Y otra vez la cuesta arriba. Y otra vez doblar la espalda. Lo mismo que hizo ayer, lo mismo que hará mañana.
Escardadores
Lucha el pobre sol de enero contra la mañana helada cuando los escardadores van entrando por la plaza; salieron de amanecida para dar la mañanada. Amocafre en la cintura, por calzado, unas albarcas, el frío metido en los huesos y la miseria en el alma.
Un pucherillo con agua arrimado a la pajada; Juana, esperando a que hierva para echarle la cebada. Y Luis, que entra cabizbajo, que echa agua en la zafa y, con el jabón casero, se lava manos y cara. Un ’café’ con picatostes sin hablar apenas nada y a la plaza nuevamente cargado con su capacha.
“Desde Antoñico hasta Luis. Cinco duros. A Las Canas”: es la voz de un manijero que su cuadrilla prepara. Y otra vez la cuesta arriba. Y otra vez doblar la espalda. Lo mismo que hizo ayer, lo mismo que hará mañana. La vida del jornalero que tierra ajena trabaja: para él queda el dolor, para el amo, la ganancia.
Las manos encallecidas, mil arrugas en la cara, el frío metido en los huesos y la miseria en el alma.