Trabajar sin descanso

Es una de esas frasecillas hechas que últimamente se escuchan de manera cansina.

 Porque trabajar cansa y por consiguiente requiere descanso y escuchar a troche y moche “trabajaré o trabajaremos sin descanso para que...esto o lo otro” al final se hace bastante ‘hartizo’.

 Las figuras retóricas en general y las hipérboles, en su justa medida, enriquecen el idioma; pero son como las especias, que a poco que te pases estropeas el plato o cansas al personal. En este caso la frase me pone en guardia, sobre todo si quienes la usan son partidarios del mucho trabajo y poco sueldo para los de siempre. No puedo evitar interpretar que lo que en realidad piensan es trabajaremos o haremos todo lo posible para que sea lo menos retórica y más real posible para los curritos. Llamadme malpensado si queréis.

...considero importantes las propuestas de Sumar de reducción progresiva de la jornada laboral semanal

 Las palabras, como las armas, las carga el diablo y tanto repetir determinadas cosas acaba calando en el inconsciente colectivo para que asumamos lo inasumible. Por eso considero importantes las propuestas de Sumar de reducción progresiva de la jornada laboral semanal. El economista John Maynard Keynes vaticinó en 1930 que en cien años la tecnología permitiría una jornada laboral de quince horas semanales. Quedan siete años para ver si acertó y obviamente fue demasiado optimista. Pero debe debatirse sobre las propuestas de Sumar. Lógicamente no todos los sectores productivos ni todos los puestos de trabajo son iguales y estas medidas, de conseguir aplicarse, deberán hacerse de manera flexible a las diferentes circunstancias, pero esta flexibilidad debe ser flexible para ambas partes, no como entienden muchos el concepto flexibilidad laboral, que es que los empresarios tengan como ‘chinganillos’ a sus trabajadores cambiándole turnos y horarios sin permitirle planificar mínimamente su tiempo libre.

 Y seguiremos escuchando en estos días a los diferentes líderes políticos decir que trabajarán sin descanso para llegar a acuerdos, que sus líneas rojas serán unas u otras. En esto, como en muchas cosas, me parece que en la izquierda son más fiables y respetan más su palabra, siempre hay matices y excepciones, mientras que la derecha las líneas rojas las ve según su conveniencia. En unos casos la pintura roja es casi imborrable, por ejemplo, el PP lleva casi cinco años con la línea roja de que el Consejo General del Poder Judicial tiene que renovarse a su plena satisfacción y en otros se difumina y desaparece casi al instante si la línea roja era no pactar con Vox.

Usan como argumento no favorecer a los extremos y consideran igual de extremistas

 Hay otros cuya línea roja es no pactar con Vox ni con lo que esté a la izquierda del PSOE, en este caso Sumar. Usan como argumento no favorecer a los extremos y consideran igual de extremistas a Vox y a todos los que están a la izquierda del PSOE, algo con lo que estoy en absoluto desacuerdo.

 Parten de la premisa de que las cuatro fuerzas de ámbito nacional con representación en el Congreso de los Diputados son Vox extrema derecha, PP derecha, PSOE izquierda y Sumar extrema izquierda. En mi opinión los dos partidos a la derecha del espectro están bien calificados de esa manera, pero el ala izquierda es más moderada y en el PSOE hay más de centro izquierda que de izquierda y en Sumar son más bien de izquierdas o radicalmente de izquierdas, pero en absoluto de izquierda radical o extrema izquierda, que son dos conceptos distintos. Y si hablamos de la vieja guardia del PSOE cualquier parecido con la izquierda actualmente, no es que sea mera coincidencia, es que es, sencillamente, una ilusión óptica.

 Habrá que seguir expectantes las negociaciones y el cumplimiento de esas negociaciones y recordar casos como el de Ana Oramas, diputada de Coalición Canaria en el congreso en la anterior legislatura, que se pasó por los bajos la disciplina de voto que su partido había acordado, abstenerse en la investidura de Sánchez y votó en contra. Y el de los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro que debían votar a favor de la reforma laboral y votaron no. Uno de ellos, Carlos García Adanero ya ha recibido su premio, el PP sí paga traidores y compatibilizará ser concejal en Pamplona con un escaño por Madrid en el Congreso.

Firma invitada: Prudencio Gordo Villarraso.
Imagen generada por IA.