Matilde Lozano Sánchez: La alegría de la casa

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La abuela de Alhama,  a seis meses del cumplir el siglo, lleva casi veinte años sin salir a la calle

Foto superior: Matilde Lozano, con su hija y tres nietas.

Disfruta  preparando  la comida para toda la familia, regando su macetas y haciendo punto

05/09/2007.- Tiene una memoria prodigiosa y simpatía para parar trenes. Por eso su hija, tres nietas y dos biznietas la quieren con auténtico delirio. Matilde Lozano Sánchez, nació en Alhama de Granada el 22 de febrero de 1908 por eso repite en varias ocasiones que está a "seis meses del siglo". Pese a tener una infancia durísima, desde muy pequeña tuvo que trabajar ayudando en las faenas domésticas y agrícolas, conserva un sentido del humor verdaderamente envidiable.

Obsevadora e inteligente

 Despierta, muy inteligente y con una capacidad de observación poco corriente para su edad nos descubre las intenciones a la primera de cambio. "¡Me estás grabando!", afirma con rotundidad en cuanto observa la pequeña grabadora digital sobre la mesa del comedor. Previamente, de forma disimilada había intentado apartarla. Cuando le pedimos que nos cuenten cómo fue su infancia comenta con gran desparpajo las largas y duras jornadas recogiendo aceitunas, almendras y "esfarfollando" panochas, así como su paso por el Ventorrillo Salero, Lagar de Espejo, cortijo  San Elías y su llegada a la Huerta Pepe López -ahora desaparecida bajo las aguas de la presa-trasvase del río Alhama al pantano de los Bermejales, donde al caer la noche la única fuente de iluminación eran los candiles y las llamas de la chimenea.


Matilde Lozano conserva un excelente humor

Zurda

 
Su efímera estancia en la escuela donde aprendió -en escasos seis meses- las primeras letras que ha ido perfeccionando de forma autodidacta hasta convertirse en una consumada lectora. También los rudimentos del cálculo para el que siempre ha tenido una habilidad especial. "Yo, sólo con la cabeza, era la primera en calcular los kilos de aceitunas recogidos", comenta. De ésta época también conserva un recuerdo menos agradable. "Mi padre y mi hermano me pegaban en la mano si comía con la zurda", afirma al tiempo que se da un manotazo para hacer más palpable la afirmación del martirio que tuvieron que sufrir muchas personas cuando utilizar la mano izquierda era casi un sacrilegio. Ella obediente cambiaba de mano y utilizaba la derecha pero en cuanto se sentía libre de observadores, cambiaba rápidamente de mano para continuar con su faena con la izquierda pues se sentía más cómoda. En este momento su expresión se torna apenada cuando recuerda a su hermano de quien conserva una foto enmarcada en la que se le puede ver vestido de militar tristemente fallecidos en la contienda fraticida.

20 años sin pisar la calle

 
La pérdida de visión y los problemas de movilidad de sus piernas han hecho que Matilde lleve casi dos décadas sin pisar la calle. "Es su propia inseguridad lo que hace que no quiera salir, pues en la casa hace de todo: prepara la comida para toda la familia, riega sus macetas y no para de hacer punto", afirma orgullosa una de sus nietas. Y en efecto, aún estando desdentada Matilde no quiere "comida de viejos" por eso sigue preparando unos pucheros y potajes para chuparse los dedos. El resto del tiempo lo dedica a cuidar sus plantas y, sobre todo, a hacer croché. Hasta 14 colchas ha realizado amén de numerosos tapetes, cubre manteles, fundas de cojines, adornos, etc.

 Poco amante de las fotos Matilde demuestra su enorme lucidez mental diciendo uno por uno el nombre de toda su familia, incluso de los parientes políticos. Son muchas las cualidades que adornan a la abuela de Alhama que a medio año de ser centenaria, pese a sus limitaciones físicas, conserva una excelente memoria y buen humor que la convierten en la alegría de la casa.

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