Lo que no se ve, no existe



 Mientras el heredero decía que aquí cabemos todos, la policía obligaba a quienes portaban banderas, insignias o cualquier cosa con la bandera republicana a dejar de mostrarla. Lo que no se ve, no existe.

 Del mismo modo que para poder lucir la bandera con la que se siente identificada la persona que habita la casa que ilustra esta mirada mía se vio obligada a ingeniárselas, los miles de padres cuyos hijos no pueden alimentar adecuadamente tendrán que agudizar el ingenio para una vez cerrados los colegios y sus comedores, dar de comer a sus hijos adecuadamente. Pero como en las comunidades en las que gobierna el PP no se abrirán los comedores en verano para que no se visualice la pobreza, no se podrán ver niños acudiendo a comer al comedor. Lo cual no significa que no haya niños con hambre en esta España, cuya representación hereda el heredero, del mismo modo que el hecho de retirar banderas republicanas o detener republicanos no significa que estos no existan.

 Ignoro por quienes se dejan aconsejar los que manejan el cotarro; pero son malos consejeros. No es tapándose los ojos como los niños pequeños “ya no me ves”, como se resuelven los problemas que afronta nuestra vieja Europa y nuestra no menos vieja España. Negar la realidad no es el modo de cambiarla y si quieren que realmente aquí todos tengamos cabida, lo que deben es abrir bien los ojos, de par en par, dejar que entre la luz en los vetustos salones de esta España polvorienta y darse cuenta de que para que no existan antisistema, debe ser el propio sistema el que dé cabida a cuantos ahora están excluidos de él, no por propia voluntad, sino por las políticas que privan de lo más necesario a cada vez más gente para beneficiar a cada vez menos gente. Mientras una inmensa mayoría carezca de un techo sobre sus cabezas, de alimentación adecuada, de un acceso a la sanidad garantizado las 24 horas del día, y de tantas y tantas cosas que están en el pensamiento de todos, es muy difícil que los que de todo carecen se identifiquen con ese sistema representado por la bicolor y esa monarquía heredada de un general al que puso en el Pardo un banquero, o al menos le pagó el avión para iniciar el viaje.

 Insisto, que no es cerrando los ojos a la realidad como se van a resolver los problemas, ni aplicando las mismas soluciones que hasta ahora se emplean. Y, por supuesto, el heredero tampoco va a traer a España, ninguna solución, lo de los reyes magos, es otra cosa. Este no tiene varita mágica.