Agrupación teatral Santeña



La Agrupación Teatral “Santeña” de Santa Cruz del Comercio tiene como objetivo prioritario la representación anual de una obra de calidad elegida del repertorio dramático internacional, primero en su localidad natal y luego en aquellos lugares que soliciten  su actuación.


 Nacida en 2007, hasta ahora sólo tiene en su haber la representación de  “ANTÍGONA” , obra del autor francés Jean Anouilh, fallecido a finales del siglo pasado y uno de los máximos exponentes del teatro europeo de su época. Dicha representación -que tuvo lugar los días 3, 4 y 5 de agosto pasado en el patio del ayuntamiento de Santa Cruz- constituyó todo un éxito de público tanto por la fuerza dramática de la obra como por la calidad interpretativa del conjunto de los actores y el trabajo de cuantos han colaborado en el montaje y producción de la misma.

 La Agrupación “Santeña” está compuesta por personas de todas las edades y de la más variada índole profesional: amas de casa, panaderos, escolares, estudiantes de secundaria y universitarios, postgraduados, profesores de enseñanza primaria y secundaria, jubilados, etc. Se trata, por tanto, de un grupo de aficionados aunque alguno de sus miembros goza de una larga experiencia en el mundo escénico y más de uno hizo también su incursión por este bello arte durante sus años mozos.

 En la actualidad la Agrupación prepara “LA LOCOMOTORA”, obra de Jean Roussin, autor también francés, contemporáneo y miembro de la Académie Française, cuyas obras -y especialmente la elegida por nosotros- han cosechado y siguen cosechando éxitos en los escenarios de todo el mundo no sólo por su originalidad temática sino también por la maestría con la que el autor sabe hilvanar los diversos lances, resultando del conjunto una estampa tragicómica como la vida misma.


Para información relacionada con los servicios de la
Agrupación teatral Santeña
pueden  llamar a los teléfonos:

958 363 815 (Luis Hinojosa Delgado)
958 363 781 (Manuel Hinojosa Delgado)

Santa Cruz del Comercio

 

ANTÍGONA Programa de mano

La obra que le invitamos a ver es una de las más importantes creaciones del teatro europeo del siglo XX. Fue escrita por el francés Jean Anouilh en 1944 y narra la historia de una joven griega -Antígona- que se enfrenta a su tío Creonte, el rey, porque éste ha prohibido, bajo pena de muerte, dar sepultura a su hermano Polinices, muerto en rebelión.

 Promoción y diversas imágenes de la representación Aunque la obra tiene un solo acto, pueden distinguirse en ella tres partes. En la primera, Antígona, contra la orden de su tío y las presiones de su hermana Ismene, burla la guardia que vigila el cadáver de Polinices y consigue cubrir su cadáver con un poco de tierra. Hace esto sabiendo perfectamente que la matarán si es descubierta. Por eso esta primera parte es una despedida de sus seres más queridos: de Hemón, su novio; de su Yaya, y de ‘Dulce’, su perrita. En la segunda parte asistimos al apresamiento de Antígona y al cara a cara con su tío Creonte, que quiere salvarla a toda costa. Para ello Creonte le dice que mienta y él se compromete a eliminar a los tres guardias testigos de la infracción, pero Antígona le contesta que volverá a hacerlo si puede porque es ‘su deber’, porque es su hermano y porque hay una ley eterna que ordena dar sepultura a los muertos para que sus almas descansen en paz y nadie puede ir en contra de esa ley. Empieza entonces, por parte de Creonte, una lucha sin piedad contra su sobrina para ‘desilusionarla’ haciéndole ver que todo, hasta los más nobles ideales, no son en el fondo sino bajos intereses; que sus hermanos no eran lo que ella creía; y que el único bien que vale la pena conservar a costa de lo que sea, es la vida. Después de este hermoso, largo y tenso diálogo entre tío y sobrina, Creonte cree que la ha convencido y, triunfador, se pone a hablarle en tono paternalista de la vida y la felicidad; pero, ante tanta hipocresía y bajeza, Antígona se vuelve contra él lanzándole a la cara las más duras verdades y poniendo al descubierto su cobardía como gobernante y como hombre. Creonte no perdona esta humillación y la manda matar. En la tercera parte, vemos a Antígona momentos antes de su muerte. Su soledad, su miedo a lo desconocido, la ausencia de una razón para morir y para vivir y el abandono total en el que se encuentra, la llevan casi a la desesperación. Pero, al fin, convencida de que la vida, tal como se la presenta Creonte, no vale la pena, prefiere la muerte.

¿Qué representan Creonte y Antígona? Dos maneras distintas de entender la vida. Según el primero, si se aceptan las reglas del juego -o responsabilidades (“tiene que haber quien diga sí”)-, hay que cumplirlas, caiga quien caiga; pero esto, naturalmente, puede llevar a la tiranía más sanguinaria (por ejemplo Hitler y los nazis, y, en general, todos los regímenes totalitarios). Antígona, por el contrario, piensa que nadie, sea cual sea el cargo que desempeñe, puede obligar al cumplimiento de una ley injusta e inicua, -como es, en este caso, la prohibición de dar sepultura a Polinices-, y por eso se niega a cumplirla. A propósito de esto, dice George Steiner, un humanista alemán contemporáneo, que hay unas relaciones constantes e inalterables a lo largo de la vida del ser humano: entre el hombre y la mujer (relación amorosa), entre los mayores y los jóvenes (relación de parentesco), entre el individuo y la sociedad (relación de grupo), y entre el hombre y Dios (relación de culto). Estas relaciones son las piedras con las que se construye el edificio de lo humano; y si, en cualquiera de ellas existen disposiciones jurídicas o leyes injustas, todo el edificio se vendrá abajo.

Antígona, fiel a su ‘deber’, morirá; y Hemón, el hijo de Creonte, y Eurídice, su esposa. A pesar de esto, solo y abandonado, Creonte continuará trabajando: “Dicen que (gobernar) es un trabajo sucio; pero si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?”, le pregunta a su paje.

Aunque la obra se desarrolla en la Grecia antigua, los actores van vestidos a la moderna y hablan de cosas -como coches, cigarrillos, pantalones y bares- que no existían en aquel tiempo. Pero es que,  según su autor, el conflicto que plantea la obra -la desobediencia a una ley injusta- puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier época; de ahí la ausencia de todo tipo de caracterización local o temporal.

La obra ha sido adaptada para la ocasión pero se representa prácticamente en su totalidad.