígeno, hay más peces, hay más cielo y hasta los animales han vuelto a las calles que por la que pasaban sus antiguos caminos, en donde estaban sus viejos pastos y que les robamos nosotros cuando urbanizamos su medio natural. Aprendamos de este trágico escarmiento para cuando volvamos. Porque volveremos a echar las golondrinas de nuestro cielo.
Y termino con Manuel Alcántara: “Este verano en Málaga/ recorrí mucho mundo/ a la vera del agua./ Que a mí no me hace falta/para andar los caminos/ moverme de mi casa”.
Rafael Salas Gallego
Rafael Salas Gallego, periodista, se inició en "Sol de España" en Málaga y después tuvo una dedicación especial al Turismo, llegando a ser el actual jefe de Sección de Turismo de la Junta en la provincia malagueña. En todo momento, desee hace más de 45 años, compartió actividades culturas y de muy diverso tipo con Andrés García Maldonado, tanto en el Liceo de Málaga como en la Asociación de la Prensa y en el Colegio de Periodistas de Málaga, de los que fue vicepresidente con nuestro paisano, en estos últimos 14 años, sucediendo al mismo cuando éste dejó ambas presidencias y desarrollando una gran labor durante un mandato. Escritor de calidad jamás he dejado de ejercer el periodismo, especialmente con artículos de opinión que siempre han tenido gran resonancia y proyección. |