Algo más de medio centenar de senderistas participaron en la VII ruta nocturna Villa de Jayena

Jayena


En la tarde noche del 24 de julio tuvo lugar la VII ruta de senderismo nocturna Villa de Jayena organizada conjuntamente por el Ayuntamiento y el Club de senderismo Navachica de Jayena.




 La celebración de esta prueba deportiva no competitiva formaba parte de las actividades programadas dentro del programa cultural ‘Verano al Fresco’ que viene organizando el Ayuntamiento de Jayena en los últimos años. La ruta organizada en colaboración con el Club de Senderismo Navachica de Jayena se llevó a cabo con un trazado de algo más de 11 kilómetros a través de una pista hoy asfaltada que recorre la antigua senda de Jayena al paraje de san José y La Charca. La noche acompañó a los participantes que pudieron, desde el mirador natural del cortijo de san José tuvieron la oportunidad de contemplar una puesta de sol espectacular, así como una cautivadora luna llena.


 La ruta contó con todas las medidas de seguridad que marca la normativa vigente en materia Covid-19 en este tipo de eventos. Los participantes contaron con dos puntos de avituallamiento en el recorrido, uno situado en el paraje del Llano de Don Pedro, y otro en el Cortijo de san José. Los participantes fueron obsequios con un bastón de senderismo y una botella de agua con lemas contra la violencia de genero. Un detalle muy aplaudido. Así mismo al final de la prueba ya en la Plaza del ayuntamiento, lugar donde se inició y finalizó la prueba el Ayuntamiento volvió a ofrecer batidos de chocolate, dulces y frutos secos para reponer fuerzas.


 El trazado de la ruta, además de ofrecer magníficas vistas donde se puede disfrutar de bellas panorámicas, de gran parte del territorio de la Comarca de Alhama, así como de imponentes perspectivas de las sierras de la Almijara y Tejeda, supone, además, un atrayente entorno histórico, pincelado de atractivas historias, de las que los senderistas disfrutaron en su caminar. Historias que van desde los lejanos tiempos en que Jayena fuera enclave árabe, de cuyo tiempo es origen la toponimia Llano de Don Pedro, (no olvidemos que aquí poseía Pedro de Granada Venegas Manrique de Mendoza el cortijo de la Fuente de don Pedro); hasta, leyendas de gente de la sierra como la del médico y alcalde de Jayena Francisco García Mejías “Don Paco”, quien fuera dueño del cortijo de San José. Parte del recorrido del trazado de la ruta lo compone el antiguo camino de Jayena a Granada que un día fue proyecto de carretera, y que pasa por los dominios del Cortijo del Marques de Santa Casilda.


 Cuentan los viejos de Jayena, que cuando los dueños del cortijo tuvieron noticia de esta circunstancia, plantaron a lado y lado del camino muchos más olivos, para cuando llegase la expropiación el beneficio económico fuera mayor. Hoy aún se aprecian los resultados de esta picaresca cuando se pasa por el camino. Aunque la carretera nunca se construyó. Pero si hay una anécdota curiosa por estos lares es la del origen de un dicho popular granadino. Que relaciona Jayena con la capital Granada. El gran Andrés Cárdenas contaba: “Si uno va sucio, o mal vestido, se dice aquello de que parece un mono de don Fermín. Nos referimos a Fermín Garrido Quintana, famoso médico, (y uno de los componentes de la Sociedad Garrido Romero, Rojas y CIA) que fue la compañía compradora de Villa de Jayena al marquesado de Campotéjar. Pues cuenta Andrés Cárdenas, que el famoso empresario, médico y político, tenía en el jardín de su casa de la esquina de Avenida de Andaluces con Constitución (entonces de Alfonso XIII) varios monos en una jaula. Todos se figuraban que los simios eran utilizados para las prácticas clínicas del doctor, pero en realidad, los monos eran un regalo de un paciente agradecido que vivía en un país africano. Este paciente estaba seguro de que, si los animales eran buenos cogiendo dátiles, también podrían serlo con las aceitunas. Así que el propietario de los monos se ahorraría buenos jornales de mano de obra. Para llevar a cabo el experimento soltaron a los simios en un olivar de Jayena, cercano al cortijo del que era propietario, (el conocido cortijo del Marques de Santa Casilda), pero los micos se dedicaron a realizar todo tipo de cosas incluso a destrozar los olivos, ignorando completamente el fruto. Así el bueno de don Fermín los devolvió al jardín de su domicilio familiar y allí murieron todos de viejos.