Soy un hombre asombrado

Desde el punto de vista de la biología soy un macho de la especie humana.

 Además me percibo como tal y no tengo ningún problema con ser “un hombre” .La causa de mi asombro es el hecho de que algunos de mis congéneres, aproximadamente el cuarenta y tantos por ciento estén acojonaditos ante lo que para ellos es excesivo avance en derechos de las mujeres e igualdad. Cosa que parece ponerlos a ellos en situación de desventaja.

  Llevo siendo hombre casi sesenta y dos años y a lo largo de estos he vivido situaciones de autoridad de mujeres sobre mi persona, como todo hijo de madre, alumno de profesoras, paciente de doctoras y enfermeras, y así sucesivamente; y en ningún caso me he sentido disminuido en mi masculinidad ni he visto puesta en peligro mi dignidad por recibir órdenes, enseñanzas, consejos o prescripciones de esas mujeres.

se trata de gente situada en la extrema derecha y yo de esa gente me lo creo casi todo.

  Siempre he sido, y así lo he expresado en esta misma sección firme partidario de la igualdad completa entre todos los seres humanos independientemente de su sexo, género, raza, religión o cualquier otro tipo de distinción, Por tanto la lectura en varios medios y a lo largo de varios días de la noticia de que hay un porcentaje significativo de hombres de entre 16 y veintitantos años que se sienten amenazados ante la igualdad y el progreso en derechos de la mitad de la especie a la que pertenecen me deja, como dice “Chona”, el genial personaje creado por la actriz Lili Quintana, “bobo, yo me quedo bobo”. Es cierto también que se trata de gente situada en la extrema derecha y yo de esa gente me lo creo casi todo.

 Pero, con todo y dado que la situación de las mujeres en gran parte del planeta es de auténtica sumisión a los designios de los teocrátas que gobiernan sus países y en los que gozamos de cierta libertad y democracia tampoco se ha alcanzado la plena igualdad en todos los ámbitos, no dejo de preguntarme qué tipo de carencias afectivas, o de otro tipo, sufrieron esos jóvenes en sus infancias.

 Me resulta difícil de creer que alguien con madre, amigas, compañeras de estudios, trabajo o aficiones se sienta en peligro ante el avance de la causa que es la causa de todos nosotros y de todas nosotras, la causa de la igualdad.

se necesitan leyes que den oportunidades extras a quien por su nacimiento creció sin ellas

  Que se juzgue a la gente por sus hechos, sus obras, sus actitudes, sus aptitudes e ineptitudes, al margen de su sexo, género, color de piel, religión, orientación sexual o política. Que cada cual alcance su máximo grado profesional, económico o vital posible es el ideal que defiendo. Y para que eso sea posible se necesitan leyes que den oportunidades extras a quien por su nacimiento creció sin ellas.

  Y si esos jóvenes se sienten amenazados por los derechos de las mujeres, de los extranjeros, de los negros, moros, homosexuales, lesbianas, hombres o mujeres transgénero, que se aparten y dejen sitio. Porque la sociedad no va a retroceder. A pesar de Milei, a pesar de Trump o de Putin o de Mohamed Bin Salmán, la sociedad no va a retroceder a no ser que nos crucemos de brazos ante el avance de los neofascismos populistas. Pero esa es ya otra historia.