Isabel la Católica, probablemente la persona que más ha hecho por Alhama en toda la historia de nuestra ciudad, no empeñó las joyas para la empresa de Colón, como durante siglos se ha dicho y, aún hoy en día, se mantiene y cree por millones de personas. Los alhameños debemos deshacer el entuerto histórico y, por supuesto, dejar la realidad histórica bien clara.
"ALHAMA, HISTÓRICA"
Andrés García Maldonado
Gracias al decidido apoyo y a las posibilidades tan excelentes que nos ofrece a todas las personas de nuestra comarca, estemos en el lugar de este planeta que estemos -Australia está ya a unos segundos-, "Alhama Comunicación", lo que es igual a Juan Cabeza Moreno, hace posible que nos comuniquemos, que no existan las distancias y, sobre todo, que en temas y cuestiones de nuestra Alhama estemos no ya al día, más bien a la hora.
Así, hemos decidido volver a reanudar -alternándola los sábados con "Cartas alhameñas"- la sección que, a lo largo de tres décadas, comenzando en 1992 en "Alhama Comarcal", he venido realizando para ofrecer temas e investigaciones sobre los más variados aspectos de nuestra historia, la que denominé "Alhama, Histórica", como aquel primer artículo mío que se publicó en el programa de las Fiestas de Septiembre de 1965, así como la primera conferencia que di, en febrero de 1967.
Esta sección, combinará la publicación de trabajos históricos de hace tantos años, a la par que los nuevos que he seguido preparando y no han visto la luz. Hoy concretamente me permito ofrecer uno que, siendo el más publicado en periódicos y revistas de toda España de cuantos he escrito a lo largo de mi vida, en diarios y revista, escrito y publicado por vez primera en1989, le tengo una enorme aprecio por que fue para mí una inmensa satisfacción descubrir que Isabel la Católica no empeño sus joyas, como se decía hasta en los libros de texto de nuestro Bachillerato, para hacer posible la propuesta de Colón: lo hizo para mantener Alhama en la corona de Castilla.
Ahora que coincide el tema con la magnifica sería de "Isabel" de TVE, creemos muy oportuno acercar lo más posible la realidad histórica del interés y aprecio demostrado a Alhama por tan singular reina y persona, probablemente la mujer más destacable de toda la Historia Universal, la que tan mezquinamente ha sido tratada por enemigos, de su tiempo y posteriores, de Castilla y España así como por ignorantes de estos últimos cinco siglos hasta nuestros mismos días.
El empeño de las joyas de Isabel la Católica por Alhama
“Por eso no quede –contesta la Reina Isabel al decírsele que el tesoro está agotado por la Guerra de Granada- yo tomaré esta empresa a cargo exclusivamente de mi corona de Castilla. Y si alcanzare y preciso fuere, empeñaré mis joyas para atender a los gastos de este asunto, que considero fundamental para España”.
Isabel no empeñó sus joyas para la empresa de Colón, como en ocasiones se ha dicho y aún de algún modo se comenta, aunque sí hizo más, mucho más, por su Dios y por España, ceder a las condiciones leoninas, judaicas, del prácticamente desconocido entonces Cristovam Colom.
Ahora bien, si las empeñó auténticamente, dejándolas como fianza, para obtener un préstamo para la Guerra de Granada y, más concretamente, para la conservación y abastecimiento de la fortaleza y ciudad de Alhama.
La toma de Alhama, el 28 de Febrero de 1482, como bien sabido es, tuvo una enorme repercusión, tanto en Castilla, como en el resto de la Cristiandad. El mismo pontífice romano, al recibir la noticia de la toma de Alhama, se emocionó y, poco después, concedía las indulgencias de Cruzada para la guerra contra los musulmanes de Granada, apoyando con esto el mantenimiento y culminación de la misma.
Esta bula pontificia, dada antes de que pasase medio año de la toma de Alhama, exactamente el 10 de Agosto de 1482, fue, además respaldada con la gracia de un apoyo económico especial de cien mil florines de oro sobre los clérigos, iglesias y obras pías, que debería hacerse efectivo en la Cuaresma del año siguiente, el de 1483, prácticamente al año justo de la conquista de Alhama y, con ello, del inicio de la guerra contra Granada.
El plazo establecido para este subsidio especial venía dado porque, en esa próxima primavera de 1483, sería el tiempo en el que se volverían a necesitar más recursos económicos para reiniciar las campañas de la guerra contra los musulmanes.
Como bien nos narra Carriazo, la recaudación de este subsidio especial originó grandes dificultades, y aunque pasó una parte del mismo a la curia romana, supuso una importante colaboración económica para el mantenimiento de la guerra contra los granadinos.
Además de esto y con el expreso fin de ser destinadas a la defensa y mantenimiento de la ciudad de Alhama, los reyes de Castilla establecieron otra serie de contribuciones especiales.
Como recoge el mismo Carriazo del libro "Los Reyes Católicos y la ciudad de Burgos" del padre Luciano Serrano, esta ciudad castellana, que quedó dispensada de esta contribución general, sostuvo doscientos peones, con un gasto de medio millón de maravedíes y, además, se le solicitó una colaboración especial de otros ochocientos mil más. Cumplida esta importante colaboración, se pidió un préstamo a esta ciudad de dieciocho mil castellanos o, lo que era lo mismo al cambio de la época, un millón seiscientos mil maravedís.
Los representantes de la ciudad de Burgos, en un principio, manifestaron que no podían facilitar ese préstamo. Entonces la reina Isabel, con esa tenacidad e insistencia que le caracterizaba, y que tan ampliamente puso de manifiesto en su decidido y decisivo empeño en favor de que se conservase la ciudad de Alhama, envió varias misivas, así como a distintos emisarios de su mayor confianza y eficacia para convencer y hacer posible el que la ciudad de Burgos diese el préstamo solicitado.
La reina Isabel, en todo momento, destacó la gran trascendencia que tenía Alhama y como, fuese como fuese, había que conservarla y abastecerla, “haciendo ver la importancia de esta ciudad fortaleza, lo caro de su sostenimiento y la imposibilidad por aquel momento de que la Corona de Castilla mantuviese los gastos de la guerra sólo con las rentas reales”.
Observando los burgaleses que iba a ser imposible resistirse a las presiones de la misma reina de obtener este empréstito, consiguieron reunir un millón seiscientos mil maravedíes recaudándose esta cantidad exigiendo aportaciones tanto a las familias más acaudaladas de toda la ciudad así como a los ricos comerciantes, a unos y a otros “se les fue apremiando individualmente”.
La misma reina Isabel, como fianza de este préstamo, dejó a la ciudad de Burgos, siendo depositadas en el Monasterio de San Juan, varios de sus más hermosos rubíes color carmesí, así como otras joyas de gran valor económico y sentimental.
Como nos narra el mismo Luciano Serrano, “a fines de este mismo año de 1483 devolviolas la ciudad a su dueña, después de haber condonado graciosamente toda la cantidad prestada”, lo que quiere decir que la ciudad de Burgos, ya en el primer año y poco más de la duración de la guerra de Granada y por causas del decidido sostenimiento de Alhama, aportó casi tres millones de maravedís, exactamente y al menos, dos millones de maravedís, lo que para la época, como el lector imaginará, era una elevadísima cantidad.
A pesar de estas grandes colaboraciones económicas, así como de las aportaciones de las rentas de numerosos lugares de León y Castilla que concretamente estaban asignadas para mantener Alhama, el dinero escaseó y se hubo de dar, como bien sabido es, hechos como el del legendario Conde de Tendilla que tuvo que improvisar unos pagarés -quizás el primer papel moneda de España y hasta de Europa- para las soldadas y, así, evitar la grave situación de descontento en la que se encontraban las tropas que defendían las ciudad, por el largo tiempo que llevaban sin percibir sus pagas.
Volviendo a la cuestión de este artículo y concluyendo, sólo hemos de reafirmar el histórico hecho de que la reina Isabel si empeñó auténticamente sus joyas para la conservación y abastecimiento de la ciudad-fortaleza de Alhama, lo mismo que estamos seguros que lo hubiese hecho, como así lo dijo, cuando indicó que si era necesario las empeñaría para que se llevase a cabo la empresa de Colón: la insólita entrega y generosidad que le caracterizó, en primer lugar, y el mismo gesto de Alhama, después, lo avalan plenamente. Pero la realidad es que no las empeñó para la empresa de Colón, ésta la financió con otros medios y créditos que gestionó ella misma.