A los 78 años de edad le decimos adiós a Pepe Serrano



Fallece Pepe Serrano, el último guarnicionero alhameño.

Durante medio siglo ha fabricado y vendido guarniciones para caballerías, un sinfín de aperos agrícolas y los clásicos alpargates

20/10/2007.- El sábado 20 de octubre fallecía, a los 78 años de edad, José Serrano Lupiañez, el último talabartero  alhameño, con quien tuve la oportunidad de charlar de forma más distendida en la primavera de 2004. Celebraba por entonces sus 46 años al frente de la que fuera una de las más importantes guarnicionería de esta ciudad y comarca, situada en la céntrica plaza de la Constitución, de Alhama.  Apenas quedaba nada del que fuera un próspero negocio familiar y que, por la fuerza de la costumbre, continuaba abriendo cada día.

 Según el diccionario guarnicionero, bastero o talabartero es el artesano que fabrica o vende guarniciones para caballerías de tiro, cargas o montura y trabajos complementarios. Y eso es lo que había hecho durante toda su vida Pepe Serrano. Este alhameño hijo de molinero, se confesaba un aprendiz de Ignacio Cortés al que consideraba su auténtico maestro y un "fenómeno" de la talabartería del que aprendió el oficio durante los años que trabajó en su taller.



Alpargates

 Empezó Serrano en los años 60 con la venta de aperos de labranza (bielgos, horcas, palas,...) aunque reconocía que lo suyo era hacer las típicas albarcas o alpargates de suela de caucho. Poco a poco su oficio fue derivando a la fabricación de complementos para las bestias de carga (jáquimas, caronas, bozales,...) que amplió con otra serie de elementos para cazadores como cartucheras o fundas de escopetas, y para los agricultores como dediles o correas.

 En su reducida tienda de apenas ocho metros cuadrados conservaba su vieja máquina de coser Singer, en tanto que en otros rincones podían verse trozos de grueso cuero, leznas, agujas y cuerda de coser. En el techo un cartel pintado seguía anunciando, sesenta años después, "sombreros y gorras". En las estanterías, cada vez más vacías, sólo quedaban algunos objetos que habían salido de sus hábiles y expertas manos. Tras su jubilación, entreteía su tiempo fabricando bolsos y otros adornos para los turistas que se acercaban por Alhama.

 "No hay quien aprenda este oficio y terminará por perderse", se lamentaba con tristeza el artesano.


Desde ALHAMA COMUNICACIÓN queremos hacer llegar a toda su familia nuestro más sincero pésame.


Su lugar en AUSENCIAS

Texto y fotos: Antonio Arenas