Búscate la vida



 Frase proverbial la que da título a esta mirada de hoy, y que tantas veces, según me dijeron quienes cumplieron con el servicio militar, tuvieron que oír.
 
 Buscarse la vida, que no es exactamente igual a ganarse la vida, se supone que ganarse la vida es trabajar, mientras que esto de buscarse la vida, cumpliendo la orden contenida en ese “búscate la vida”, es aplicar el ingenio y las habilidades con las que se cuente para resolver situaciones complicadas por carencia de medios adecuados, con los cuales no haría falta buscarse la vida.

 Equivale un poco a una expresión usada en el español de cuba, “resolver”, los cubanos “resuelven” los problemas de la vida cotidiana y los españoles, “nos buscamos la vida”, es decir, hacemos aquello que tenemos que hacer supliendo la falta de medios y recursos adecuados apelando al ingenio y la improvisación, arte este, el de improvisar en el que somos maestros los españoles, según el sentir popular, que no está muy lejos de la verdad.

 Se buscaban la vida los profesores del Colegio Libre Adoptado, ahora IES, ante la falta de tizas, butano para las estufas, papel para los exámenes; tenían que buscársela también los médicos que por falta de un Centro de Salud, recibían las urgencias en una pensión, hablo, casi de ayer mismo, de hace poco más de treinta años, que es un suspiro de tiempo en el devenir de la historia de un pueblo, como el mío, varias veces centenario.

 Existe también en nuestro idioma una palabra del habla coloquial, “buscavidas” que es “Persona diligente en buscarse por cualquier medio lícito el modo de vivir” y es curioso que se diga el modo de vivir, cuando lo que se quiere decir en realidad es el modo de ganar lícitamente el modo de pagar aquello que nos mantiene vivos. Nunca aceptaré que la tarea de vivir, se equipare al mero trabajar, o que alguien sea definido por la manera en que obtiene el dinero para seguir viviendo. Vivir incluye mucho más que el simple buscarse la vida, vivir supone no “buscar la vida” si no afrontar los retos que ésta nos impone sin que los busquemos nosotros. Necesitamos, como no, sacar las patatas de la tierra o matar los pollos para comer patatas y pollo, esto es trabajar, cambiar la naturaleza de las cosas y necesitamos hacer algo para obtener el dinero con que pagar las patatas y el pollo. Pero vivir es, también, jugar, amar, estudiar, investigar, leer, soñar, tener esperanzas, ilusiones, proyectos… es algo más, mucho más que el simple hecho de desarrollar cada cual su tarea cotidiana lo mejor que sepa y pueda. Por mucho que haya tareas cotidianas que puedan dar sentido a una vida, y esto es algo que no pongo en duda, ganarse la vida, buscarse la vida, no es vivir la vida.

 En cuanto a aguzar el ingenio para buscar modos con los cuales llenar la olla cotidianamente, no faltan en esta Europa de los Mercados, los ajustes y los recortes; situaciones en los que aguzarlo a fin de llegar medianamente a fin de mes o de hacer frente al pago de los artefactos que nos hacen creer que son imprescindibles para ser felices y que nos someten a una aceptada esclavitud.

 Búscate la vida, si eres parado, no sigas parado y muévete para buscar ese empleo precario, mal pagado y con escasos derechos laborales, búscate la vida si acabas de terminar una carrera pero en tu país no encuentras el modo de ejercerla, búscate la vida si te despiden con cuarenta o más años. Muchas son las circunstancias y situaciones en las que hay que ingeniárselas para afrontar los retos que la vida nos impone, agravadas por la desidia, el desinterés, la avaricia y la prepotencia de unos gobernantes que no usan el legítimo poder que las urnas les otorgó en su tiempo, para cambiar las cosas para mejorar la vida de la gente.
 
 Y en ese buscar cómo ganarse la vida, en ese sin vivir que es vivir sin esperanza se consume el tiempo, que es la vida, de mucha gente, de demasiada gente a la que este supermercado que es la actual Europa, en el cual todo se compra, si lo puedes pagar, le ha cerrado las puertas. No es extraño que en esa situación los vendedores de sueños, de todo tipo de sueños, tengan cada vez más predicamento: para quien el día a día es una pesadilla, los sueños pueden ser la última esperanza.