Para septiembre



Anda septiembre queriéndose asomar a los calendarios trayendo el otoño de la mano y andan colegiales y estudiantes con esa mezcla de tristeza y alegría que el nuevo curso trae.

 Entre los estudiantes, los que no culminaron el curso con aprobado deben someterse a esa segunda oportunidad que son los exámenes de septiembre, y en nuestra Alhama de amores y desvelos tienen también que procurar encontrar lugar donde el sosiego y la calma inviten al estudio reposado. No seré yo quien niegue el derecho al descanso de cuantos trabajadores municipales a él se han hecho acreedores; pero supongo que buscar una solución a la falta de lugares de estudio vespertino no será cosa de mucha complicación ni requerirá de estudios sobre el tema. Confío en quienes nos gobiernan para resolver este tema, que no parece complejo en exceso.

 Para septiembre el bolsillo de los padres, que tiemble, debería rezar un refrán popular, yo, modestamente lo aporto a nuestros hablantes. Niños fuimos los que esto escribimos y leemos que acudíamos al cole con escaso bagaje con el que batallar contra la ignorancia; precisan ahora los que en esos afanes están, impedimenta de alto coste, más alto aún si hemos de agregar la subida del IVA, y no nos va quedar más remedio que agregarlo por pocas ganas que tengamos.

 Con nuestras carteras llenas de un par de cuadernillos, un plumier donde habitaban seis lápices de colores, un bolígrafo y un lápiz, afrontábamos el inicio del curso los niños de la EGB contentos y felices, con libros heredados de primos, hermanos o amigos. Precisan en nuestros días los escolares de equipamiento amplio y extenso donde cuadernos, paquetes de folios, reglas, escuadras cartabones, compases, pinturas, y todas suerte de pequeño material de escritura y corrección, agostan el menguado presupuesto.

 Para septiembre también empieza el curso político; sería de desear que el gobierno lo hiciese con los deberes hechos, el examen aprobado y con ánimo de ponerse a trabajar, en serio, para resolver los temas que dejaron aparcados en el veraneo. O tal vez sea mejor que se estén quietos y, sobre todo, callados, que no hagan nada porque resulta evidente que nada de lo hasta ahora hecho ha traído mejora alguna. Y, sin embargo todo puede empeorar. Ya lo dijo nuestro loco más genial y universal, “peor es menealla, amigo Sancho”.

 También por estas fechas tenemos la cita con nuestra segunda feria del año, la de septiembre; toca disfrutar de nuevo de unos días de merecida fiesta, de olvido de problemas y sinsabores y de romper con las economías pequeñas y con minúscula a que nos obliga la Economía con mayúscula y darnos algún capricho o alegría.

 Después el otoño llegará, caliente, seguramente. Pero esa es otra historia.