El valor del silencio

“Hay gente que vale más por lo que calla que por lo que dice”, (frase atribuida a Oscar Wilde).

 Más crudamente lo expresa la conocida ley de la omertá mafiosa: ”Chi tace, vive, chi parla muore”, el que calla, vive, el que habla muere. El silencio tiene incluso su obra cinematográfica reconocible “La ley del silencio”, de Elia Kazan en la cual el protagonista al fin decide romper con la ley del silencio del sindicato portuario mafioso.

¿Cuánto vale tu silencio?

 Pero al valor al que me refiero en esta titular es al valor directamente económico, es decir cuando el silencio se rentabiliza monetariamente, actividad que incluso aparece recogida en el Código Penal como chantaje. Me vienen estas reflexiones ante la exitosa carrera de Koldo García, de portero de un burdel a millonario gracias a la pandemia, su falta de escrúpulos y sus contactos, que son de sobra conocidos. Ignoro por supuesto lo que calla, pero, en todo caso, espero que los responsables hablen y despejen mis dudas. En cualquier caso, sí digo, desde ya mismo, que lo que se sepa no puede ser peor que lo que ya sabemos de instituciones tan respetables y respetadas como la Iglesia Católica o la presidenta de la Comunidad de Madrid. Cito estos casos porque en mi ética personal la pederastia y el geriacidio (dejar morir a los ancianos) es especialmente despreciable, dada la inevitable indefensión de las víctimas. Y, sin embargo, la gente sigue yendo a misa y los votantes eligiendo a la señora Ayuso para gestionar los asuntos de los madrileños.

 Por tanto, lo que sea que hayan hecho, o dejado de hacer los responsables directos de poner al señor Koldo en situación de hacer una fortunita por medios escasamente lícitos no puede ser tan malo. Por esa razón me choca, sorprende y molesta que el presidente Sánchez haya ofrecido al diputado Ábalos “una salida personal”. A mí eso me parece que tiene todas las pintas de una forma elegante de decir ¿Cuánto vale tu silencio?

“metan la pata, pero no la mano”

 Personalmente y como votante de izquierdas, prefiero que den la cara y las explicaciones pertinentes y luego ya veremos si nos convencen o no nos convencen. Lo contrario sería vivir con la duda, con la sospecha. Situaciones que van muy bien para la filosofía, nada hace reflexionar mejor que tener dudas e incertidumbres, o con el género policíaco, tan rico en situaciones y personajes sospechosos.

 Pero, para la vida cotidiana, prefiero gobernantes lejos de toda duda y de toda sospecha y si son gobernantes de izquierda ya no se trata de una mera preferencia, sino que exijo total transparencia, honradez y comportamiento ejemplar. Puedo aceptar, genial frase de Felipe González, que “metan la pata, pero no la mano”.

hoy la gente no se corrompe por el poco dinero que hace falta para comer

 Tal vez peque de iluso, pero sigo creyendo que lo que separa esencialmente a las políticas y políticos de izquierda es el respeto por los valores de justicia, equidad, igualdad y solidaridad y un comportamiento público y privado irreprochable.

 Quizá sea pedir mucho en este tiempo y lugar, en el cual parece no haber límite a la venalidad, en la que todo y todos parecen tener un precio.

 “Lo lamentable, Laura, es que hoy la gente no se corrompe por el poco dinero que hace falta para comer, ni tampoco por el mucho que hace falta para ser libre. Lo hacen siempre por sumas intermedias: las que sirven para comprarse un coche más grande, o una casa, o una lancha motora, o cualquier otra de las mierdas a las que la publicidad reduce el horizonte vital de tantos cretinos”. Lorenzo Silva, “El alquimista impaciente”.