María Villegas, cincuenta años de añoranzas por Alhama

Entrevistas


“Que suerte tuve yo/ de haber nacido en Alhama / y que orgullosa me siento / de quererla con el alma”. M.V.


 La vida de María Villegas da para un libro. Sus poemas dedicados a su pueblo natal y a su venerada Virgen de las Angustias, para tres o cuatro. Ella misma es un libro abierto que tomó el relevo a Pepe Espejo como administradora del grupo de Facebook, Emigrantes de Alhama que inició su andadura en 2015 y a fecha de hoy reúne a 1.508 miembros. Motivo más que suficiente para conocer a esta alhameña, que lleva a gala el apodo de sus padres, Claudio, El Carbonero y Josefa, La Jamona que con 14 años emigró con su familia a Sant Celoni (Barcelona) y que ahora reside en Sant Hilari Sacalm (Gerona).

 Pero comencemos por el principio dejando que sea ella la que nos cuente detalles de su nacimiento un 25 de julio de 1947, en el número 4 de la calle de los Frailes, de Alhama de Granada.


 «Mi padre era carbonero, hacía carbón que mi madre vendía en la casa y mi padre por las calles con un burro. Soy la tercera de nueve hermanos que aún viven todos». Aunque su infancia fue difícil por la época y al ser una familia numerosa reconoce que no les faltó nunca la comida «ni el cariño de sus padres y hermanos porque somos una familia muy unida». Eso sí, con la llegada de las cocinas de gasoil, el carbón fue siendo sustituido lo que les llevó a pasar algunas fatigas. A pesar de ello u madre, analfabeta, quiso que todos sus hijos aprendieran a leer y a escribir para lo que a ella la apuntó en el colegio de las monjas por lo que tenía que pagar 9 pesetas al mes que reunía «quitando de otro sitio».


 Respecto al apodo materno nos cuenta que se debe a que su abuelo no había visto de pequeño un jamón por lo que le asustaban diciéndole, «si no vienes vendrá el jamón. Jamón ven y llévatelo». Al final se quedó con este mote que heredó su madre primero y luego ella, conocida como Mari La Jamona, la tercera de nueve hermanos: Claudio, Cristóbal, María, Luis, Inocencia, Manuel Francisca, Josefa, y Juanita, la más pequeña.


 «Mi madre tenía un primo hermano en Sant Celoni que ofreció se viniese con él Claudio, el mayor, con la promesa de colocarlo para que ganara algún dinero que podría enviar a la familia. Mi padre que tenía como dicho 'esto es como una era de la que si se van sacando piedras al final se deshace', decidió emigrar también con la promesa de arrastrar a toda la familia», continua su relato. A los pocos meses la familia se desplazaba a Barcelona «en un viaje horroroso» de dos días al tener que viajar nueve personas en tres asientos al no poder comprar más billetes por lo que cuando pasaba el revisor tenían que esconderse. Al llegar el tren a Barcelona ya había salido el de Sant Celoni por lo que tuvieron que pasar toda la noche en la estación. «El 2 de febrero de 1962 llegamos a Sant Celoni y tuvimos que meternos todos en dos habitaciones. La parte positiva es que todos se colocaron por lo que pudieron comenzar a trabajar: mi madre en un restaurante fregando platos, mi padre en la Cervecera Skol, mi hermano de camarero,...», y hasta hoy pues viven sus ocho hermanos que de vez en cuando se reúnen sumando ya más de 50 personas, con las parejas y descendientes.


 «Cuando salimos de Alhama mi hermana pequeña tenía seis meses y mi madre la traía colgada del pecho para que no llorara, otra venía con 2 y 4 años. Mi madre era una enciclopedia viviente de su Alhama que cuando murió pidió que en su lápida pusieran la Virgen de las Angustias y así se cumplió su deseo y puede verse en el cementerio de San Celoni» Veneración que ha heredado ella por «su virgencica de las Angustias», como se puede ver a las numerosas composiciones que ha compartido con el grupo. También los dedicados a las fiestas de invierno de Alhama, Candelaria y Carnaval, e incluso a una manifestación tan genuina como el fandanguillo de Alhama. Y como no a los rincones y plazas especialmente de las Calles Bajas. «Después de 50 años mantengo recuerdos de los rincones de Alhama, de cuando las mujeres bajaban al río a lavar la ropa, que lavaban en la acequia del Molino de la Luz para lo que tenían que hacerlo antes de que Pepino cortara el agua, ropa que después de lavada tendían sobre los tajos. Para ello subían y bajaban por las empinadas Escalerillas del Diablo, con una canasta y un cubo lleno de trapos», rememora. También cómo los días de verano los cogía a todos y se iban al río con sus sillas de anea blanca, les lavaba la ropa, se bañaban y a la caída de la tarde regresaban limpios.


 «Hace más de 25 años que no voy, pero no se me olvida ni una calle ni un rincón. No he vuelto porque cuando mi madre murió mis hermanos menores aún estaban pequeños y yo estaba recién casada teniendo que hacerme cargo de ellos y de mi padre que lo he estado cuidando hasta que murió con 79 años. También tuvo a mis dos hijos». Por si le faltaba algo, con 40 años se quedó viuda al fallecer su marido de cáncer y uno de sus hijos también cogió una depresión, a ella le han tenido que operar dos veces de la rodilla y su segunda pareja con el que se fue a vivir a Sant Hilari que también tiene cáncer. Por ello es también un ejemplo de superación pues desde hace cuatro o cinco años, junto con un grupo de amigas comenzó a visitar una residencia de mayores para dar un poco de compañía a los abuelos a los que les cantaban coplillas, les peinaban, les pintaban las uñas,... «En una ocasión la directora de la residencia nos propuso cantar canciones con ellos y lo hicimos en residencias de los pueblos cercanos, donde les cantábamos habaneras y canciones conocidas. Una experiencia preciosa que tuvimos que suspender por la pandemia pero que nos permitió ver que personas que no recuerdan ni cómo se llaman se ponen a cantar», cuenta de esta gratificante experiencia.


 Volviendo al grupo de Facebook, reconoce que se emociona con las fotos que comparte Balta Ruiz, Silverio Gálvez y Jorge Velasco. «gracias a ellos veo cómo amanece, como llueve, y cómo ha cambiado el pueblo, lo que hace que me acuerde de muchas cosas mejor que lo que hice ayer» como es el caso de la infinidad de veces que subió a la torre de la parroquia pues era amiga de Matilde, la hija de Paco, El Sacristán. Además de mantener vivos sus recuerdos de Alhama el grupo le ha permitido conocer a personas como el poeta Salvador Arias que le ha dedicado un poema, gesto que le ha devuelto ella con otro. Y sobre todo a Pepe Espejo, 'El Gañán' para el que solo tiene palabras de elogio. «Él me animo a entrar en el grupo del que era administrador y también estaba Mª Angustias Cabello. Al principio hablamos de los apodos del pueblo y el grupo fue aumentando el número de miembros». Antes de fallecer Pepe Espejo, estando muy enfermo le visitó en Sant Hilari, con su hija, su yerno y su mujer pues no quería «marcharse» sin conocerla personalmente y para pedirle que siguiese con el grupo que «para que los jameños aunque estemos lejos sigamos unidos». Petición que está cumpliendo, -además de la de nada de publicidad y política- pues rara es la mañana que no saluda a sus paisanos comentando curiosidades, anécdotas, palabras típicas de Alhama, coplillas,... o simplemente pidiendo el lugar donde se encuentra habiendo recibido mensajes desde Portugal, Vitoria, Valencia,... y para lo que cada día «antes de levantarme ya estoy pensando qué es lo que voy a poner». Su petición a recordar motes jameños ya lleva más de 300 comentarios y la de recordar utensilios de la casa se acerca igualmente a esta cifra.


 Sobre las coplas de carnaval explica que su madre y su padre se las cantaban. «Mi madre nos ponía alrededor de la mesa camilla y nos cantaba canciones de carnaval, fandanguillos de Alhama, personajes típicos alhameños como Tiritones, el barbero, Pepino o Las Periodistas, canciones de los que iban por las calles cantando romances y llevaban unas hojas que vendían. Mi madre las compraba y yo las leía y la releía y alguna se me quedaba en la memoria». Profunda admiradora de García Lorca, cuyos poemas conoció en el reverso de las hojas del almanaque nos confiesa que «me encantaria volver a Alhama, pero ahora no puedo» y para despedirse nos recita su poema dedicado a su pueblo, con acróstico incluido:

A.. de Andaluza por los cuatro costados
L.. de lugares maravillosos
H...de histórica y hermosa
A...de alegre y acogedora
M...de madre sufridora por todos sus hijos
A...de Angustias, el nombre de nuestra patrona

Estas son las letras que forman
el nombre de nuestro pueblo
no sé si se lo puso el destino
pero yo por todo eso lo quiero

María Villegas

Foto familiar



Las fotos que ilustran la entrevista-reportaje nos la facilitó María recordando su infancia y juventud en diversos lugares de la Alhama de la época.