Se adueñaron los niños de la calle. A la plaza volvieron los abuelos. Se llenaron de gente los caminos, nuestras almas de luz.
Volvió la vida
Volvió la vida… aunque no aquella vida. Y la luz regresó. Se puso en marcha el coche de bomberos. Y aquella muñequita de los rizos de oro ya nunca más lloró.
Se adueñaron los niños de la calle. A la plaza volvieron los abuelos. Se llenaron de gente los caminos, nuestras almas de luz. Hasta el aire parece ahora más puro, la luna más hermosa, el cielo más azul. Y sentí que la pena se alejaba cuando volviste tú.
Al son de melodías que cada atardecer nos regalaba, estoicos resistimos. No sin dejar atrás mil corazones rotos y retazos de vida que se fueron quedando en el camino.
No sé si este dolor nos hizo fuertes. No sé si algo aprendimos. No sé qué nos cambió. Sí sé que lo vivido no fue un sueño. Y que, en el horizonte, negros y amenazantes, temidos nubarrones de tormenta proyectan tonos grises sobre este nuevo mundo de color.