Apasionado y apasionante universo BRAZAM

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 Bernardo Palomo publica en el diario Granada Hoy, del lunes 18 de mayo de 2015, un reportaje sobre la exitosa exposición que el artista alhameño, Juan Manuel Brazam, está realizando estos días en el museo de Caja Granada, de la que ya hemos hecho referencia en artículos anteriores, así como una semblanza de su persona y obra.

El artista de Alhama, uno de los grandes de las últimas décadas, hace dialogar callada, juiciosa e íntimamente con la realidad de un arte que ama

 Uno de los artistas al que profeso mayor admiración y del que más cosas he aprendido se llama Juan Manuel Brazam; nació en Alhama y, no olviden esto, es de los más importantes que ha dado el Arte de Granada. La historia lo confirmará y lo pondrá en ese sitio en el que siempre ha debido estar y que la arbitrariedad de este universo de insensateces le ha rescatado impunemente su significación. Cuando este que esto les escribe empezaba en estas sendas, áridas y complejas, de lo artístico, entonces como joven estudiante aficionado, tuvo el honor de asistir a la inauguración de Brazam en la sede del Colegio de Arquitectos que se encontraba en la Gran Vía. Se presentaba una serie de aquella pintura matérica que, en los años 70, todavía, causaba cierta inquietud, incluso en aquella Granada que se abría, quizás más que en otras ciudades, a una Modernidad que se anhelaba con fruición.

 Aquel joven espectador quedó prendado de aquella obra y el nombre de su autor escrito con letras de tinta indeleble en el libro de sus intereses artísticos. Con el paso del tiempo, Brazam se hizo cercano; compartimos ideas, anhelos, amigos y pintura, mucha pintura. Escribí de su obra en varias ocasiones y admiré sus fabulosos proyectos en los que trabajaba, con tanta pasión como vivía. Conocí su estudio, uno de los más bellos y cuidados de cuantos he contemplado -y he visitado muchos a lo largo de más de treinta años -, también su casa, comí el arroz de Manoli y me asusté con los viejos dobermans que acechaban en los patios. Y en su casa, viví, más que observé, dos de sus grandes pasiones: la música y, por supuesto, las piezas de arqueología.

 Tras esta introducción, llena de emoción hacia el artista y hacia la persona, debo seguir denunciando lo que considero una de esas injusticias que tanto se dan en el mundo del Arte. Juan Manuel Brazam es uno de los artistas más importantes que en la segunda mitad del siglo XX han existido en la ciudad. Sus formas adelantadas a lo que era habitual, su conciencia artística, su carácter poderoso y dominador en todas las facetas pictóricas a las que acudió, su personalidad inquieta, determinante, de absoluta convicción, no se amoldaba a los intereses de las modas, a los que las creaban y a los de aquellos que imponían pareceres interesados que Brazam cuestionaba sin importarle de dónde venían y sus posibles consecuencias. Ha sido, desde un primer momento, un artista hecho a sí mismo -siempre ha tenido un recuerdo especial para el pintor Rafael Rebelles - y nunca se ha dejado convencer por modelos impuestos e impostados.

 Por todo esto, a Brazam, al díscolo Brazam, se le fue haciendo un vacío y dejándolo fuera de un sistema expositivo que él hubiera llenado de intensidad creativa. El que fue un renovador, un artista luchador y un pintor de carácter ha pasado muy de puntillas por el arte granadino de las últimas décadas. Una verdadera injusticia hacia el que ha sido y sigue siendo tanto en la producción artística de la ciudad.

 Hacía mucho tiempo que Juan Manuel Brazam se merecía una gran exposición que fuera el gran homenaje a toda una vida en torno al Arte, a sus circunstancias y a los elementos existenciales que han rodeado su vida de artista en ejercicio. Por eso, esta muestra que yuxtapone la pintura de Brazam y el Arte Universal que el pintor ha atesorado con amor, con mucho amor, a lo largo de su vida. Pero vayamos por partes. Era exigible una muestra grande, extensa en épocas y contenido -las piezas arqueológicas lo requerían y la vasta dimensión en tiempo y en tendencias artísticas, también, lo demandaban-, lo cual conllevaba que había que elegir un espacio expositivo que acogiera, con rigor museográfico, la amplia densidad de lo expuesto. Las salas que construyera Alberto Campo Baeza para el Museo de la Memoria de Andalucía de CajaGranada podían aportar la intensidad y la emoción requerida para un proyecto ambicioso como este.

 De esta manera, en ese escenario ideal, se proyecta una exposición que conjuga la realidad artística de un gran creador y su universo cotidiano rodeado de aquello que con él ha convivido a lo largo de su vida. Es el universo Brazam, una realidad existencial donde la creación personal y los intereses artísticos surcan una historia donde el presente y el pasado se funden para organizar un futuro que el artista de Alhama que crea en ese maravilloso estudio en las Gabias, va a potenciar para que Granada pueda disfrutar eternamente con la colección que Juan Manuel Brazam va a legar al pueblo para unánime disfrute.



 La exposición no se estructura diferenciando las dos realidades, sino que ambas conviven como lo hacen diariamente en ese "diálogo íntimo" entre lo que se gesta en el estudio y lo que perdura en el tiempo y en el espacio vital del propio artista. Así las series, que han sido el eje de la creación de Brazam a lo largo de los años, se funden con amplios desarrollos de piezas que bordean siglos de historia y que, en muchas ocasiones, son génesis iniciática de la pintura del autor granadino.

 El espectador podrá encontrarse con obras milenarias que se remontan al más viejo patrimonio -piezas de la Edad del Bronce, de la Cultura Campaniforme, de aquellas civilizaciones mediterráneas que dejaron sucesivamente la muestra de una existencia comprometida, ánforas, cráteras, lebes, rhytones, kylyx, skyphos y demás vasos de la Grecia clásica-, así como gran número de máscaras provenientes de todas las civilizaciones y pueblos de África. Y además la pintura de Juan Manuel Brazam, ese testimonio amplio de propuestas donde se suceden los esquemas de la mejor pintura no figurativa que se ha llevado a cabo. Brazam ha sido a lo largo de los años un creador de bellas esencias pictóricas, un relator de evocaciones e imágenes con el color marcando fronteras expresivas ilimitadas.

 Es, por tanto una exposición para gozarla de principio a fin, para adentrarse en el universo Brazam, ese que pasa no sólo por los desenlaces de un artista de grandísima significación sino también por la existencia a su alrededor de un medio artístico buscado y constituido a base de un gran amor a todo lo que el Arte lleva consigo.

Juan Manuel Brazam, nos hace dialogar callada, juiciosa e íntimamente con la realidad de un arte que el crea y que él ama con pasión.

Bernardo Palomo para Granada Hoy, el lunes 18 de mayo de 2015.