El universo poético de las coplas

Palabra en el tiempo


El canto, la música y la danza son manifestaciones artísticas cultivadas por el pueblo español con una pasión que en nuestros días no tiene par en ningún otro sitio, y los medios expresivos de los sentimientos elementales (amor y tristeza, alegría y dolor) se funden bien, diferenciándose en varios tipos de arte purísimo y complejo.

María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora

 Esta particularidad se refleja en la abundante terminología, donde la misma palabra indica casi siempre el texto poético, el motivo musical y el baile. Tenemos, en efecto, la “jota”, en Aragón, Navarra y Valencia; la “seguidilla”, en la Mancha; la “muñeira”, en Galicia, etc. Constan, por lo común, de música y danza solamente el “fandango” andaluz, el “bolero” y el “baile flamenco”; música y versos entran en la “tonadilla” y en la “rondalla” aragonesa, que tiene carácter narrativo; los versos de adaptan a los lánguidos motivos de la “malagueña” y de la “petenera”.

 Existe, naturalmente, la poesía no nacida con el canto, compuesta, improvisada según moldes métricos en vez de melódicos (lo que no excluye la posibilidad de que se la cante en circunstancias determinadas); ahora bien, de tal poesía se ha formado el “cancionero popular”. El módulo estrófico es único: la “copla” o cantar consta de cuatro versos breves, unidos alternadamente por la rima o la asonancia; pero la correspondencia final de los sonidos sólo es obligatoria en los versos segundo y cuarto. El pueblo se ha servido y sirve de este minúsculo y monótono esquema, para expresar en forma breve, rápida, ágil y penetrante, todo un mundo sentimental e ideológico; millares de coplas o cantares han sido recogidos por los eruditos y el número de las variantes es casi incalculable. Como la cuna de la copla es la lírica Andalucía, por más que otras regiones las hayan también producido notables, el tema dominante es el amor (por lo común, desgraciado o triste), acompañado de pasión, celos, odio y venganza; no faltan, sin embargo, los motivos gnómicos y filosóficos. Prescindiendo de coplas muy bellas, pero también conocidas, y de muchas que, aun siendo animadas y llenas de bríos, tienen de común los temas (misoginia, vituperio del matrimonio, etc.) en la poesía popular de muchos países, intentaremos ahora ilustrar con unos cuantos ejemplos de variedad de ritmo y de contenido que se encuentra en las anónimas cuartetas. Veamos, en primer término, un ejemplo castellano que refleja un orgulloso campanilleo: “Toledo ya no es Toledo, / que se llama Relicario, / porque tiene por patrona / a la Virgen del Sagrario”. También es toledano el siguiente desahogo antisemita, comprensible en la tradicional católica España: “Eran muy dulces las aguas / de un pozo de esta ciudad; / lloró en él una judía / y empezaron a amargar”. A Aragón pertenece esta cuarteta perfecta, de gracia helénica: “No puedo pasar el Ebro, / que le oculta la arboleda, / si no me alarga la mano / una maña de mi tierra”. En Andalucía hallamos notas sombrías de amor y muerte, de pasión sensual exasperada, violencia de imágenes e hipérboles: “Los de mi morena, / Santa Lucía, guardadlos; / pero si miran a otro, / venid, cuervos, y sacadlos”. También la amenaza sorda de la prisión:”Ni las murallas de Ceuta / ni el peñón de Gibraltar / te han de valer, compañero, / como salga en libertad”.



 De las notas más altas se desciende a susurrantes acentos de profunda tristeza, de resignado sufrimiento: “He pedido que te entierren / con la manecita fuera; las margaritas florecen / cada nueva primavera”. “La palabra que me diste, / a la orilla de la fuente, / como fue junto del agua / se la llevó la corriente”. “Ya no soy yo quien he sido / ni quien yo solía ser; / soy un cuadro de tristezas / arrimado a la paré”. Sonoro y desolador es el siguiente cantar: “Los ojos de mi morena / se parecen a mis males: / grandes, como mis fatigas; / negros, como mis pesares”.

 Origen agreste tienen, manifiestamente, estas dos coplas, que de las cosas de la naturaleza derivan una cierta serenidad: “La perdiz en el arroyo, / los mirlos en el zarzal, / mi corazón con el tuyo / y el tuyo no sé con cuál”. “Tus ojos y los míos / se han enredado / como las zarzamoras / de los vallados”.



 La galantería y la malicia se evidencian en las siguientes coplas: “Dama del pañuelo negro, / dime quién se te murió; / si es tu padre bien le lloras; / si es tu amante, aquí estoy yo”. “ Si te tuviera en mis brazos, / considera lo que haría: / tú eres mujer, yo soy hombre; / matar no te mataría”.

 Son menos frecuentes las coplas atribuidas a mujeres; he aquí algunos ejemplos: “Rosa me puso mi madre, / para ser más desgraciada; / que no hay rosa en el rosal / que no muera deshojada”. “Aunque me ves chiquitita, / huérfana de padre y madre, / no se crió la lechuga / para tan flojo vinagre”. “Una caña de pescar / tengo para mi consuelo; / si un amante se me va, / otro queda en el anzuelo”. Por el siguiente ejemplo, que se aproxima mucho al proverbio, podemos formarnos idea de la inspiración femenina: “Las palabras amorosas / son las cuentas de un collar; / en saliendo la primera, / salen todas las demás”. En este otro habla de una delicadeza de muchacha: “Una rosa entró en la iglesia, / cogida con el rocío; / entró libre y salió presa, / casada con su marido”.



 La filosofía de la vida y el tono sentencioso de origen oriental semítico han cristalizado en cuartetos de sorprendente verismo; el siguiente ejemplo recuerda la sagacidad de los escépticos pícaros: “Al pie de un árbol sin fruto / me puse a considerar / lo poco que vale un hombre / cuando no tiene qué dar”.

 Una copla de tono reaccionario: “Le pueden quitar al rey / su corona y sus estados; / pero no pueden quitarle / la gloria de haber reinado”.

 Veamos una alegoría de las vicisitudes humanas: “Molino que estás moliendo / el trigo con tanto afán; / tú estás haciendo la harina / y otros se comen el pan”.

 Los anteriores ejemplos bastarán para hacer comprender todo el valor que poseen las coplas como obra de arte colectivo y como elemento para el conocimiento de la enigmática raza latina de Occidente.