Cesarismo o libertad

La otra mirada


El bueno de Marco Tulio Cicerón perdió la cabeza por defender la libertad.

 Creo que literalmente, además. Pero tampoco importa mucho si su cadáver conservó la cabeza o no, y supongo que a él le debió dar lo mismo.

 Siempre fue un decidido defensor de la libertad y los valores de la República de Roma y un feroz opositor a Julio César, que, por contra, era el líder de los populares (los de verdad, no como ahora) en oposición a los optimitates, los mejores, facción que agrupaba a lo “mejor” de Roma y del Senado Romano. Los patricios, aquellos cuyos padres o abuelos fueron los creadores de Roma y, de paso, sus propietarios, de Roma, y en los tiempos en que Cicerón murió, de buena parte del mundo conocido.

... la corrupción era generalizada y la obtención de poder y riqueza por todos los medios legales o ilegales estaba a la orden del día
 Frente a los valores republicanos que Cicerón defendió a toda costa, César, según el propio Cicerón era un tirano que pretendía el reinado, para los que no recuerdan esas cosas del colegio o el instituto, aclararé que postularse en Roma como rey era algo tan monstruoso como lo es hoy postularse como presidente de la república, no importa que presidente, no importa que república. El hecho de que la República de Roma y su senado fuesen una cueva de ladrones poco le importaba a Cicerón, ni a prácticamente nadie de la clase senatorial. Para decirlo claramente, la corrupción era generalizada y la obtención de poder y riqueza por todos los medios legales o ilegales estaba a la orden del día. Y en esta feliz Roma en la cual todos los vicios de la democracia que ahora nos enojan, por lo menos nos enojan, que ya es algo, allí era lo corriente, lo de todos los días.

 Creo que estaba contando que a Cicerón le parecían estupendos los ideales republicanos de roba y deja robar, soborna y déjate sobornar, compra votos y déjate comprar y, en fin, todas las actuaciones que propiciaban que los afortunados gozasen de todos los lujos de una vida esplendorosa y los desafortunados se tuviesen que conformar con la anona o reparto gratuito de trigo, que más o menos era el equivalente de la “paguita” de nuestros días.

No sé hasta que punto le hacía falta ser rey a quien era ya Dictador Perpetuo
 No es que César fuese mucho mejor que todos ellos, pero sin duda no era el peor. Pero a lo que iba es a que fue asesinado en nombre de la libertad de Roma y bajo la acusación de querer nombrarse rey. No sé hasta que punto le hacía falta ser rey a quien era ya Dictador Perpetuo de Roma, lo que le habilitaba para actuar de la manera que creyese precisa para defender a Roma. El cargo fue a nombramiento del senado, aclaro.

 Es decir que ya desde antiguo se suele usar el nombre de la libertad para encubrir el deseo de prosperar, incluso si para ello hay que prescindir de escrúpulos morales, ética, decencia e incluso la ley, para prosperar y beneficiar a los “patricios” de ahora, que no fundaron España, pero que actúan como si fuese su empresa particular. Igual sobra el “como si”. No sé yo.

 Y en esa creencia de que se tiene la fuerza moral que da el estar en el lado bueno de la historia, Cicerón acusaba a César de ser un tirano y querer convertirse en rey de Roma. Nunca sabremos lo que hubiese sido de César, de Roma y del mundo sin su asesinato. Lo que si sabemos es que fue el detonante de los sucesos, guerras y enfrentamientos que llevaron a Octavio a ser el primer Cesar del Imperio de Roma.

 No es que cambiaran las cosas mucho, pero, eso sí, a Cicerón le sentó como un espadazo, o una puñalada, que eso no lo sé, cuando fue asesinado por hombres de Marco Antonio en las luchas que siguieron al magnicidio que estoy seguro que alentó. Por sus mejores motivos, eso sí. Era o libertad o Cesarismo.