Se lo juro, señor juez.
Creo que fue Borges el que pensaba que era triste tener apego a las cosas, porque las cosas no saben que nosotros existimos.
Isabelita fue una niña muy buena desde pequeña.
Y otros deleites no menos placenteros y saludables.
O más que polémicas, preguntas absurdas.
Y si hablamos de la radio, cuarenta años.
Y, ya metidos en faena, que el corneta toque a degüello.
“Hay gente que vale más por lo que calla que por lo que dice”, (frase atribuida a Oscar Wilde).
Se cuenta que el simpático ministro Solis Ruiz preguntó en las Cortes franquistas: “En definitiva, ¿para qué sirve hoy el latín?
Andan, desde hace tiempo, las derechas y las ultraderechas (cada vez se hace más difícil diferenciarlas) de aquí y de allende los mares soliviantadas con Francisco.
O algo así, naturalmente.