Un tranvía llamado deseo

Palabra en el tiempo


Thomas Lanier Williams, más conocido por el seudónimo Tennessee Williams, nació en Columbus, población del estado de Mississippi, un 26 de marzo de 1911.

María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora
 
 Su madre, Edwina Dakin Williams, descendiente de una buena familia sureña, le incita desde pequeño a usar su imaginación y, con trece años, le regala su primera máquina de escribir. A comienzos de los años treinta estudió en la Universidad de Missouri-Columbia, donde sus compañeros lo apodaron Tennessee, por su rico acento sureño y origen familiar. Tras licenciarse en Filosofía y Letras, alcanzó su primer triunfo en Brodway con la obra “El zoo de cristal” en 1945. El escritor, influido por Lawrence, Faulkner o Anton Chejov , pronto se revelaría como uno de los grandes dramaturgos estadounidenses de posguerra, con obras teatrales ambientadas en escenarios sureños y protagonizadas por personajes decadentes en conflicto psicológico, marcados por la frustración vital y la extrema pasión física y emocional. En una mezcla de realismo y sueño, dentro del desastre o la fantasía, analiza la soledad, que fue una constante en su vida. Entre sus mejores obras figuran: “Un tranvía llamado deseo” (1947), “Verano y humo” (1948), “De repente el último verano” (1950), “La rosa tatuada” (1951), “La gata sobre el tejado de zinc” (1955) o “Dulce pájaro de juventud” (1959).



 Pero, sin duda, su obra cumbre fue “Un tranvía llamado deseo”, estrenada en Brodway el 3 de diciembre de 1947 y con la que consiguió el Premio Pulitzer en 1948. Considerada como una de las obras más importantes de la literatura estadounidense, cuenta la historia de Blanche Dubois, una dama sureña con delirios de grandeza, refugiada en un mundo inventado, presumida, altanera y desequilibrada y Stanley Kowalski, su rudo cuñado miembro de la clase inmigrante proletaria, que en esos tiempos incrementaba su influencia y determinación en la sociedad norteamericana. La característica principal de esta obra es el enfrentamiento de dos culturas. Blanche DuBois, una atractiva y desequilibrada mujer del sur al final de su juventud, con prejuicios y sentimientos de altivez, cuyas pretensiones de virtud y educación ocultan su alcoholismo, va de visita al apartamento de su hermana Stella en Nueva Orleans. Les explica que su jefe le ha sugerido tomarse algún tiempo libre de su trabajo como profesora de inglés para calmar sus nervios, cuando en realidad había sido despedida al descubrirse su aventura sexual con uno de los estudiantes. Este resulta no ser el único juego de seducción que ha mantenido, entre otros problemas, y ha abandonado Laurel escapando. Un breve matrimonio destruido por el descubrimiento de la aventura homosexual de su marido y su subsiguiente suicidio han llevado a Blanche a vivir en un mundo en el que sus ilusiones y fantasías se mezclan con la realidad.



 El pretencioso refinamiento de Blanche contrasta con la modesta Stella, y su marido, Stanley, una fuerza bruta de la naturaleza, quien se manifiesta con su mujer, física y emocionalmente, abusivo. Ello mueve a Blanche a asumir una posición de poder en el departamento de los Kowaski lo que origina el conflicto entre los esposos.

 Stanley descubre el oscuro pasado de Blanche , sin embargo sus intentos de desenmascararla son crueles y violentos. Su inevitable confrontación final, una violación, resulta un colapso nervioso de Blanche. Stanley hace arreglos para confinarla en una institución mental. Al final de la obra, Blanche pronuncia la frase más recordada del personaje: “Siempre he aprendido de la amabilidad de los extraños”, recordando todos los engaños que había sufrido tratando de que algún hombre la rescatase.

 La referencia al tranvía llamado Deseo, es simbólica: Blanche no sólo debe viajar en una línea de tranvía llamado Deseo para llegar a la casa de Stella en los Campos Elíseos, sino que su objeto de deseo actúa como una fuerza irreprimible a lo largo de la obra, y ella puede llegar sólo hasta donde sus deseos la conducen.

 Un tema recurrente en la obra es el constante conflicto entre la realidad y la fantasía, advirtiéndose sobre todo en la caracterización de Blanche: “Yo no quiero realismo, quiero magia”, declara; creando su propio mundo de fantasía a través de los personajes que interpreta. Da forma a una fachada tras la cual se esconde, ocultando sus secretos e intentando alcanzar su antigua gloria, y demostrando su narcisismo e inhabilidad para relacionarse con los demás. La decepción que el personaje siente sobre los otros y sobre ella misma no se caracteriza por una visión maliciosa, sino por un retrato triste y doloroso de un tiempo romántico y momentos felices antes que el desastre opacara su vida.



 “Un tranvía llamado Deseo” se caracteriza por la ausencia de un protagonista masculino dotado de cualidades heroicas. Sin duda, el polo opuesto de lo que sería el héroe caballeresco literario es representado en el papel masculino de la obra por Stanley Kolwaski, descrito por Blanche como un “sobreviviente de la Era de Piedra”. El reemplazo del heroico caballero por un personaje como Stanley recalca la observación de Williams acerca de la desaparición del romántico del “Viejo Sur”.

 Se sabe que Tennesssee había trabajado en la obra mucho tiempo. El nombre había cambiado desde “La Paloma” a “La Silla de Blanche en la Luna” pasando por otros. Cuando se mudó a su nuevo apartamento en Nueva Orleans la obra se llamaba “La noche de Póker”. Inicialmente la historia se desarrollaba en Chicago o en Atlanta, pero no pasó mucho tiempo para que su nueva ciudad, Nueva Orleans, se convirtiera en alimento espiritual y fuente de inspiración, que naturalmente hizo su presencia en el argumento. En su nuevo apartamento Tennessee podía escuchar el sonido de dos tranvías, el de la ruta “Deseo” que iba por la calle ‘Real’, y el de la ruta “Cementerios”, que iba por el ‘Canal’. Tennessee se dio cuenta que ésta era una metáfora de la vida del ser humano y de ahí nació el nombre definitivo de la obra.

 Se escribe en un ambiente posterior a la segunda guerra mundial, cuando la población del planeta busca desesperadamente respuestas al nuevo orden social. Europa se encuentra en un momento de confusión tratando de encontrar sentido a las monarquías del siglo pasado, de la misma manera que da nacimiento a una clase social proletaria con alta capacidad y necesidad migratoria.

 Blanche viene del Sur de los EE. UU, es miembro de una familia y de una sociedad que representa los valores tradicionales, herencia de la Europa Imperial, su plantación tiene nombre francés e incluso su propio nombre es francés. El personaje de Blanche personifica esta metáfora, de frágil señorita de sociedad con un pasado turbio que desea mantener oculto, le importan las apariencias y sin embargo despierta sospechas. El enfrentarse con la realidad y el ser violada por la fuerza y brutalidad de quien desprecia y por quien se siente atraída al mismo tiempo, destruye la poca cordura que le queda, provocando que su vida pierda el sentido y toda razón de existencia. “Un tranvía llamado Deseo” es una metáfora de la condición humana, del encuentro de culturas, del conflicto y la inevitabilidad de la vida y la muerte, el entendimiento de esta realidad y posteriormente la representación de ella hacen que la obra de Tennessee Williams tenga una influencia en la definición de la palabra Deseo en el resto de la cultura del siglo XX. Llevada a la gran pantalla por Elian Kazan en 1952, obtuvo un éxito arrollador.



 Quisiera terminar con unas palabras del propio Williams que, como todos los sabios, son sentenciosos en su forma de decir: “¿Por qué escribo? Porque encuentro la vida poco satisfactoria”, “La muerte es un momento, la vida son muchos”…Y ese trágico momento llegó un 25 de febrero de 1983, cuando residía en el Hotel Elysee de Nueva York. Tenía 71 años y apareció muerto con la tapa de un frasco de seconal en la boca.

 Fue enterrado en el Cementerio Calvary de St. Louis, Misuri, aproximadamente en el mismo lugar que el poeta Hart Crane, a quien consideraba una de sus influencias más significativas.