No se pudo evitar que los invasores franceses se fueran de rositas

Volviendo al ayer



Da lo mismo que fuese el 17 de agosto de 1812 al atardecer que el 18 al amanecer, lo cierto es que se cumplen 209 años de la retirada de la ocupación de la ciudad por las tropas napoleónicas. ¿Qué fue motivo de gozo para nuestros paisanos? Sin lugar a dudas, pero también hubo de serlo de mucha, muchísima tristeza, verlos partir de rositas por parte de nuestros pisanos y antepasados, que nada podían hacer y que tan inolvidable y horrorosa experiencia tenían ya de la maldad y dureza de las tropas napoleónicas, recordando tantos muertos, cientos de heridos, expolio de toda la ciudad y ciudadanos, rapiña hasta extremos sorprendentes y, en definitiva, una cruel represión que duró 927 días.

 


 Según el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar de Pascual Madoz, cuyo texto fue escrito por tres insignes documentadas personalidades que formaban parte de la entonces prestigiosa Sociedad Económica de Amigos del País, cuyo director era don Francisco de Toledo y Muñoz, para mí el mejor alcalde de Alhama del siglo XIX y uno de los mejores de toda su historia, y remitieron el texto a Madrid para este magno proyecto de publicación, en 1843, aunque este primer tomo vio la luz dos años después, textualmente afirman: “El 17 de agosto de 1812 abandonaron la ciudad -refiriéndose a las tropas invasoras-, entrando a los pocos días las guerrillas del general Ballesteros, y en el mismo mes se publicó la Constitución de la monarquía”. No olvidando que el padre de los Toledo Muñoz estuvo a punto de ser fusilado y se tuvo que lanzar a la calle y, casa por casa, obtener las desmesuradas exigencias que impusieron a Alhama los franceses, si se quería evitar fusilamientos, más muertes y ruina.

 Por lo tanto, que esta noche de hace 2009 años, hubo de ser inolvidable para toda Alhama, es obvio, para la inmensa mayoría de alegría al ver que, al fin, quedaban libres del rapaz y cruel invasor, de una administración arbitraria y extremamente abusiva y llegando a convertir a nuestra comarca y en especial a Alhama, como sucedió prácticamente en cuantos lugares invadieron, en yermos y afligidos por la injusticia y el hambre, llegando en tantos cientos y cientos de casos a la desolación y la miseria. Así, para otros alhameños sería un día triste y amargo pues, en la realidad, veían como se marchaban estas tropas de rositas, no haciendo frente ante los alhameños de sus muchas responsabilidades y crueldades, además llevándose parte de sus bienes, riquezas y cosechas, así como con cuantas cosas de valor pudieron arramblar, sin poder acabar con ellos y, más aún doloridos, los familiares de los muchos muertos que dejaron en este pueblo, junto a una miseria generalizada para cientos y cientos de familias para varias décadas. Los que sí pondrían también camino por medio serían los afrancesados y colaboradores con los que contaron aquí en Alhama, ante el temor de lo que se les venía ahora encima.

Balcones del antiguo Convento del Carmen desde los cuales el fraile Muñoz  exhortó a la lucha contra la avanzadilla de la caballería de Dragones del ejército napoleónico

927 DÍAS BAJO DOMINIO FRANCÉS

 Alhama estuvo bajo dominio francés desde el día 2 de febrero de 1810 al 17 de agosto de 1812. Exactamente 927 días, el año 1812 fue bisiesto. Durante este tiempo se dieron una serie de hechos que marcaron a la ciudad y a los alhameños durante varias décadas. Inocente García Carrillo, refiriéndose al paso del escritor francés Teófilo Gautier por nuestra ciudad, ya en agosto de 1840, escribe: “…después de treinta años quedaba en la ciudad el rescoldo de su odio a los hijos de la Francia” , por fortuna todo esto se superó y con el transcurrir del tiempo sólo quedó en historia, y como tal debemos conocer y asumir, cada uno con su responsabilidad y todos con el deseo siempre de paz, concordia y hermandad, como sucede, precisamente , con Alhama y su simpatía por Francia, y más aún, su relación y hermandad con tantos franceses y alhameños de noble y doble vinculación.

 Como en su día investigamos, fueron José de Toledo, Antonio María Espejo y Antonio Cabezas, los que en 1843 y para el diccionario que preparaba el ministro Pascual Madoz, relataron los hechos del siguiente modo: “El 2 de febrero de 1810 fue ocupada esta ciudad por las tropas de Napoleón, que se presentaron como a la una de la tarde. Entusiasmados los vecinos por el amor patrio, sin considerar que no tenían murallas y que eran aguerridas las tropas enemigas, hicieron resistencia y mataron algunos franceses del regimiento nº 12, caballería de Dragones, el cual la cercó y entró a sangre y fuego, sin dar cuartel alguno.

 Muchas fueron las víctimas, entre ellas algunos eclesiásticos, el síndico del Común, don Francisco de Raya y Toledo, y otros sujetos notables que salieron a mediar por el vecindario. El corregidor don Blas Blázquez recibió siete heridas y estuvo en el cerco para ser fusilado con don Juan de Toledo y Corral, don Antonio María de Arroyo y otras personas de distinción. Una contribución de 100.000 reales, exigida en 24 horas y pedida de puerta en puerta, salvó la vida a muchos padres de familia, pues aunque se pidieron 900 onzas de oro, al final se contentaron los franceses con aquella cantidad”.

Probable lugar de Los Tajos por donde se precipitó el soldado francés que murió con su caballo

LANCE FUNESTO EN ALHAMA

 En su “Historia de Granada”, Lafuente Alcántara, en 1845, bajo el título “Lance funesto en Alhama”, nos relata: “Los vecinos y las autoridades de esta ciudad estaban cabalmente en reunión conmemorando el aniversario de la Conquista; pues a pesar de haberse verificado el día postrero del mes, según lo refieren las crónicas de los Reyes Católicos, celebrándose, sin embargo, el día 2, Festividad de la Candelaria.

 Era numerosa la concurrencia, no sólo de vecinos de la población sino de aldeanos y labradores de los cortijos inmediatos. El recuerdo de la gloria de los antepasados, contrastaba notablemente con las desventuras del tiempo. El corregidor don Blas Blázquez había recibido anterior aviso de que el general Sebastiani caminaba por Loja y de que el número 12 de Dragones salía destacado hacia Alhama; pero se obtuvo de publicar esta noticia por recelo de algún insulto o ademán de la plebe, que de antemano murmuraba de su conducta, y aún le calificaban de traidor, sólo por hallarse casado con una señora, en sentir de gentes maliciosas, hija del sastre de Godoy.

 La reserva del corregidor hizo que los franceses se aproximaran a la ciudad sin que el pueblo se apercibiese. Una avanzada de veinte dragones desembocó por una calle, paseó el pueblo y sus jinetes desmontaron junto a la casa de aquella autoridad. La inesperada aparición de tan pocos enemigos, primero, amilanó a la gente congregada para la festividad; después, comenzaron algunos a arremolinarse, y los dragones que advirtieron el porte airado de los vecinos volvieron a cabalgar precipitadamente y salieron disparados en busca del regimiento, que avanzaba a corta distancia.

 Esta fuga alentó a la turba y la hizo desbandarse en pos de los extranjeros profiriendo amenazas e insultos, sin prever que era una descubierta seguida de mayores fuerzas. La ira del paisanaje tomó incremento con la robusta voz de un fraile del Carmen, de nombre Muñoz, que al oír la algazara se asomó al balcón de su convento y, cerciorado del corto número de franceses gritaba: “¡A ellos, hijos míos, que son pocos!”. Esta exhortación provocó a algunas hostilidades indiscretas: uno de los jinetes fugitivos feneció con su caballo precipitado por un tajo, y otro cayó mortalmente herido de un disparo desde una casa del cercano arrabal de los Remedios.

 Este amago de resistencia exasperó a los franceses, cuyo coronel extendió su tropa en torno a la ciudad y la mando adelantar al son de degüello. El corregidor y los vecinos de mayor cuenta, iniciados en el secreto de que estaban cercanas muy respetables fuerzas enemigas acudieron a las entradas tremolando telas blancas para demostrar sus intenciones inofensivas. Diligencia inútil, sañudos los enemigos, les acometieron, les hicieron huir y entraron seguidamente en la ciudad, matando despiadadamente a hierro y fuego.

 Las calles quedaron en breve sembradas de cadáveres, en la habitación de la casa del corregidor se hallaron cinco, su señora misma fue acuchillada y quedó casi muerta. Don Juan de Toledo, propietario rico, don Antonio María de Arroyo, don Andrés de Vinuesa y don Francisco Prada, aprehendidos también en casa del corregidor donde se habían refugiado, fueron sacados por la soldadesca y conducidos con el corregidor mismo ante el coronel, que presenciaba montado a caballo la calle de Carreras, a aquella escena horrorosa.

 Inmediatamente dio la orden de fusilarlos y algunos soldados se aprestaron para la ejecución. El corregidor fue designado como la victima primera, pero desmayó por el sobresalto y por la mucha sangre que salía de sus heridas, lo que excitó la compasión de una española que seguía al coronel como amiga suya, y fue salvado con los demás preparados a morir por ruego de esta señora y por los estímulos de don Francisco Morán, anciano respetado que invocaba clemencia.

 Calmado así el primer arrebato de ira, dio el francés la señal de tregua a la matanza e impuso como premio a su condescendencia una contribución instantánea de 400 onzas de oro. Don Juan de Toledo y sus compañeros presos salieron escoltados a pedir de casa en casa, recogiendo en unos talegos cuanto dinero les fue posible y lo entregaron al coronel. Recibíoslos este con desprecio y sin pararse a contarlos se dio por satisfecho”.

 Hemos de efectuar dos apreciaciones en el relato de Lafuente Alcántara. Una, que no se celebraba la conquista de la ciudad por los cristianos, ya que se hacía desde siglos atrás el mismo día del 28 de febrero, se celebraba la Candelaria, la Fiesta de la Purificación de Nuestra Señora, como continua sucediendo hoy en día; la otra apreciación es una relación a la cantidad exigida por el coronel, García Carrillo concreta esto de la siguiente forma: “…después de aplicar duras leyes de guerra al noble vecindario , le impuso una contribución de 96.000 reales y 1.620fanegas de trigo, saqueando el rico pósito y utilizando para embases en sus trasporte hasta las fundas de las almohadas de sus habitantes”, indicando a continuación que estos datos corresponden al acta de los individuos de dicho Pósito de 3 de febrero de 1810, suscritas por los señores Francisco de Parada, Juan de Toledo y Corral, Francisco Dionisio de Espejo, Juan Gómez Guerra, y Miguel Jacobo Ximénez, lo que certifica el escribano Antonio de Velázquez de Balnuevo.

Enfrentamiento del pueblo contra los Dragones de la caballería napoleónica

86 MUERTOS Y SUMISIÓN DEL PUEBLO

 Según los datos que facilita Lafuente Alcántara, las personas que murieron a manos de las tropas napoleónicas fueron 86, entre ellas dos mujeres y diez eclesiásticos, entre los que se encontraba el cura de la parroquia Salvador Cebreros, muriendo también Francisco del Valle de Raya y Vinuesa, síndico del Ayuntamiento y destacado abogado; Alonso de León y Corral, magistrado benemérito, y, como nos dice el Madoz, Francisco de Raya y Toledo, síndico del Común.

 Esto es una síntesis de los que sucedió aquel día de la Candelaria de 1810 en Alhama y también en alguna medida, lo que pasó al día siguiente, en el sentido de que se dedicaría a conseguir las exigencias impuestas por los ocupantes. Lo que sucedió el día 4 de febrero de 1810 toda una triste e impuesta sumisión del pueblo de Alhama al ejército invasor y a quien había sido proclamado rey de los españoles, José Napoleón I, quedó todo ello en el acta que levantaron testimonio. Ya el 6 de febrero, Antonio Vélez de Varnuebo y Francisco de Paula García, escribanos del número, en aquellos momentos nombrados del cabildo, y en la que se da cuenta de cómo el día 4 de febrero, tras la correspondiente s convocatoria y requerimientos: “…el Ayuntamiento, Párrocos y Pueblo” juraron “a Su Majestad el SR. José Napoleón I Rey de España e Yndias”, lo que tuvo lugar en la iglesia mayor parroquial, asistiendo los prelados de las religiones y estando en ella “el Sr. Comandante del Regimiento 12 de Dragones del ejercito de S.M. Imperial y los demás oficiales de él, la tropa formada en dos alas tendidas por el cuerpo de la iglesia”.

 Tras celebrarse una misa solemne de Espíritu Santo , se procedió al juramento de fidelidad, amor y obediencia a dicho Nuestro Señor Soberano , a sus Leyes y Constituciones de respetarlas y hacerlas respetar, de no tomar jamás las armas sin orden y de mantener el nuevo orden y tranquilidad” , llevándose ello a cabo con presencia de S.M. Sacramentado y puestas las manos de los que juraban sobre el libro de Los Sagradas Evangelios, “y en las del doctor don Leovigildo de la Oliva, párroco ministro celebrante, en cuya consecuencia se cantó el Tedeum”.

Alcalde y concejales junto a los miembros del Patronato el día 2 de febrero de 2010 en la inauguración de la placa conmemorativa

DESFILE HUMILLATORIO POR LA CIUDAD

 Acto seguido se dirigieron las autoridades, cuerpos y tropas en paseo público por las calles de la ciudad, repitiéndose ¡vivas! Y aclamaciones a favor de su “S.M. para conclusión se dirigieron al Ayuntamiento en donde se discutió esta acta que firmaron los cuerpos y autoridades”.

 En concreto esta acta fue firmada por Francisco de Vine y Prada, Leovigildo de la Oliba, Juan José de Morales, Juan de Toledo, Luis del Corral, Francisco Baltasar del Corral, fray Antonio Cerezo, Fray Gaspar Liñán, fray Juan Maldonado, fray Marcelino de Castro, Miguel Jacobo Ximénez, Francisco Cortés Gómez, Miguel Cortés prior del Carmen, Juan Luis Morales, licenciado Ramón Roca, Francisco de Raya y Juan Gómez Guerra.

 Se remitió este testimonio al regente por medio de Francisco Guerrero Leóna don Ramón de Linares, escribano de la Cámara del Real Acuerdo de la Real Chancillería de la ciudad de Granada a que nos remitimos y para que así conste en cumplimiento de la Superior Orden ponemos la presente que signamos y formamos en esta ciudad de Alhama a seis de febrero de mil ochocientos y diez años”.

DELACIÓN Y NUEVAS DURAS EXIGENCIAS

 El 5 de febrero de 1810, antes de partir el grueso de las tropas francesas hacia Málaga, prendieron al fraile Muñoz, con extrañeza de los alhameños, como narra Lafuente, ya que nadie esperaba que fuese delatado, a quien dieron muerte en el mismo camino a Málaga:”Al regresar de Málaga-dice Lafuente- el mismo cuerpo de caballería, se presentaron autoridades y representaciones al regimiento a visitar al coronel y éste, o inadvertido o malicioso, dirigiendo a Miguel Jacobo Jiménez le dijo: aquel fraile que usted me señaló como autor del motín cayó fusilado en el camino. Esta manifestación, por la que se sabía ya quien era el delator del infeliz religioso, causó tan vehemente impresión a Jiménez que allí quedó como entontecido y aunque se recobró después un tanto, ha permanecido melancólico y poseído de imaginarios temores hasta el 12 de octubre de 1814 en que se suicidó hiriéndose en el cuello con una navaja afilada”.

 La ocupación de la ciudad por las tropas francesas durante aquellos dos años y medio supuso otra serie de hechos que afectaron duramente a la misma, como, además del mantenimiento y abusivo vivir de la guarnición que siempre hubo durante este tiempo, una nueva exigencia de dinero con nuevo expolio del Pósito, concretamente el día 20 de julio de 1811, esta vez llegó a Alhama una nueva división de caballería e infantería y el regimiento de Dragones nº 16, exigiendo mil fanegas de trigo y cebada y cuatrocientos mil reales en metálico.

 Con ocasión de cumplirse el Bicentenario de estos hechos del 2 de febrero, el Ayuntamiento de Alhama, teniendo entonces por alcalde a Francisco Escobedo Valenzuela, y teniente-alcalde delegada de Cultura a Sonia Jiménez Quintana, y el Patronato de Estudios Alhameños desarrollaron un interesante y apropiado programa de actos, siendo una de sus actividades la colocación de un placa conmemorativa en la misma fachada del Ayuntamiento y entre los balcones desde donde el fraile Muñoz exhortó a la lucha contra los soldados imperiales.

Acto en el Ayuntamiento conmemorativo, presidido por el entonces alcalde, Francisco Escobedo Valenzuela, y con el presidente y secretario general del Patronato, Andrés García Maldonado y Raúl Gálvez Morales, respectivamente

CONCORDIA Y HERMANDAD

 Por supuesto, que la placa como se puede observar, se planteó en su texto desde la historia lamentable superada en sus resquicios de odio unos años después, pero lógicamente, sin dejar de recordar a los que perdieron su vida y sufrieron por su heroísmo, probablemente mal medido pagando sus consecuencias, y resaltando los alhameños de hoy y siempre, como dice la “Proclama de Alhama”, nuestros deseos siempre de amistad y concordia con toda nación y pueblo y, por lo tanto también, de admiración hacia Francia y lo que representa desde su propia Revolución para quienes sientan La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad entre todas las personas sean del lugar que sean y tenga la ideas que tengan, siempre y cuando sepan que una de las premisas ineludibles de nuestra libertad es saber hasta dónde llega la de uno para no invadir de forma alguna la justa que le corresponde a cualquier otra persona.

 Así, el texto y la placa, que me aprobaron por unanimidad tanto el Ayuntamiento como el Patronato, dice textualmente:

Placa conmemorativa con su texto recordando a los alhameños muertos y manteniendo por encima todo el deseo de concordia y paz entre pueblos y naciones, como establece la “Proclama de Alhama”, aquí en el mismo lugar que se situó el coronel del regimiento mientras actuaban a sangre y fuego, entonces era  lugar denominado “de Carreras”, no existiendo el Paseo hasta cuarenta años después

 BIBLIOGRAFIA BÁSICA

-Miguel Lafuente Alcántara, Historia General de Granada. Granada, 1845.

-Pascual Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar. Madrid, 1845.

-Andrés García Maldonado, El triste Día de la Candelaria de 1812. La ocupación de Alhama por las tropas napoleónicas, Publicación Anual del Patronato de Estudios Alhameños. Alhama de Granada, 2012.