Ciencia y conciencia

La otra mirada


Hoy por hoy es bastante poco lo que la ciencia puede decirnos sobre la Covid-19.

 Y ese poco que nos dice es contradictorio y cambiante. Pero, a pesar de todo, es mucho más que lo que nos puede decir la religión o la magia (aclaro que por magia me refiero a lo que hacen los chamanes y no a los trucos de cartas y apariciones de conejos o palomas en chisteras). Para temas de salud sigo confiando en la vieja medicina de toda la vida, es decir que excluyo a las llamadas medicinas alternativas porque estoy convencido de que lo poco, o lo mucho que se sabe de esos temas, se enseña en las facultades de Medicina. Además, tenemos la suerte de contar con un personal sanitario de primera categoría los que vivimos en la Comarca de Alhama.

 Pero ese reconocimiento no implica que necesariamente admita como artículo de fe cualquier pronunciamiento o estudio científico publicado y publicitado, básicamente porque creo que es necesario esperar un tiempo prudencial a que se confirme por otros estudios. Los estudios científicos con que contaban los nazis para asegurar que las razas no arias eran subhumanas se han visto totalmente desprestigiados y este servidor de ustedes, bajito como es y mediterráneo total, puede calificarse de humano con todas las evidencias científicas que son del caso.

 Del mismo modo los científicos que trabajaron para diseñar la primera bomba atómica eran absolutamente científicos y, supongo, estaban convencidos de que Estados Unidos merecía el conocimiento y posesión de esa arma de destrucción masiva para poder ganar la guerra y alejar a la humanidad del peligro de las ideas nazis.

 Está bien la ciencia que contribuye a mejorar la vida de la Humanidad, pero está mal, y muy mal, que esa Humanidad que puede mejorar su vida gracias a la Ciencia sea apenas 'Hu', es decir que le falta la 'manidad' para ser completa. Únicamente los que puedan pagar la vacuna o el tratamiento para la Covid accederán a ello y, los que pueden pagarlo son la menor parte de la Humanidad. El hecho de que las investigaciones farmacéuticas estén en manos de gente que hace honorables a los pistoleros de las mafias siciliana, napolitana y calabresa, es un claro impedimento para que los frutos de esos estudios puedan ser de ámbito universal. Naturalmente, no me refiero a las gentes de bata blanca que investigan en los laboratorios si no a los propietarios de esas grandes empresas que únicamente buscan lucro, beneficio y que tienden a unas prácticas que habrían avergonzado a don Vito Corleone.

 De ahí que, dado que la ciencia está básicamente en manos de gente con poca conciencia, creo que los estados deberían trabajar para que esa falta de conciencia sea lo menos dañina posible. Estados he escrito y no gobiernos. Porque entiendo que en estas cuestiones que afectan a la salud debe ser el consenso el que prevalezca. Ya ven que, a pesar de lo que veo, aquí mismo en Andalucía, sigo siendo ingenuo.

 Naturalmente no toda la ciencia carece de conciencia. No quiero sugerir de ningún modo que el comportamiento de unos pocos ponga sombras al gran trabajo de los demás. Lo que pasa es que esas pocas manzanas que estropean la cesta no hay modo de sacarlas y nos las tenemos que comer tal cual.

 Y mientras tanto, nosotros entretenidos con los devaneos del famoseo, los triunfos apoteósicos de los más musculados de los deportistas hispanos o las donaciones de los más rumbosos
empresarios. Españoles también, muy españoles. Qué duda cabe.