Meditaciones de un mindundi frente a la vida

O algo así, naturalmente.

 Temo mucho despertar una tarde de la siesta convertido en un viejo malafollá, maledicente y elato. Lo de la vejez creo que es innegociable y no la temo, más bien la espero con la callada resignación que se espera lo inevitable. En cuanto a lo de transformarse en un remedo venido a menos de Savater o Azúa, creo estar vacunado, toda vez que lejos de tener una dilatada vida profesional, académica y literaria, carezco de currículum, alcurnia, contactos, padrinos, fortuna, talento o cualquier otra cosa que se me pueda envidiar. Decididamente soy un mindundi y sé que lo soy, lo cual me evita tomarme demasiado en serio, últimamente tiendo a no tomarme en serio casi nada y también me evita adoptar la severa actitud de un Catón el Viejo de andar por casa, que creo modestamente, es la actitud que han adoptado los arriba mencionados ex articulistas de El País.

Si alguna vez creyera que el medio en el que escribo ya no es el que era cuando empecé...

 No tengo elementos de juicio para dilucidar si Salvador de Madariaga fue o no tonto en cinco idiomas, según le dijo Ortega y Gasset, pero los aludidos opinadores del diario, despedido uno y retirado el otro en solidaridad, sí que pueden ser no diré directamente tontos, pero sí carentes de la más mínima decencia para ir por el mundo con solvencia y soltura. Si alguna vez creyera que el medio en el que escribo ya no es el que era cuando empecé, si me encontrase incómodo, lejos de ponerme a criticar al medio y a ms compañeras, hablaría con el director y sin ruido y alharacas dejaría de asomarme cada semana a esta página.

 No es eso lo que han hecho los vejestorios que imbuidos de su carácter de vacas sagradas de la Cultura Patria se creen con derecho a insulta a un medio, a sus colaboradoras y de paso a mí, como lector de ese medio que me siento muy cómodo con su actual directora y línea editorial y agradezco que con mi suscripción no se aliente a gente de ese talante.

Ni esta España es la del inicio de la Transición, ni el PSOE o el diario El País tampoco lo es

 No son las única vacas sagradas y jarrones chinos que tienen todo el derecho del mundo a estar en contra de lo que ellos consideren oportuno, pero en este caso el bajar sosegadamente las escaleras, abrir la puerta que lleva a la calle y entregar el carné del partido, es una solución elegante al malestar que sienten los no nombrados, pero si mentados jarrones chinos del viejo PSOE.

 Ni esta España es la del inicio de la Transición, ni el PSOE o el diario El País tampoco lo es. De igual forma que no lo somos ninguno de nosotros. Y ante eso sólo caben dos opciones: O aceptar los cambios como vengan y seguir adelante, cada uno con lo suyo, o decir elegantemente “Como el agua por tu cara/ yo voy diciendo/ donde no hago falta/ no me entretengo”.

 Por mi parte me siento tan cómodo aquí, como cuando empecé.